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A los votantes

Tras anunciar a bombo y platillo, y hasta con palmas, el fin del bipartidismo, acabamos de comprobar que está en plena forma todavía: la mayoría absoluta de los votantes ha elegido al PP y al PSOE. Los votos de ese agónico bipartidismo suman más que los del resto de los partidos juntos.

Por tanto el famoso bipartidismo goza de excelente salud. Es la primera constatación con la que cualquiera se tropieza al conocer los resultados.

No solo vive, sino que el bipartidismo crece y se multiplica.

Podemos no es más que un PSOE con escote y coleta, con piercing y en ropa informal, más atractivo para la atolondrada juventud, con más aspecto de izquierdas, pero en esencia la misma propuesta acomodaticia y complaciente que ofrecía el PSOE de 1982. Una versión beta del PSOE, menos vomitiva que aquello en lo que el poder ha convertido al PSOE. Por así decir, el mismo PSOE con una deriva de pocos grados a la izquierda.

Ciudadanos no es más que un PP alegre y desenfadado, con la pezuñas recortadas y menos cara de vinagre, pero en esencia con la misma propuesta sin complejos y en favor de una sola libertad: la de las empresas. Una versión beta del PP, menos intragable que aquello en lo que el poder ha convertido al PP. Por así decir, el mismo PP con una deriva de pocos grados a la izquierda.

Así que, bien por partenogénesis, bien mediante infame cópula con íncubos súcubos, los dos grandes partidos han conseguido reproducirse y criar a su pechos cada uno un sonriente retoño que se le parece mucho, pero en versión para jóvenes (o para mayores con reparos). Son como suplementos dominicales de un periódico serio que los más peques de la casa ya no leen, pero de cuyo suplemento dinámico, juvenil, refrescante, frívolo y osadísimo no se pierden ni una coma.

¿No queríamos bipartidismo? Pues dos tazas. El periódico de siempre más los nuevos suplementos para jóvenes aventureros, un poquito más a la izquierda.

Mi pregunta para los votantes es: ¿no decían que no querían bipartidismo?

Pues ya ven, no solo han votado por mayoría absoluta al PP y al PSOE, sino que, si sumamos Ciudadanos y Podemos, la cara B de ambos, han votado por casi unanimidad al bipartidismo. Los mismos dos partidos, pero en dos opciones cada uno: para quienes tienen ya tragaderas de sobra y se resignan, en versión original; para los más melindrosos, en la nueva versión con envase de colores supersolidarios y comprometidos con el medio ambiente.

¿Nueva política? Más bien se trata del bipartidismo de siempre, pero ahora por fin en estéreo.

Lo único nuevo está siendo, por supuesto, la desaparición de la izquierda y la contención del independentismo (gracias a Podemos).

En resumen, otra vez un resonante triunfo del bipartidismo. Es decir: de las dos marcas que la misma empresa lanza para acaparar toda la cuota de mercado.

Enhorabuena a todos por esta gran fiesta de la democracia.

Tras anunciar a bombo y platillo, y hasta con palmas, el fin del bipartidismo, acabamos de comprobar que está en plena forma todavía: la mayoría absoluta de los votantes ha elegido al PP y al PSOE. Los votos de ese agónico bipartidismo suman más que los del resto de los partidos juntos.

Por tanto el famoso bipartidismo goza de excelente salud. Es la primera constatación con la que cualquiera se tropieza al conocer los resultados.