Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Si es que no se puede decir nada en este país, cojones. A la mínima te asalta la nueva inquisición con sus antorchas y te queman en la hoguera de las redes. Ahora las brujas son las que quieren quemarnos en la hoguera a nosotros, hay que joderse. Son peores que la Audiencia Nacional. ¡La corrección política es la nueva censura! ¡Es la dictadura de las minorías!
Y lo peor es que no lo pillan, no captan la fina ironía, el doble sentido, el humor sutil. No llegan, no les alcanza lo de arriba para más. Ni siquiera se dan cuenta de que no hablamos en serio cuando nos reímos de sus tetas gordas. ¡Pero que es una broma, coño, una broma, B-R-O-M-A, que hay que deletreárselo y ponérselo en mayúsculas porque la gente es retrasada!
Joder, que ni un chiste, ni un comentario, ni un chascarrillo se puede hacer ya sin que lo saquen de contexto, lo malinterpreten, lo amplifiquen y te linchen las hordas de feminazis y los maricones que las jalean, que no tienen ni media hostia, por cierto. Esos se hacen los feministas a ver si pillan cacho, porque lo que les pasa a unas y a otros es que no follan. No follan o están malfollaos.
El caso es que ya no se puede hablar, no hay libertad de expresión, porque la gente tiene miedo, los hombres tenemos miedo, miedo de abrir la boca porque todo está mal visto, todo es machista, todo es patriarcado opresor y maltrato a la mujer. Pero es que el pene no nos lo vamos a cortar. Qué carajo, ¡viva mi polla, coño!
Lo he dicho para provocar porque es que ahora no se puede decir nada sin que te censure la policía del pensamiento, el pensamiento único, el pensamiento dominante, porque es eso: han terminado imponiéndose a la mayoría que no piensa como ellas pero le tiene pavor a su histerismo. Son el pensamiento dominante pero la gente no piensa como ellas, no sé si me explico. A lo mejor si eres un poco cortito o cortita, que dirían ellos y ellas, pues no lo pillas. Pero es así. Punto.
Menos mal que aún quedan hombres como los de antes, que no reniegan de su virilidad, que no se arredran, que ante los insultos de la jauría se crecen y son como la irreductible aldea de los galos ante el imperio feminazi, las últimas trincheras de los rebeldes, el último refugio de la libertad.
Menos mal que tenemos a algunos presentadores que son líderes en horario de máxima audiencia, algunos escritores de best sellers y académicos de la Lengua, algunos columnistas en todos los periódicos tradicionales desde EL PAÍS al ABC, algunos monologuistas de súper éxito, algunos tuiteros con cientos de miles de seguidores, algunos futbolistas y algunos campos de fútbol coreando el nombre de maltratadores… Menos mal que aún nos quedan unos pocos espacios minoritarios de librepensamiento.
¡Y nos llaman establishment y corrección política a nosotros, manda huevos! A nosotros que escribimos como taberneros patibularios, cagondiós, para tocar los cojones, romper las normas y ponernos al nivel del vulgo para que nos entienda y porque nos da la gana, joder, porque a nosotros nadie nos dice lo que se puede y no se puede decir, que para eso somos académicos y somos nosotros quienes decimos cómo hay que hablar. Pero no le decimos a estas locas del coño qué tienen que decir. Al contrario, defendemos su libertad para hablar. Siempre que no la utilicen para intentar coartar la de los demás, claro.
No me digas que lo que yo hago coarta tu libertad porque por ahí sí que no paso. Porque no creerás de verdad que hablar de pegarle un tiro a una mujer como si fuera un caballo porque no sabe andar o decir que las mujeres están para violarlas, no creerás en serio que eso es maltrato o contribuye a los abusos. ¡Que es una broma, joder, B-R-O-M-A, BRO-MA, que parecéis tontas!
(ALGUNOS COMENTARIOS ME LLEVAN A ACLARAR QUE ESTE ARTÍCULO ES UNA PARODIA DE OTROS ESCRITOS EN SERIO QUE SE ESCUDAN EN LA IRONÍA)
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