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En defensa de los impuestos

Ciudadanos ha prometido bajar los impuestos autonómicos para compensar la subida fiscal de Pedro Sánchez. El incremento del gobierno socialista sólo afecta al 1% de las empresas, a los grandes patrimonios y a las rentas de más de 130.000 euros anuales, 90.000 de los 19 millones de contribuyentes, a los que Rivera insiste en llamarles “clase media”. Como supongo que no trata de mentirnos, entiendo que para el partido neoliberal la clase media es ese 0,5% más rico y la empresa es el Ibex 35, a los que intentan proteger de repartir su riqueza con el 99,5% restante que debemos de ser la clase baja. Es el mercado, amigos. Para que unos pocos tengan mucho, muchos tienen que tener poco.

A los liberales les encanta prometer bajadas de impuestos en campaña (aunque después Rajoy los subió al tipo más alto desde los años 80, cargando el peso sobre la mayoría más golpeada por la crisis). Nada más populista que decirle a la gente que va a pagar menos, que basta ya de que el Estado se lleve el resultado de tu esfuerzo, que no puede ser que haya un niño de 10 años endeudado de por vida por culpa de una herencia... Desgraciadamente, políticos de izquierdas y derechas despilfarran el dinero del erario público, llenando de razones a quienes defienden que “Hacienda somos tontos”.

Vivimos en un país en el que el más listo es el que menos impuestos paga. Presumimos de haber encontrado la manera para eludir al fisco. Messi defraudó 4 millones y no vi una pancarta en Camp Nou criticando su habilidad para el regate fiscal. Cristiano Ronaldo nos hurtó 19 millones de euros y los hinchas fueron a pedirle autógrafos a la salida del juzgado. La lista de ídolos deportivos nacionales que buscaron la forma de pagar menos alcanza a Rafa Nadal o Xabi Alonso. Los mismos que agitan la banderita son los del “Suiza, patria querida”.

Pues pocas cosas más patrióticas que pagar impuestos. Nos llaman contribuyentes porque contribuimos al bien común, la educación, la investigación y el desarrollo. Sin impuestos no hay Sanidad Pública, Estado del Bienestar y Estado social, buenas comunicaciones, sistema de trasplantes o ayudas a los más vulnerables. Sin impuestos no hay país.

Por supuesto, hay tasas injustas que desincentivan la creación, la inversión, la igualdad y el progreso, pero no es el caso de esta subida pactada por PSOE y Podemos, que apela a la solidaridad de los privilegiados con el resto. Por eso molesta al partido del Ibex y a la prensa del ídem, que lo llaman sablazo. Sablazo el que nos meten las grandes fortunas de este país, las de los papeles de Panamá y la Castellana, las de la amnistía fiscal y los paraísos, culpables de más del 70% del fraude.

Para eso sirve un buen sistema impositivo precisamente, para tapar los agujeros y para redistribuir la riqueza, reducir la precariedad y aumentar las posibilidades de todos, lo que beneficia a la sociedad entera, incluidas las empresas que se aprovechan de las infraestructuras y subvenciones que pagamos en conjunto. Entiendo que nadie apoquine con alegría, porque a nadie le gusta rascarse el bolsillo, pero sí creo que hay que hacerlo con orgullo.

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