Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Nadie en esta democracia ha sufrido el acoso que han padecido Irene Montero y Pablo Iglesias. Nadie. Nadie en la política ha estado sitiado en su casa durante meses por una manada de fascistas. Nadie ha sido señalado por comprarse una vivienda. Nadie ha sido tan desprestigiado con falsedades. Nadie ha sido tan perseguido, en plena calle, en un restaurante, hasta en presencia de sus hijos. Nadie ha sido tan deshumanizado y demonizado. A Iglesias le han llamado “Coletas Rata”. Hasta Olona lo escribió en Twitter cuando era diputada. Le han enviado balas en un sobre. En El Español le dibujaron con una pistola en la boca. Losantos aseguró que les dispararía. De Montero han dicho que solo sabe “arrodillarse para medrar”. Quien lo dijo es hoy presidenta de las Cortes de Aragón por Vox. Se ha normalizado, legitimado y alentado el insulto y la cacería. Con total impunidad, sin consecuencias, ni penales ni sociales. Desde los medios, la política y las redes hasta llegar a la calle.
Hoy lo hemos vuelto a ver. Habían ido a los juzgados por el juicio contra uno de sus acosadores, el ultra Miguel Frontera, que los asedió a sol y a sombra en su chalé de Galapagar. Un hombre les ha increpado enfurecido, ciego de ira, sacando pecho como un gallo de pelea, aunque protegido por un enrejado. Una mujer les gritaba desde lejos. Acosados en un juicio sobre acoso. El juez solo tenía que salir de la sala para ver en directo el odio que tienen que soportar desde hace años. Iglesias y Montero se han dirigido a los energúmenos. La Razón titulaba: “La desafiante reacción de Pablo Iglesias ante un hombre que le increpa”. El Mundo ha escrito en Twitter: “Iglesias y Montero se encaran con los simpatizantes de su presunto acosador”. Después alguien le ha dicho al CM que lo borre, se ve que le ha parecido que era retorcer la realidad demasiado. Pero ahí están las pruebas, ahí está el mecanismo que lleva años operando, ahí está la campaña de manipulación para convertir a los acosados en acosadores, a las víctimas en culpables.
Así funciona la máquina del fango, enfanga a quien intenta limpiarla. Es lo que han hecho con ellos. Han mentido para convertirlos en enemigos públicos por señalar precisamente a los verdaderos enemigos del pueblo. Han inventado noticias. Han ido con ellas aunque eran burdas. Periodistas de prestigio e intoxicadores profesionales. En medios serios y en pseudo medios. En prime time y en panfletos. En tele y radio. En columnas, tertulias y telediarios. Mañana, tarde y noche. Después los han llevado a los juzgados. Una y otra y otra vez. Todas las denuncias falsas, todas las causas cerradas, ni una sola condena. Pero calumnia que algo queda. No hay manera de achicar tanto lodo. La máquina acaba ahogando en el fango al que se atreva a enfrentarla. Iglesias y Montero han pagado las consecuencias por desafiar a políticos, jueces, periodistas y medios corruptos, que han respondido con todas sus armas hasta hundirlos. Aviso a navegantes: si atacas al poder, el poder te destruye.
El poder y sus lacayos. Es fácil reconocerlos. Son los que niegan que Iglesias y Montero hayan recibido más ataques que el resto, los que justifican el acoso porque Iglesias y Montero aprobaron el escrache a políticos. Recogen lo que han sembrado, reciben su propia medicina, “jarabe democrático”, dicen cínicamente recordando las palabras de aquellos. El escrache es una protesta ciudadana contra políticos que desoyen las demandas de los más necesitados. Nada que ver con esto. A Iglesias y Montero no les han perseguido las clases deprimidas sino los fascistas teledirigidos por la clase dirigente. Esto es solo venganza por aquello. Es justo lo contrario de un “escrache”. No se trata de ayudar a los más vulnerables sino de proteger a los privilegiados.
Es así de simple. Toda esta campaña de acoso y derribo se ha hecho para evitar el cambio en este país. El régimen tenía que destruir a quien lo estaba liderando. Destruir Podemos y a la izquierda transformadora. También al independentismo. La lista es larga. Hasta Sánchez ha sufrido algún arañazo. Nada comparado con los zarpazos bestiales contra Iglesias y Montero, a los que se podría criticar por muchas cosas, por sus ideas y errores, desde el disenso absoluto, pero desde el respeto. Con ellos se han cruzado todas las líneas. Hoy ha sido violencia verbal. Mañana puede ir más lejos. Sabemos quienes serían los responsables, los medios, periodistas y políticos del fango que están sembrando el odio.
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