Valdeazores es una pequeña pedanía de la provincia de Toledo perteneciente al término municipal de Los Navalucillos, situado a casi 40 kilómetros de distancia, el mismo número de habitantes que hay censados en ella, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Ubicada “en pleno corazón” del Parque Nacional de Cabañeros, cuenta con accesos por carreteras de montaña, muchas en mal estado, y no dispone de helipuerto aunque sí de un centro médico al que acude un doctor cada jueves bajo previa petición.
El pasado mes de agosto, dos vecinos de la pedanía fallecieron en pocos días ante la impotencia de familiares y vecinos de contar con una asistencia sanitaria cercana que hubiera podido atenderles en un período de tiempo más breve. Perdieron la vida a la medianoche y en la madrugada a pesar de la inmediatez que tuvieron para avisar al Servicio de Emergencia 112 y los intentos de reanimación que llevaron a cabo los propios vecinos con los afectados hasta que pudo llegar una ambulancia de soporte vital básico y, posteriormente, profesionales médicos que solo pudieron certificaron la muerte de ambos hombres, de 54 y 68 años respectivamente.
Raquel, hija de uno de estos vecinos y Daniel, otro vecino de Valdezores, narran a este medio cómo sucedieron los hechos mientras lamentan “el abandono y la desprotección” que han sentido en ambas situaciones y que les han empujado a pedir soluciones para esta pequeña población situada en el límite con la provincia extremeña de Badajoz.
“Mi padre, una persona sana de 54 años, siente un mareo mientras intenta vestirse para ir al médico tras sufrir durante aproximadamente media hora un dolor de estómago que no le deja dormir. Tras recibir una llamada de mi madre llego a su habitación. Mi padre, sentado en la cama, se incorpora para abrocharse el pantalón y en ese mismo instante se cae hacia atrás y se queda inconsciente. Ya nunca más volveremos a sentir vida en aquel cuerpo que tanto nos dio durante todos estos años”, describe Raquel sobre los últimos instantes de vida de su padre.
Eran las 3.25 horas de la madrugada del pasado 21 de agosto. Inmediatamente, coge el teléfono para llamar al 112, que le indica que una ambulancia acudirá “lo antes posible” al domicilio. “Cuatro minutos después y viendo que mi padre no tiene reacción alguna vuelvo a llamar. En un tono muy despectivo, una señora me grita que si sigo llorando no va a tener más remedio que colgarme. Al final consigo que me pongan con un médico y una doctora me dice que le pongamos de lado y le demos azúcar disuelta en agua ya que yo misma les indico que mi padre sufre principios de diabetes”.
Una ambulancia no medicalizada tras 45 minutos
Con los gritos de desesperación, los vecinos, a quien traslada su “más sincero agradecimiento”, acuden al domicilio. Al no notar mejoría, intentan practicarle sin éxito la reanimación cardiopulmonar (RCP) después de que la doctora, en una nueva llamada diez minutos después, les instara a realizar la maniobra mientras llegaban los servicios sanitarios. Tras otra última llamada del 112 para comprobar el estado de su padre, a “las 4:10 horas, 45 minutos después, llega una ambulancia no medicalizada, con dos técnicos, tras haber recorrido 25 kilómetros por una carretera de montaña”. Veinte minutos más tarde, recuerda, llega también un médico en coche desde Talavera de la Reina -desde donde hay aproximadamente una hora y media de viaje en 85 kilómetros- que solo puede certificar la muerte de su padre.
“La sensación de abandono y desprotección nos invadió en aquel instante en que mi padre se cayó hacia atrás. Nos encontrábamos en nuestro paraíso, pasando unos días maravillosos en familia, pero de repente, aquel lugar donde tan felices habíamos sido, donde mi madre, mi hermana y yo sentimos de niñas la libertad que dan los pueblitos, se convirtió en el mismo infierno. Tenia la sensación de estar en otro planeta, en algún sitio donde nadie nos podía ayudar, en la noche más dura de nuestras vidas me prometí a mí misma por la memoria de mi padre que lucharía por que se nos oyese y protegiese con los mismos derechos que tiene cualquier español”, asevera Raquel.
“Somos 40 habitantes con las mismas obligaciones que cualquier ciudadano pero sin ningún derecho”
En este sentido, subraya que en Valdeazores no hay “ni tan si quiera un triste desfibrilador externo semiautomático (DESA) que inundan los centros comerciales, aeropuertos y lugares públicos de las grandes ciudades. Somos 40 habitantes con las mismas obligaciones que cualquier ciudadano pero sin ningún derecho. No estamos pidiendo ningún lujo, solo que no nos dejen morir”, destaca sobre la disposición de recursos sanitarios esenciales que reclaman para esta pequeña pedanía de los Montes de Toledo.
