Íñigo de la Serna: ¿Renuncia voluntaria al Congreso o rechazo de la cúpula del PP?

Íñigo de la Serna afronta su legislatura más complicada en el Ayuntamiento de Santander desde que accedió al poder en 2007. La pérdida de la mayoría absoluta le ha obligado a cambiar el paso para sacar adelante sus propuestas y el desgaste sufrido en los últimos ocho años al frente del Consistorio, con un estilo de liderazgo muy personalista, comienza a hacer mella en su carrera política, incluso dentro de sus propias filas, donde ha dejado de ser un 'intocable' después del batacazo electoral del pasado mes de mayo.

El último ejemplo de su pérdida de influencia en el partido viene ligada a la confección de las candidaturas de la formación conservadora de cara a las elecciones generales que se celebrarán el próximo 20 de diciembre. Tras la designación de Ana Madrazo como cabeza de lista al Congreso de los Diputados, pese a las especulaciones que situaban ahí al alcalde de Santander, fue el propio De la Serna el que se encargó de difundir una versión muy distinta. De forma enigmática, insinuó que había mantenido conversaciones al más alto nivel en Madrid (sin el conocimiento de sus compañeros de partido en Cantabria) y que había renunciado voluntariamente al puesto.

Sin embargo, según fuentes internas del partido en Madrid consultadas por este periódico, en el PP “nunca” consideraron la opción de Íñigo de la Serna como candidato al Congreso por Cantabria. La razón principal, a juicio de estos mismos interlocutores, es la “falta de confianza” en el alcalde de Santander, “que no es visto con buenos ojos en la sede de Génova” por su enfrentamiento continuo con el equipo que lidera todavía Ignacio Diego.

Y es que, según apuntan estas fuentes internas del PP a eldiario.es, De la Serna solo cuenta con el apoyo en Madrid del entorno de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, encarnado en su jefa de Gabinete en Moncloa, María González Pico, que “carece de cualquier influencia en la estructura interna del partido”.

También aseguran que la pasada legislatura empezaron a saltar algunas alarmas cuando hombres considerados 'fieles' al PP en Cantabria, como el actual delegado del Gobierno, Samuel Ruiz, o el diputado autonómico Santiago Recio, decidieron abandonar el Ayuntamiento de Santander, donde habían desarrollado buena parte de sus carreras políticas, por sus discrepancias con el alcalde.

La alarma se disparó definitivamente cuando, a la hora de confeccionar la candidatura para las elecciones municipales de 2015, Antonio Gómez, que había sido mano derecha y hombre de máxima confianza de Íñigo de la Serna, optó por abandonar también a quien había sido su jefe durante años. No fue el único, puesto que otros concejales siguieron su camino y decidieron no repetir en las listas.

“La poca capacidad, o el nulo interés, de Íñigo de la Serna por incorporar miembros del partido a su candidatura en las elecciones municipales y elegir, en cambio, a amigos o técnicos no afiliados, unido a sus malos resultados electorales en mayo, ha sido la gota que ha colmado el vaso”, insisten desde Génova.

Un éxito cuestionable

La noche electoral del 24 de mayo hubo muchas lágrimas en Joaquín Costa, la sede del PP de Cantabria. Muchas llegaron desde los miembros de la candidatura municipal liderada por Íñigo de la Serna, que perdió la mayoría absoluta en Santander después de dos décadas de dominio aplastante. El alcalde compareció entonces en rueda de prensa junto a Ignacio Diego con cara de pocos amigos y con el objetivo de justificar su tropiezo apoyado en la debacle que sufrió la marca PP en todo el país.

Frente a los intentos de Íñigo de la Serna por presentarse a sí mismo como el que mejor resistió esa jornada negra para los populares, -con la pérdida de plazas tradicionales como Madrid o Valencia-, Génova se remite a los datos objetivos. En las autonómicas de 2015, el número de votos del PP bajó en Cantabria un 13,48 por ciento. En Santander, Iñigo de la Serna perdió más, casi un 16% por ciento. Cierto es que, al partir de una mayoría más holgada que la de Ignacio Diego, el batacazo pareció menor y consiguió mantener el bastón de mando con el apoyo de Ciudadanos.

En la madrileña sede de Génova 13, los encargados de hacer el seguimiento de lo que ocurre en las comunidades autónomas dedujeron, además, que el resultado electoral obtenido en Santander había influido notablemente en la pérdida de votos a nivel autonómico. Esta conclusión fue la puntilla para un Íñigo de la Serna que, para más escarnio, había estado amagando con dejar de lado el partido y marcharse a la empresa privada, una conducta que “no sentó nada bien” entre las filas de los populares.

Lejos de la sucesión

El nombre de Íñigo de la Serna ha sonado reiteradamente para ocupar puestos de responsabilidad a nivel nacional, unos rumores que, en muchos casos, han surgido desde su entorno más próximo o en los medios afines que promocionan insistentemente su figura. Durante la pasada legislatura utilizó su cargo de presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) como trampolín personal y para ganar notoriedad, a pesar de que llegó al puesto de rebote tras la renuncia del exalcalde de Sevilla Juan Ignacio Zoido.

Ahora, sin embargo, ha perdido también esa visibilidad en lo que se interpretó como un primer toque de atención a De la Serna. Y es que el primer aviso se lo dieron cuando el PP eligió a Cuca Gamarra, alcaldesa de Logroño, como portavoz en la FEMP, dejándolo sin protagonismo y relegándole a un puesto meramente testimonial, el cargo de vicepresidente junto al alcalde de Mieres.

El segundo aviso le acaba de llegar al no ser considerado como una opción para encabezar la lista por Cantabria al Congreso, que reúne a muchas caras conocidas. Tampoco se le tiene en cuenta para una hipotética sustitución de Ignacio Diego en la presidencia del partido en la comunidad autónoma, porque en Génova no quieren que en una formación que ha perdido gran cuota de votantes y poder haya además un enfrentamiento interno que pueda derivar en una ruptura.

En Madrid saben que De la Serna está enfrentado a muchos de los que ahora ocupan cargos de responsabilidad y que ni siquiera goza de demasiadas simpatías en su propio grupo parlamentario. “Tampoco quieren despertar a algún viejo león dormido que sería un mal enemigo para De la Serna si decidiera apoyar a un candidato alternativo”, advierten de manera críptica.

Las cúpulas del PP en Cantabria y Madrid han soportado con paciencia lo que califican como“reiteradas deslealtades” del alcalde pero tampoco quieren abrir una fractura pública a poco más de un mes de las elecciones generales. Por eso, esperan los próximos movimientos de De la Serna antes de dar por finiquitado un capítulo que amenaza con lastrar definitivamente su carrera política. “Está solo y en sus horas más bajas”, coinciden varios compañeros.