Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Como había poco lío con la Ley del Solo Sí es Sí, la ministra de Justicia ha venido a liarla más. Pilar Llop, en entrevista en la SER, aseguró que la violencia en las agresiones sexuales “es muy fácil de probar, basta una herida”. Herida la que se le abrió a uno (y a incontables mujeres) cuando escuchó semejante barbaridad. La Macroencuesta de violencia contra la mujer elaborada por el Ministerio de Igualdad en 2019 deja a la ministra en evidencia: el 83% de las víctimas de abuso no presenta lesiones físicas, el 61,3% de las violadas declara no haber sufrido ninguna lesión en su cuerpo, pero el 78,9% reconoce sufrir secuelas psicológicas. ¿Cómo se ve esa herida, ministra? ¿Cómo se ven las heridas invisibles?
¿Cómo se ve la herida de la niña violada por el adulto que introduce sus dedos en su vagina o su ano, que soba su cuerpo y se masturba eyaculando sobre ella? ¿Cómo se ve la herida de la violación del padre a la hija, del amigo o miembro de la familia que durante años se mete en la cama de una adolescente para penetrarla, tocarla, destruirla amenazándola con el rechazo, como cuenta Belén López Peiró en el desgarrador relato autobiográfico Por qué volvías cada verano?
¿Cómo se ve la herida de tantas y tantas mujeres a las que han forzado para meterles el pene por cualquiera de sus orificios corporales, mujeres a las que magrean en el autobús o el metro, en plena calle, en un callejón o una carretera, mujeres obligadas a presenciar o practicar masturbaciones y felaciones, mujeres que tienen que soportar que las acorralen en un portal, las desnuden, las pongan a cuatro patas y las violen y se corran sobre ellas uno, dos, cinco hombres? ¿Cómo se ve la herida de la víctima de la Manada si hay jueces que ven jolgorio donde hay una violación, ministra?
Busque esa herida como le pide Cristina Fallarás en un demoledor artículo en Público sobre las múltiples violencias machistas que no dejan huella física sino psíquica. Esa es la razón por la que esta ley es necesaria: porque evita a las mujeres tener que demostrar lo invisible. Esa es la razón por la que el PSOE se equivoca cuando quiere subir las penas que implican “violencia o intimidación” dándoles más importancia que el consentimiento. Poner el consentimiento en el centro significa que cuenta más la veracidad del testimonio de las mujeres, la rotundidad de su padecimiento. Cuentan las heridas invisibles que solo son visibles para ellas y para quienes pueden curarlas.
Tenemos un ejemplo reciente y sangrante. Ocho mujeres mantuvieron relaciones sexuales con un policía nacional infiltrado en movimientos sociales libertarios en Cataluña, según ha desvelado La Directa. Cinco le han denunciado a él y a su superior por abusos sexuales continuados y delitos contra la integridad moral. La nueva ley habla de un consentimiento libre y como explican las abogadas de las denunciantes, no es libre si no es consciente e informado. Aquí no lo fue. Hay una doble violación de derechos: el Estado utiliza el cuerpo de las mujeres para atentar contra los derechos civiles del activismo sin causa justificada porque no hay riesgo de terrorismo ni crimen organizado.
Marlaska, que debería haber dimitido por sus mentiras sobre las muertes en la valla de Melilla, no ve la herida. ¿Cómo se ve esa herida, ministra de Justicia? ¿Cómo se ve el sufrimiento de esas jóvenes cuya intimidad fue violada, cuya confianza fue abusada, cuyos cuerpos fueron usados? Tampoco ven la herida que le hacen al Gobierno y a la ley con su ceguera. Lo he dicho y lo repito: en la reforma tiene que haber consentimiento de las dos partes responsables, PSOE y Unidas Podemos. Para desactivar la alarma social no pueden alarmar aún más a la población. Los socios de la investidura se lo han dejado claro al presidente: no de cualquier manera, hay que respetar el espíritu de la ley. La izquierda se está provocando una herida tan visible que puede que al votante no se le olvide en todo este año electoral.
Como había poco lío con la Ley del Solo Sí es Sí, la ministra de Justicia ha venido a liarla más. Pilar Llop, en entrevista en la SER, aseguró que la violencia en las agresiones sexuales “es muy fácil de probar, basta una herida”. Herida la que se le abrió a uno (y a incontables mujeres) cuando escuchó semejante barbaridad. La Macroencuesta de violencia contra la mujer elaborada por el Ministerio de Igualdad en 2019 deja a la ministra en evidencia: el 83% de las víctimas de abuso no presenta lesiones físicas, el 61,3% de las violadas declara no haber sufrido ninguna lesión en su cuerpo, pero el 78,9% reconoce sufrir secuelas psicológicas. ¿Cómo se ve esa herida, ministra? ¿Cómo se ven las heridas invisibles?