Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
De vita beata
Por fin me han convencido y me voy a vivir a un mundo raro, ese suyo en el que los malos son malos malasombra, malos de verdad, y hagan lo que hagan será por pura maldad. Tiene que ser cómodo vivir en un universo tan sencillo, con malos y buenos. Tiene que ser reconfortante ver confirmado a diario que “ellos” son malos y “nosotros” en cambio somos buenos. Así da gusto, mañana mismo pido asilo en ese país de tebeo tan cómodo en el que residen ustedes.
“Si no es cierto, se desmiente y punto”, escribe Ruth Toledano. Pero no es tan simple, porque están acusando a unos agentes de movilidad de un montaje y eso, de ser cierto, sería muy grave. Como todavía vivo en el mundo real (mañana mismo me exilio), me he tenido que leer la noticia para formarme una opinión. A partir de mañana supongo que no me hará falta: con saber que los malos son malos voy que ardo. Los agentes de movilidad, como recordó Ana Botella (en contra de Esperanza Aguirre, porque los malos son así, ni entre ellos se ayudan), tienen presunción de veracidad. Si es cierto que unos agentes de movilidad fabrican noticias falsas y las difunden por SMS, a mí no me parece que baste con desmentirlo y punto. A mí me parece que la Comunidad debe denunciarlo, más aún si la víctima de ese montaje es el propio presidente. Y me parece muy bien que se pague con mis impuestos. Me sentiría muy desprotegido si viviera en un país en el que los agentes (pagados también con mis impuestos) pueden fabricar noticias para lesionar a alguien, incluso al presidente, con total impunidad. Y tampoco creo que sea la víctima la que tenga que correr con los gastos, cuando el daño se le hace en razón de su cargo público.
¿Que Ignacio González es malo? Aunque sea malo, y creo que lo es, tiene los mismos derechos que cualquiera. No soy yo partidario de que se pueda violar a una prostituta, por ejemplo, puesto que es prostituta. Una violación es una violación, no un simple impago, por muy prostituta que sea la víctima. Pero ya digo, en cuanto me arreglen los papeles, mañana mismo, lo veré correctamente: los malos son malos y contra los malos vale todo. ¿Unos agentes ponen en circulación noticias falsas y las envían a la prensa por SMS? Bueno, ¿qué importancia tiene, si se refieren a alguien del PP? Algo habrá hecho. Se lo merece.
¿Y si no es verdad? Si es “el bulo del bulo”, como dice Toledano, pues entonces que se demuestre que no es verdad.
Y luego hay periodistas, sin duda residentes en ese país tan bello donde nace el arco iris, que reciben una información y ni siquiera llaman para contrastarla. La información se refiere a un malo, por lo tanto será cierta, para qué tomarse ninguna molestia.
Hoy me parece bastante grave que unos agentes fabriquen noticias falsas en contra de alguien y las envíen a la prensa. Mañana por fin tendré criterio. Si unos agentes envían fotos de un coche y dicen que es el de Ignacio Escolar, por ejemplo, que lo tiene aparcado en una plaza de minusválidos, me escandalizaré. Pondré el grito en el cielo. Será inadmisible. Viviremos en un país fascista.
Si dicen en cambio que el coche es de uno del PP, diré: merecido se lo tiene. Algo habrá hecho. Con mi dinero no se protege a los malos. O se lo habrán inventado los del PP, que son más malos que la quina.
Hoy soy partidario de que se investigue el hecho e incluso ni siquiera tengo una idea preconcebida de cuál es la verdad. A lo mejor resulta que, en efecto, todo es una invención, y en ese caso sería partidario de que se castigara a quienes han fabricado el bulo del bulo. A lo mejor resulta que unos agentes han fabricado una noticia falsa para perjudicar a alguien, y también que un medio de comunicación la ha dado por buena sin contrastarla.
Mañana mismo, en cuanto se resuelva lo de mis papeles, la verdad me importará un pito y no necesitaré ninguna información: me bastará con saber que los malos son malos y que yo en cambio soy de los buenos. Qué alivio.
Qué cómodo voy a vivir a partir de mañana, “en un viejo país ineficiente”, sin “memoria ninguna”, sin leer, sin escribir, “entre las ruinas de mi inteligencia”.
Lo dicho, tras esa demolición de mi inteligencia, exigida para el visado de entrada, me voy a su país: qué alegría vivir en un simpático tebeo con viñetas de superhéroes y supervillanos.
Por fin me han convencido y me voy a vivir a un mundo raro, ese suyo en el que los malos son malos malasombra, malos de verdad, y hagan lo que hagan será por pura maldad. Tiene que ser cómodo vivir en un universo tan sencillo, con malos y buenos. Tiene que ser reconfortante ver confirmado a diario que “ellos” son malos y “nosotros” en cambio somos buenos. Así da gusto, mañana mismo pido asilo en ese país de tebeo tan cómodo en el que residen ustedes.
“Si no es cierto, se desmiente y punto”, escribe Ruth Toledano. Pero no es tan simple, porque están acusando a unos agentes de movilidad de un montaje y eso, de ser cierto, sería muy grave. Como todavía vivo en el mundo real (mañana mismo me exilio), me he tenido que leer la noticia para formarme una opinión. A partir de mañana supongo que no me hará falta: con saber que los malos son malos voy que ardo. Los agentes de movilidad, como recordó Ana Botella (en contra de Esperanza Aguirre, porque los malos son así, ni entre ellos se ayudan), tienen presunción de veracidad. Si es cierto que unos agentes de movilidad fabrican noticias falsas y las difunden por SMS, a mí no me parece que baste con desmentirlo y punto. A mí me parece que la Comunidad debe denunciarlo, más aún si la víctima de ese montaje es el propio presidente. Y me parece muy bien que se pague con mis impuestos. Me sentiría muy desprotegido si viviera en un país en el que los agentes (pagados también con mis impuestos) pueden fabricar noticias para lesionar a alguien, incluso al presidente, con total impunidad. Y tampoco creo que sea la víctima la que tenga que correr con los gastos, cuando el daño se le hace en razón de su cargo público.