Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Hasta aquí hemos llegado. La paciencia de los señoritos tiene un límite. Ya han aguantado dos meses recibiendo órdenes de los progres y comunistas, como para aguantar dos semanas más. Así que han decidido romper el distanciamiento y coger la cacerola para protestar más apelotonados que los garbanzos de un potaje. Será que la bandera que llevan a modo de capa, sin la cual imagino que se sienten desnudos, les da un superpoder españolísimo que les protege del virus. Aunque a Abascal y a Ortega Smith no les sirvió de mucho.
El vulgo los ha bautizado como Los Cayetanos porque es nombre representativo de los coronapijos que participan en esta caye borroka. Te tienes que reír porque hay algo muy ridículo en un señor manifestándose en un descapotable con chófer al grito de “libertad”. Están superando a Cuerda y Berlanga. Nada que objetar al derecho a la protesta, salvo que no piden autorización para concentrarse y que incumplen todas las normas de seguridad poniéndonos en peligro a todos. Pero no les vas a decir tú a ellos cómo tienen que manifestarse, que diría Aznar.
Su libertad está por encima de tu salud. Por eso hay algo antinatural y forzado en las manis pijas, no sólo porque se apropian de una herramienta de los de abajo sino porque son privilegiados pidiendo más privilegios. Ahora es que no aceptan que les manden los rojos y llaman al gobierno “dictadura golpista asesina” con el objetivo de tumbar un gobierno legítimo. El mundo al revés. Golpistas que acusan de golpismo. Fachas que llaman fascismo a la democracia. Franquistas criticando la dictadura. La ultraderecha siempre ha sido muy posesiva con el totalitarismo. Los únicos dictadores que les gustan son los propios.
La propaganda ultra es muy hábil dándole la vuelta al discurso y apropiándose de la retórica del enemigo. Vox dice que son indignados como el 15M y que Pedro Sánchez es el Gran Hermano. Es cierto que ellos son el 15M de la gente bien, la indignación reaccionaria, lo que no se entiende es que Sánchez sea el presidente más inútil del planeta pero haya creado él solito una pandemia mundial para encerrar en casa a la derecha española. Es una mente maléfica de una estupidez genial.
No se entienden muchas cosas de las que dicen. Gritan libertad libremente mientras llaman dictadura al gobierno y le acusan de las muertes del coronavirus pero le critican por la cuarentena porque niegan que la epidemia sea para tanto y por eso se saltan la distancia social y sin embargo llevan guantes y mascarilla para protegerse. Tienen una papilla mental sólo comparable a la de Ayuso.
No les habréis visto manifestarse por la Sanidad pública, mucho menos contra los desahucios, ni por supuesto contra la crisis financiera porque a ellos no les rozó un pelo. Tampoco dieron cacerolazos contra el rey porque el rey tiene derecho de pernada y el súbdito no le discute. Aplauden la caridad del multimillonario, critican que le suban los impuestos y llaman paguita a una renta básica para los más pobres. Lo más triste es ver al ciudadano medio sumándose a este aquelarre de ricos. El gobierno no debería subestimarlo. Detrás están los grandes medios, las grandes fortunas. En las cacerolas, lo que se cuece es pasta.
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