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Ayuso sigue siendo Pecas

Ayuso es el modelo del PP en esta crisis. No lo digo yo, lo ha dicho Pablo Casado. Entre todos sus compañeros, el jefe de la oposición destaca a la presidenta del desastre en las residencias, el desmadre en Ifema, el desmán de Telepizza y el desbarre ante las cámaras. No ha habido gestión más demencial de la pandemia, pero a Casado nunca le ha importado la eficacia, sólo la apariencia, como muestran su máster y su carrera, y en eso son iguales, dos productos de las redes sociales, dos animales mediáticos. No les importan los datos de la epidemia, les importan los datos de audiencia.

Casado y Ayuso son dos memes. Pero, cuidado, no subestimemos esa habilidad para convertirse en el chiste del Whatsapp. Ahí reside su fuerza, en lo que la mayoría piensa que es su flaqueza. No les molesta ser parodia para ser tendencia. Son capaces de ridiculizarse para viralizarse. Casado puede posar estreñido frente a un espejo y Ayuso hacer de viuda de España porque saben que funciona. Es lo que quieren, monopolizar el discurso, colonizar el debate. Consiguen que se hable de ellos, pero no sobre ellos, sobre lo que hacen o dejan de hacer.

Los posados de Casado superan ya a los posados veraniegos de Ana Obregón. Sus fotos en sitios tienen ese inconfundible aire de trending topic. Casado pasa revista a los médicos como si él fuera presidente y ellos las tropas. Casado en una granja, Casado en Ifema, Casado en el baño. Es como Teo, un éxito de ventas. Le han hecho hasta una cuenta que se llama “Pablo Casado mirando cosas”. Ojo ahí. Somos nosotros los que acabamos mirando a Pablo Casado mirando cosas.

Su protegida es también su alumna aventajada. Tuvo la mejor escuela, se crió políticamente en las redes. Llevaba la cuenta de Twitter de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre. Ambos son cachorros de la loba, amamantados por la ex presidenta que dejó que todos creyéramos que era la tonta del bote para ganarse la simpatía y acabar convertida en la dueña y señora de los medios, la primera gran lideresa. La actual presidenta no tiene la inteligencia de su mentora pero esconde garras tras su apariencia de abducida.

Ayuso sigue siendo Pecas. Parece un animal simpático que suelta paridas para las redes pero es el perrito faldero de Aguirre. Bajo la montaña de incongruencias, hay un neoliberalismo clasista implacable. Defiende que para los pobres, mejor un contrato basura que nada y mejor comida basura que nada, como si no hubiera otra opción. Mejor también pasar de fase de la cuarentena porque lo pide el empresario aunque lo paguen el trabajador, los sanitarios y la Sanidad pública.

A ella los trabajadores, su salud o el sistema público no le importan lo más mínimo, como ha quedado sobradamente demostrado. Ha dejado sus funciones para ir a figurar, ha desatendido a las residencias a pesar de los avisos, montó un mitin en Ifema poniendo vidas en riesgo, ha retenido decenas de miles tests durante semanas mientras culpaba al Gobierno de bloquearlos y ha querido despedir a los sanitarios de refuerzo en esta emergencia. De todo eso no se habla porque estamos hablando de sus fotos en El Mundo con las que llevamos dos días haciendo memes y risas. De democracia no tienen ni idea pero son líderes de la memecracia. A ver si los que se están riendo de nosotros son ellos.

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