El Gobierno de Castilla-La Mancha invertirá casi 900.000 euros en el Programa ‘Contigo’ para garantizar la atención psicológica a mujeres víctimas de agresión sexual y también la atención a menores que son víctimas de violencia de género, como consecuencia de sufrir las secuelas que les produce vivir en primera persona la violencia se ejerce contra sus madres.
Se trata de dos líneas de ayuda que ya existen en Castilla-La Mancha y ahora ven incrementado su presupuesto en un 22% de cara a los dos próximos años.
La consejera de Igualdad y portavoz, Blanca Fernández, ha explicado que se trata de que “ninguna niña, ni ningún niño y ninguna mujer que hayan sido víctimas de abusos y agresiones sexuales, ya sea en la actualidad o a lo largo de su infancia y tengan secuelas emocionales por ello se vean abandonados.
Fernández ha calificado de “imprescindible” el programa porque “ayuda a restañar heridas, a salir del trauma y desde luego está demostrando tener efectos muy beneficiosos sobre las personas que acuden a estos programas de atención psicológica”.
En el año 2020 se atendió a 88 mujeres víctimas de agresión sexual en la región y a 247 menores con secuelas por violencia de género. “Ambos programas no se vieron interrumpidos por la pandemia”, ha destacado la consejera quien ha recordado que el servicio se realizó de forma telemática aunque “apostamos por la presencialidad”.
La consejera ha aprovechado para recordar que el Gobierno regional sigue reivindicando que la ley básica del estado contra la violencia machista “se tiene que adaptar al Convenio de Estambul para recoger todas las fórmulas de violencia machista”.
La región dedicó el pasado año 17,5 millones de euros a la lucha contra la violencia de género, con programas de sensibilización, educación y prevención. En concreto a través de la atención de urgencia de las víctimas, con la atención multidisciplinar, con la rehabilitación de secuelas y con las ayudas económicas para su emancipación, mejorando su autoestima e independencia económica. El objetivo, decía, es “salir del círculo de la violencia” y demuestra “el esfuerzo colectivo de la región para proteger a las víctimas y prevenir este tipo de violencia que tanto dolor provoca”.