Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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El Sáhara y Palestina son dos países unidos por la misma tragedia: su territorio ha sido ocupado y su pueblo, abandonado. Su causa es al mismo tiempo apoyada por la mayoría de la opinión pública mundial y rechazada por la mayoría de las potencias occidentales. Sus enemigos, Marruecos e Israel, son demasiado poderosos y están demasiado bien relacionados para que se hagan cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas, el derecho internacional y sus justas reclamaciones. Están hermanados por la desgracia y ahora también por la geoestrategia actual, por los conflictos de estos días en Ceuta y Gaza.
No es casualidad que el régimen marroquí haya abierto sus fronteras coincidiendo con la ofensiva israelí y que lo haga porque el Gobierno español ha dado asistencia médica al líder del Polisario, Brahim Gali. Marruecos chantajea a España y Europa por la causa saharaui con el objetivo de presionar también a Biden para que reconozca su ocupación del Sáhara, como antes hizo Trump, a cambio de su mediación en Palestina y de su posición en África. La diplomacia estadounidense ha pedido intermediación en Palestina a la dictadura alauí, que hace tiempo que se ofrece para ser enclave para las tropas de Estados Unidos y aliado frente a la influencia china en el continente. Hoy por ti, mañana por mí.
Por supuesto, Rabat también quiere mandar un mensaje a Madrid y Bruselas de que puede crearles un problema migratorio cuando quiera. Los países europeos están pagando a Marruecos, como hacen con Turquía o Libia, para que sean nuestra brutal policía fronteriza. Cuando le das el trabajo sucio a tiranías, es normal que te tiranicen a su antojo y que la suciedad te salpique. Este martes, el gobierno español aprobaba el pago de 30 millones de euros a Marruecos con esta finalidad, una humillación más en plena crisis. Pagas una vez el chantaje, pagas todas. A Erdogan le funciona. Cada vez que quiere fondos europeos, manda inmigrantes para que paguemos el rescate. Un secuestro en toda regla.
Mientras la política europea sea policial, no estructural, el problema no desaparecerá y tendremos que seguir pagando el soborno. Mientras la política española con Marruecos sea comer y callar, seguiremos tragando lo que nos echen sin rechistar. El régimen marroquí nos echa gente como si fuera carnaza. Carne de cañón. Envió a civiles como escudos humanos para invadir el Sáhara Occidental en la llamada Marcha Verde, ahora envía a marroquíes y subsaharianos en una Marcha Azul en la que pueden morir. Cuando una dictadura manda a la gente al matadero, hay que defender los derechos humanos. Proteger al débil frente al matón.
El Gobierno español ha demostrado debilidad con el fuerte y ha usado la fuerza contra el débil. Hemos visto a militares y policías salvando vidas y cuidando a los migrantes, pero también violencia gratuita y devoluciones ilegales. Esta es la ocasión de que España cumpla su deuda histórica con el Sáhara Occidental, que todos los partidos prometen en la oposición y olvidan cuando gobiernan. Es la ocasión de hacerle frente al chantajista. Es hora de hacer valer las bases americanas y los acuerdos con Washington, las inversiones europeas en Marruecos, el peso español en Europa, la frontera europea en el sur de España y el apoyo de Alemania en esta causa, también los derechos reconocidos del Sáhara y Palestina. Es hora de hacerse valer y hacer valer la Historia.
Entre medias de las bombas y los chantajes, está siempre la gente, la gente pobre. De ello se aprovechan desde Israel y Marruecos a los ultras como Abascal y oportunistas como Casado que se alimentan de la miseria. La única manera de defender no sólo los derechos humanos, también nuestras democracias, es hacer frente a los matones.
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