Empieza 2023 con la ultraderecha intentando destruir la democracia en Brasil. Los bolsonaristas brasileños tomaron ayer las sedes del Congreso, la Presidencia y el Supremo de Brasil al estilo de los trumpistas en el Capitolio de Estados Unidos. Llevaban semanas acampados frente a los cuarteles ante la pasividad del gobierno saliente de Bolsonaro, que se marchó a Estados Unidos para evitar hacer la transición de poder a Lula. Hizo como Trump con Biden. Como Trump, evitó reconocer la victoria de su rival. Como Trump sembró las dudas sobre el resultado electoral. Y como Trump tardó horas en condenar el asalto y lo hizo a medias: aplaudiendo las manifestaciones, excepto aquellas que se saltan la ley, y acusando a Lula de culparle injustamente.
Después de cuatro horas de imágenes dantescas de los asaltantes paseándose por las sedes de los tres poderes y vandalizando salas y despachos, la policía militar recuperó el control de las instituciones y el presidente Lula decretó la intervención de la seguridad de Brasilia hasta el 31 de enero, para restablecer el orden y detener a los “vándalos fascistas”. Para analizar lo que ha pasado y por qué ha pasado, entrevistamos al periodista y escritor hispanobrasileño Bernardo Gutiérrez, que ha cubierto América Latina desde 1999, principalmente como corresponsal en Brasil, y es autor de los libros Calle Amazonas o Saudades de junho.
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