Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Pasa siempre que gobierna un presidente progresista: cuatro fachas gritones aprovechan el desfile de la Fiesta Nacional para insultarle. Como ha dicho Alfonso Guerra, brillante en las respuestas, “hay gente que abuchea a un presidente y aplaude a una cabra, cada uno elige a quién le representa”. Este 12 de octubre, se volvieron a escuchar los gritos de “okupa” a Pedro Sánchez, que es el mismo mantra que llevan años repitiendo la derecha extrema y la extrema derecha. Llaman “ilegítimo” a un Gobierno que les ha ganado en las urnas porque no respetan la democracia y creen que el poder les pertenece por cuna o por fuerza.
Es la herencia de la dictadura, sus herederos siguen pensando que el país es suyo y que todo el que les aparta de controlarlo, es un okupa, un usurpador. Pero nadie es más usurpador en una democracia que quien desprecia la soberanía popular y cree estar por encima de ella. Okupa de la Justicia es el Partido Popular que se niega a desalojar el Consejo General del Poder Judicial en contra de lo que dicta la Carta Magna. Okupas son Casado y Abascal cuando intentan conseguir con ayuda de los jueces lo que no han conseguido en las urnas. Usurpadores quieren ser el PP y Vox cuando niegan la representatividad a millones de españoles que votan a los partidos que no les gustan.
Por supuesto, Casado se ha alineado con los improperios de los ultras en el desfile. Él es más de aplaudir a la cabra. No hace más que seguir la estrategia de la crispación que Aznar, su mentor, puso en marcha. Es la doctrina del shock de la derecha española. Ninguna propuesta, sólo protestas. Pataleos y pataletas. Generar un clima irrespirable con ayuda de la maquinaria mediática para hacer que el Gobierno caiga. No importa si para eso tienen que arrastrar al país por el suelo, como hace Casado cada vez que sale a Europa. No importa si tiene que mentir, como hizo en una reciente entrevista en El Mundo, en la que se inventó que España está al borde de la quiebra. Extraño patriota que patea su patria.
Como Aznar hacía con González, Casado le dice a Sánchez cada semana que se vaya. Es un corolario del mantra del okupa. Váyase, que Moncloa es nuestra. Es muy sintomático cómo el PP llama sólo “Sánchez” al presidente del Gobierno, pero llama “presidente Casado” a uno que sólo preside su partido. Lo que no entiende la derecha extrema es que el desprecio no es a Sánchez sino a los millones de votantes a los que representa. Aplauden a una cabra y abuchean a los demócratas.
España es suya. Todo les pertenece, desde las instituciones a la bandera pasando por la fiesta. Quieren una España en la que sólo caben ellos y los demás sobran. Una España que quiere aplastar a la otra media. Una España única, uniforme, uniformada. Dicen libertad pero la detestan. Detestan también a las otras Españas. Normal que algunas quieren marcharse de una tierra tan opresiva. No reconocen la pluralidad ni la plurinacionalidad de este país. El Gobierno propone descentralizar algunas instituciones como se hace en Portugal, Alemania o la Unión Europea, y dicen que eso ataca a España. Su España. El país del que se creen los amos y patrones, dueños y señores.
Pasa siempre que gobierna un presidente progresista: cuatro fachas gritones aprovechan el desfile de la Fiesta Nacional para insultarle. Como ha dicho Alfonso Guerra, brillante en las respuestas, “hay gente que abuchea a un presidente y aplaude a una cabra, cada uno elige a quién le representa”. Este 12 de octubre, se volvieron a escuchar los gritos de “okupa” a Pedro Sánchez, que es el mismo mantra que llevan años repitiendo la derecha extrema y la extrema derecha. Llaman “ilegítimo” a un Gobierno que les ha ganado en las urnas porque no respetan la democracia y creen que el poder les pertenece por cuna o por fuerza.