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Pasarse la Constitución por el forro

5 de diciembre de 2022 22:20 h

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Este martes 6 de diciembre, volveremos a ver a diputados y diputadas, jueces y juezas, llenarse la boca con la Constitución que se pasan por el forro sin complejos. Especialmente insultante será la hipocresía de los representantes del Partido Popular que celebrarán con pompa y boato el día de nuestra Carta Magna mientras bloquean la renovación del Poder Judicial con la ayuda de jueces muy bien llamados “okupas” por el director de este diario, Nacho Escolar. Los populares no solo llevan cuatro años impidiendo el relevo del CGPJ en contra de la legalidad sino que ahora también obstaculizan, con la complicidad de los magistrados conservadores, el reemplazo en la cúpula del Tribunal Constitucional, que se ha convertido en el menos constitucional de todos los tribunales. 

La derecha española, que se autodenomina “constitucionalista” y llama “golpista” a este Gobierno con irritante insistencia, lleva toda la legislatura fuera de la legalidad y perpetrando un golpe técnico a la soberanía popular, esto es, a los españoles a los que tanto presumen defender con banderas y pulseritas. El asunto es de gravedad máxima. Primero porque Feijóo rompió el acuerdo de renovación del órgano de los jueces por orden de los medios conservadores, dejando claro que la derecha la dirige la prensa y la empresa, no sus representantes elegidos en las urnas. 

Segundo porque el Partido Popular pretende hacer desde los tribunales lo que no puede hacer en la tribuna del Congreso, tumbar la acción de gobierno declarando inconstitucionales las leyes y medidas que aprueba el legislativo, como la reforma laboral, el ingreso mínimo vital o las leyes del aborto y la eutanasia, que están recurridas en el Tribunal Constitucional, controlado ilegalmente por la mayoría conservadora. Y tercero porque los populares quieren librarse de la acción de la Justicia que juzga sus casos de corrupción, metiendo la mano negra por detrás de las togas. El líder de la oposición es una marioneta de la prensa y el capital, los jueces son marionetas de la derecha, la democracia es un guiñol. 

Tres en uno, tres golpes en uno: subvierten el orden constitucional, destruyen la separación de poderes y la independencia de los jueces y boicotean el poder legislativo desde el poder judicial y desde el cuarto poder. Que la derecha tiene un origen golpista es un hecho que ellos mismos no han desmentido jamás distanciándose con claridad del franquismo y que reafirman cada vez que no gobiernan. Detrás de estas maniobras subyacen un hecho histórico y otro histérico. El histórico es la negativa de la derecha a aceptar que el poder no les pertenece por derecho divino o natural. El histérico es el miedo de la derecha mediática y económica a volver a perder las elecciones porque Feijóo no es el líder carismático con el que esperaban derrotar a Sánchez. 

A estas alturas, el conservadurismo español preferiría a Ayuso al frente del PP, pero como no pueden descabezar al partido por segunda vez en una legislatura, están intentando descabezar al Gobierno por medios antidemocráticos, manipulando a la opinión pública y a la justicia para derribar al Ejecutivo y al Legislativo. Cuentan con el apoyo, aunque debilitado, de la ultraderecha de Vox, un partido contrario al espíritu de la Constitución y a los consensos mayoritarios, que actúa como ariete desestabilizando la actividad parlamentaria con sus aspavientos y practicando la lawfare. Son la falange del puño con el que la derecha quiere tomar el poder. 

La buena noticia es que las últimas encuestas vaticinan que la coalición y sus socios de investidura resisten los puñetazos gracias a la acción del Gobierno. Los votantes valoran positivamente las medidas sociales y económicas que han subido el salario mínimo y han reducido el paro, temporalidad o la inflación. El Día de la Constitución es un momento idóneo para recordarles al Consejo de Ministros y a sus aliados en el Parlamento que los principios constitucionales son el mejor programa electoral. Están aún lejos de cumplirlos. Pero cuanto más se esfuercen por asegurar la vivienda y el trabajo dignos, la libertad de expresión y la igualdad de todos los españoles, la intervención pública del sector privado en defensa del interés general, más cerca estarán de revalidar la victoria electoral. 

Este martes 6 de diciembre, volveremos a ver a diputados y diputadas, jueces y juezas, llenarse la boca con la Constitución que se pasan por el forro sin complejos. Especialmente insultante será la hipocresía de los representantes del Partido Popular que celebrarán con pompa y boato el día de nuestra Carta Magna mientras bloquean la renovación del Poder Judicial con la ayuda de jueces muy bien llamados “okupas” por el director de este diario, Nacho Escolar. Los populares no solo llevan cuatro años impidiendo el relevo del CGPJ en contra de la legalidad sino que ahora también obstaculizan, con la complicidad de los magistrados conservadores, el reemplazo en la cúpula del Tribunal Constitucional, que se ha convertido en el menos constitucional de todos los tribunales. 

La derecha española, que se autodenomina “constitucionalista” y llama “golpista” a este Gobierno con irritante insistencia, lleva toda la legislatura fuera de la legalidad y perpetrando un golpe técnico a la soberanía popular, esto es, a los españoles a los que tanto presumen defender con banderas y pulseritas. El asunto es de gravedad máxima. Primero porque Feijóo rompió el acuerdo de renovación del órgano de los jueces por orden de los medios conservadores, dejando claro que la derecha la dirige la prensa y la empresa, no sus representantes elegidos en las urnas.