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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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No en nuestro nombre

Edificios destruidos durante los ataques aéreos israelíes en la Franja de Gaza.
30 de octubre de 2023 21:49 h

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Occidente patrocina esta masacre. EE.UU y Europa le han dado a Israel vía libre. Le han dado las armas y el apoyo. Los abrazos y los apretones de manos. Apenas un tironcito de orejas. Bibi, no mates tanto, no mates a tantos niños, que queda feo. Biden y Von der Leyen le bailaban el agua a Netanyahu mientras el ejército israelí asesinaba a civiles. Macron se sentaba con él cuando las bombas arrasaban Gaza. Al menos tuvo la decencia de señalarle que la guerra también tiene leyes, esas que Israel se salta desde hace más de 50 años. Pero nadie se ha atrevido a exigirle que las cumpla. Nadie recuerda de dónde viene esto: de la ocupación y el apartheid, de la opresión y la limpieza étnica del pueblo palestino. Cuando el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se atrevió a decirlo, Israel le mandó callar y nadie salió en defensa del único líder global que ha sido justo. Todos callan como si la orden se la hubieran dado a ellos. 

Los mismos que clamaban contra la invasión rusa de Ucrania y el terror de la matanza de Bucha, callan ante la invasión de Gaza y la matanza de 8000 personas, la mitad niñas y niños. Los mismos que se conmueven con los ucranianos y los israelíes muertos, callan ante las imágenes de los cuerpos mutilados de los palestinos. Los mismos que claman contra Putin, se hacen fotos con Netanyahu. Netanyahu es “nuestro” Putin. Es un invasor, pero es “nuestro” invasor. Convierte Gaza en un campo de refugiados a los que bombardea, pero no le digas “terrorista” ni le digas “nazi”. No deja entrar a la prensa y asesina a 34 periodistas, pero es “el único demócrata de la zona”. Es un genocida, pero es “nuestro” genocida. O como ha dicho el académico Reverte con su habitual finura: “Son unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta”. No vayamos a decirles nada. Nada de llamamientos a la paz hasta que Israel haya saciado su sed de sangre. Nada de sanciones ni bloqueos como a Rusia. No. Envíales bombas. Dales más armamento para que eliminen a los palestinos. A esos “animales humanos”.

La televisión te ofrece este genocidio. Pero no lo llama así, lo llama “derecho a responder” y “legítima defensa”. Los medios son el detergente. Nadie lava más blanco los crímenes de unos y resalta a todo color los de los otros. De los palestinos solo ves su muerte, un bombardeo de imágenes horribles que te acaba anestesiando. De los israelíes ves la vida que han perdido, que era como la tuya. Podías haber sido tú mismo. A menudo, obvian los antecedentes y el contexto del conflicto. No te explican que Israel es un Estado invasor y opresor, Palestina ni siquiera un país, Hamás una guerrilla. No te explican que Israel apoyó a Hamás para acabar con la organización palestina que quería acordar la paz. No te explican que la causa de la violencia de Hamás es la violencia israelí sostenida en el tiempo. Eso es justificar a los yihadistas. Terrorismo es matar a punta de fusil, no arrasar un territorio matando ocho veces más personas que tu enemigo. Es una guerra, hay daños colaterales. Recuerda: no es un genocidio. 

Recuerda: nosotros somos los buenos. Nosotros. Porque nosotros estamos detrás de esto, aunque no queramos. Son nuestros medios, nuestras armas, nuestros representantes. Nos representan. Lo hacen en nuestro nombre. Cuando el PP y Vox de Madrid le conceden a Israel una Medalla de Honor a petición de la ultraderecha, lo hacen en nuestro nombre. Cuando la izquierda y la derecha alemanas respaldan sin fisuras a Israel por su sentimiento de culpa con los judíos, lo hacen en nombre de toda Alemania. Cuando los gobiernos germano, británico y francés intentan impedir las manifestaciones masivas en apoyo a Palestina, lo hacen en nombre de todos los europeos. Nosotros lo pagamos y nosotros lo pagaremos. El terror volverá a llamar a nuestra puerta como el 11S, el 11M, el 7J, Bataclan. Da igual que nos hayamos manifestado contra la masacre, matarán a civiles aquí porque nuestros gobiernos han avalado que maten a civiles allí. Recogeremos el odio que han sembrado.

No serán suficientes las palabras de Pedro Sánchez pidiendo una pausa humanitaria, un alto el fuego a Netanyahu, poniendo pegas a sus bombardeos. No es suficiente. Nada es bastante ante un horror semejante, pero hay que ir mucho más lejos. Hay que llamar a las cosas por su nombre, como ha hecho Ione Belarra llamándolo “genocidio”, como ha hecho Yolanda Díaz llamándolo “crimen de guerra”. No podemos callar donde callan y otorgan nuestras instituciones. No podemos callar cuando la extrema derecha española condecora a Israel sin decir una palabra sobre quienes mueren bajo su infierno. Porque el sentimiento de culpa por haber abandonado a los judíos en el Holocausto será entonces el sentimiento de culpa por haber abandonado ahora a los palestinos. Occidente patrocina esta masacre pero tenemos que decir alto y claro que no en nuestro nombre.

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