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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

El mundo en que vivimos

Qué patética resulta la pretendida ironía de los de derechas, señor TroyMcClure. Naturalmente que sí. Mire, si un ciudadano niega una acusación, la carga de la prueba recae sobre el acusador. Eso lo sabe todo el mundo, salvo usted. Quizá por la falta de costumbre de tratar con ciudadanos. Y por lo tanto la respuesta es sí: si el acusado niega que llevaba una bolsa de gasolina, así es, salvo que se demuestre (judicialmente, no en su opinión, tan irrelevante como la mía) el hecho del que se le acusa. Su siguiente afirmación es todavía más insensata, infantil y todo un alarde de ignorancia. Por supuesto que “no hacen falta ni pruebas, ni evidencias, ni testigos ni nada”. ¿O acaso usted cree que en el Derecho es necesario probar la inocencia? Nadie tiene que probar que no llevaba una bolsa de gasolina. Es justo al contrario: el que acuse a otro de llevarla es el único que tiene obligación de probarlo. Parece sencillo de entender, pero hay gente muy dura de mollera.

Luego afirma, con la desenvoltura de quien no ha abierto un texto legal en su vida, que “se le deja en libertad y punto”. Con esa sandez (que quizá le parezca irónica) deja al descubierto su romo entendimiento de lo que sucede. Alfonso Fernández Ortega, Alfon, no está libre y tampoco ha sido condenado: se encuentra en prisión preventiva. Doy por hecho que no tiene ni la más remota idea de lo que es eso (su comentario indica una ignorancia casi enciclopédica de los rudimentos del Derecho). La prisión preventiva es una medida cautelar que se aplica sólo en casos excepcionales: se encarcela a alguien sin haberle juzgado todavía. El ciudadano Fernández Ortega no ha sido juzgado y, por tanto, si él dice que no llevaba una bolsa de gasolina, así es, salvo que se pruebe que la llevaba; y mientras tanto es inocente, por mucho que se le acuse (igual le suena de las películas lo de la “presunción de inocencia”). Es abusivo el uso de la prisión preventiva en un caso así, pero también es inconcebible que le hayan aplicado el régimen F.I.E.S. (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento). Todo esto lo ha explicado mucho mejor que yo Ruth Toledano en este periódico, pero conoce que usted no lo ha leído.

Cuánto se echa de menos a la derecha rústica y montaraz, al ver lo que sucede cuando usted o el ministro Wert se persuaden de que son capaces de utilizar la ironía. Luego habrá que aguantarles cuando defiendan la inocencia de delincuentes como el tipo de las Nuevas Generaciones del PP, Ángel Carromero. Ese individuo en cambio sí ha sido juzgado. Y condenado. Por tanto sí se puede decir que es culpable de homicidio imprudente. Y en el caso del tal Carromero sí que puede con toda tranquilidad partirse usted de risa de lo que él diga, puesto que su delito ya está probado.

Siento desilusionarle: vivimos en un Estado de Derecho y no en una dictadura fascista.

Qué patética resulta la pretendida ironía de los de derechas, señor TroyMcClure. Naturalmente que sí. Mire, si un ciudadano niega una acusación, la carga de la prueba recae sobre el acusador. Eso lo sabe todo el mundo, salvo usted. Quizá por la falta de costumbre de tratar con ciudadanos. Y por lo tanto la respuesta es sí: si el acusado niega que llevaba una bolsa de gasolina, así es, salvo que se demuestre (judicialmente, no en su opinión, tan irrelevante como la mía) el hecho del que se le acusa. Su siguiente afirmación es todavía más insensata, infantil y todo un alarde de ignorancia. Por supuesto que “no hacen falta ni pruebas, ni evidencias, ni testigos ni nada”. ¿O acaso usted cree que en el Derecho es necesario probar la inocencia? Nadie tiene que probar que no llevaba una bolsa de gasolina. Es justo al contrario: el que acuse a otro de llevarla es el único que tiene obligación de probarlo. Parece sencillo de entender, pero hay gente muy dura de mollera.

Luego afirma, con la desenvoltura de quien no ha abierto un texto legal en su vida, que “se le deja en libertad y punto”. Con esa sandez (que quizá le parezca irónica) deja al descubierto su romo entendimiento de lo que sucede. Alfonso Fernández Ortega, Alfon, no está libre y tampoco ha sido condenado: se encuentra en prisión preventiva. Doy por hecho que no tiene ni la más remota idea de lo que es eso (su comentario indica una ignorancia casi enciclopédica de los rudimentos del Derecho). La prisión preventiva es una medida cautelar que se aplica sólo en casos excepcionales: se encarcela a alguien sin haberle juzgado todavía. El ciudadano Fernández Ortega no ha sido juzgado y, por tanto, si él dice que no llevaba una bolsa de gasolina, así es, salvo que se pruebe que la llevaba; y mientras tanto es inocente, por mucho que se le acuse (igual le suena de las películas lo de la “presunción de inocencia”). Es abusivo el uso de la prisión preventiva en un caso así, pero también es inconcebible que le hayan aplicado el régimen F.I.E.S. (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento). Todo esto lo ha explicado mucho mejor que yo Ruth Toledano en este periódico, pero conoce que usted no lo ha leído.