Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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El nuevo acuerdo de coalición se presentó bajo el lema socialista España avanza y sin preguntas de los periodistas. Dos malas señales. Los gestos son importantes. Parecía más una propuesta del PSOE asumida por Sumar que una propuesta de Sumar asumida por el PSOE, a diferencia de lo que ocurrió en la anterior coalición en la que claramente el PSOE se vio obligado a admitir las peticiones de Unidas Podemos después de una repetición electoral. Parecía también que la nueva unión no quería cuestionamiento en su presentación, aunque son muchas las cuestiones que se plantean porque el pacto tiene muy buenas intenciones pero muy pocas concreciones. La letra suena bien aunque faltan estrofas y sobre todo falta la música que le acompañe y la orquesta que la interprete.
Ahora vamos a eso. Antes veamos lo acordado. El pacto promete la reforma fiscal, reducir las listas de espera o seguir desmontando la ley mordaza, pero no se dice cómo va a ser esa reforma y a quién va a afectar, cómo intervenir en las listas de espera que son competencia de las comunidades o qué puntos derogar de la ley mordaza. Tampoco se explica cómo mejorar la ley de vivienda, solo se dedica un párrafo a la migración que es uno de nuestros principales problemas y no hay una palabra sobre el Sáhara. El acuerdo tiene más de Sumar que del PSOE pero las ausencias tienen más del PSOE que de Sumar. Una de cal y otra de arena. También es cierto que los socialistas tienen 90 escaños más que sus socios. Seamos justos. Quienes piden más realismo en las propuestas, deberían tenerlo al medir el equilibrio de fuerzas.
Sin duda los grandes triunfos de la izquierda son la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales sin bajar los sueldos, una nueva subida del salario mínimo y prolongar el impuesto a la banca. Las medidas no han gustado ni a los banqueros ni a los empresarios. Dos buenas señales. Si no les va bien a ellos, nos va bien al resto. Tenemos un poder económico que mira por lo suyo, no por lo de todos, que solo reparte pérdidas, nunca beneficios, y que hace negocio con nuestro ahogo. A la Patronal la disminución de la jornada laboral sin disminuir el salario le parece un atropello. El atropello son las horas extra que no se pagan y la imposibilidad de conciliar con la vida. El atropello es oponerse a subir el salario mínimo a 1080 euros mientras el presidente de los empresarios cobra 400.000 euros al año. El atropello es que las 1000 mayores empresas no financieras de este país hayan aumentado sus beneficios siete veces más que los sueldos.
Con las financieras pasa lo mismo: consejos vendo que para mí no tengo. El Banco de Santander ha criticado duramente que se mantenga el impuesto a la banca y al mismo tiempo ha anunciado un récord hasta septiembre de 8.000 millones, un 11% más que el año pasado. La banca española ha aprovechado la subida de tipos de interés por la crisis global para hacer caja una vez más. Nadie les discute que tengan ganancias millonarias exprimiendo a sus clientes en cada crisis. Nadie discute a los supermercados cuando aumentan los precios por encima de la inflación. Y cuando alguien les discute y les llama “capitalistas despiadados”, como hizo Ione Belarra, le sueltan a los perros de pre(n)sa y se lo comen vivo.
Hablemos precisamente del partido que dirige. Las nupcias entre Díaz y Sánchez (como las han bautizado con humor cuñadísimo cómicos y críticos) se han convertido en La Boda Roja de Juego de Tronos. Los puñales los han clavado los invitados. No las derechas sino Podemos. No quienes están fuera de Sumar sino quienes están dentro. El entorno mediático de la formación morada critica que la mitad de las propuestas no se pueden cumplir y la otra mitad no las aceptarán las derechas nacionalistas. Les recuerdo que el anterior acuerdo también estaba plagado de buenas intenciones y pocas concreciones y que se cumplió a medias, siendo muy generosos. Les recuerdo que los nacionalistas aceptaron el pacto por lo mismo que probablemente lo acepten ahora: para frenar a la derecha y la ultraderecha españolas. Les recuerdo que los cariños que ahora critican entre Díaz y Sánchez, los celebraron entre Sánchez e Iglesias. Doble rasero.
El ex secretario general de Podemos es un gran seguidor de Juego de Tronos. Al final de la serie, Tyrion Lannister, uno de los personajes más brillantes, dice una frase que vale para definir este pacto y a sus detractores: “Nadie está contento con lo acordado, así que debe de ser un buen acuerdo”. Decir que Sumar se ha plegado al PSOE cuando uno tiene 31 escaños y el otro 121 es ser poco riguroso con los números. Habrá que verlo cuando gobiernen. Si gobiernan. Por ahora lo que sabemos es que la reforma laboral y las subidas del salario mínimo fueron conquistas de quien dirige el partido. En uno de los últimos capítulos de la mencionada serie, algunos enemigos irreconciliables se unen para hacer frente al ejército de los muertos porque “antes que la lealtad, está la vida”. Cuando la gente se juega la supervivencia, le da igual el juego de tronos de la izquierda y le asquea que se apuñale en las bodas a los novios.
El nuevo acuerdo de coalición se presentó bajo el lema socialista España avanza y sin preguntas de los periodistas. Dos malas señales. Los gestos son importantes. Parecía más una propuesta del PSOE asumida por Sumar que una propuesta de Sumar asumida por el PSOE, a diferencia de lo que ocurrió en la anterior coalición en la que claramente el PSOE se vio obligado a admitir las peticiones de Unidas Podemos después de una repetición electoral. Parecía también que la nueva unión no quería cuestionamiento en su presentación, aunque son muchas las cuestiones que se plantean porque el pacto tiene muy buenas intenciones pero muy pocas concreciones. La letra suena bien aunque faltan estrofas y sobre todo falta la música que le acompañe y la orquesta que la interprete.
Ahora vamos a eso. Antes veamos lo acordado. El pacto promete la reforma fiscal, reducir las listas de espera o seguir desmontando la ley mordaza, pero no se dice cómo va a ser esa reforma y a quién va a afectar, cómo intervenir en las listas de espera que son competencia de las comunidades o qué puntos derogar de la ley mordaza. Tampoco se explica cómo mejorar la ley de vivienda, solo se dedica un párrafo a la migración que es uno de nuestros principales problemas y no hay una palabra sobre el Sáhara. El acuerdo tiene más de Sumar que del PSOE pero las ausencias tienen más del PSOE que de Sumar. Una de cal y otra de arena. También es cierto que los socialistas tienen 90 escaños más que sus socios. Seamos justos. Quienes piden más realismo en las propuestas, deberían tenerlo al medir el equilibrio de fuerzas.