El municipio más cercano con servicios sanitarios es Horcajo de los Montes, en Ciudad Real, a una distancia de 25 kilómetros de carreteras de montaña. En la localidad cuentan con una ambulancia de soporte vital básico (sin médico) pero no hay urgencias, por lo que el centro médico de referencia de la pedanía está en Los Navalmorales. Con las siguientes imágenes, la valdezoreña denuncia también el estado de la carretera “en los primeros 8 kilómetros” hacia Horcajo de los Montes:
Un pueblo “en shock”
“Nuestro pueblo quedó en shock, mi padre era joven, alegre y ese tipo de personas que sonríe hasta en los días más grises, pero parece que el destino no dejaría descansar mucho más a nuestro pequeño paraíso. Desgraciadamente no se pudo hacer nada. Probablemente su joven corazón tenía la fuerza suficiente como para fulminar a ese gran hombre en cuestión de minutos”, deplora Raquel.
Tan solo nueve días después y con la reciente conmoción del trágico desenlace, otro vecino de Valdeazores falleció tras sufrir un ataque cardíaco. “El día 30 de agosto a las 22:45 horas, nos avisó un vecino del pueblo gritando y pidiendo auxilio. Su otro vecino, de 68 años, estaba sufriendo un ataque cardíaco; rápidamente nos dirigimos al lugar el hijo de la víctima y dos jóvenes más. Mientras nos dirigíamos, íbamos suplicando que no fuese nada grave por lo sucedido hace 9 días. Si era así, estábamos perdidos. Los servicios sanitarios no vendrían rápido. Cuando llegamos a la casa, nos encontramos al hombre tirado en el suelo, con la mirada perdida, inconsciente, respirando muy levemente”, narra Daniel, otro vecino de la pedanía, sobre una situación que contó con el mismo triste desenlace que la anterior.
Su reacción fue llamar al 112. Eran las 22:50, tal y como indica en la captura de pantalla de su teléfono móvil que nos adjunta. Indica que lo hizo “sin saber que ya había llamado la mujer del fallecido, a las 22:40”. “Facilité todos los datos geográficos y les comuniqué el estado físico del paciente. Su respuesta fue que ya habían recibido el aviso y que los medios ya estaban en camino, aunque estaban muy lejos y tardarían en llegar. Que fuésemos haciendo RCP”, explica este vecino de la pedanía en la que de nuevo, ante las voces de auxilio, “numerosos vecinos de alrededor ofrecieron su ayuda”. Entre ellos se “turnaron para practicar la RCP”, una actuación por la que la familia afirma que “estará siempre muy agradecida”.
A las 23:21 horas, tal y como muestra en el registro de llamadas, volvió a contactar con el 112 “suplicando que los servicios sanitarios se dieran prisa, pues el hombre en cuestión tenía un leve pulso mientras realizábamos la RCP, lo que nos daba ciertas esperanzas de que pudiera salvarse”. “Los medios se están en camino, estáis muy lejos”, “seguid haciendo lo que podáis, seguid haciendo RCP, id turnándoos y no paréis hasta que lleguen los servicios sanitarios”, recuerda sobre las indicaciones que le trasladaban desde el Servicio de Emergencia.
Casi una hora después de la primera llamada al 112, a las 23.35 horas, “llegó una ambulancia no medicalizada desde Horcajo de los Montes, con dos técnicos, que pusieron el desfibrilador automático” y les “relevaron en la RCP”. “Finalmente, a las 00:00, llegó una ambulancia desde Navahermosa -la única ambulancia para toda la comarca-, situado a 60 kilómetros por carretera de montaña que se traduce en más de una hora de recorrido, y un coche del SESCAM con dos médicos de urgencia del centro de salud de Los Navalmorales. ”Solamente pudieron certificar la muerte, a las 0:02 horas“, precisa.
De estos duros momentos, aún lamenta “la rabia de animar de manera falsa a los familiares del paciente, diciendo 'tranquilos, tiene algo de pulso, lo vamos a sacar adelante, es fuerte y va a aguantar a la ambulancia', pero teniendo claro que no llegarán a tiempo, como siempre ha ocurrido aquí; tragándote las lágrimas de rabia e impotencia para que esos familiares no entren en pánico”. “¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para olvidar el momento en el que dejé de sentir su pulso, en el que vi esa mirada perdida desvaneciéndose, sintiendo la rabia de quedarse con la duda de si se pudo hacer algo si los medios hubieran llegado a tiempo?”, se cuestiona Daniel.
“Los propios médicos nos pidieron que nos movilizásemos”
“Fueron los propios médicos los que, tras certificar la muerte, nos pidieron que nos movilizásemos, que pidiésemos un desfibrilador al ayuntamiento, cosa que ya hemos hecho y está en proceso. Que pidiésemos un helipuerto, mejoras en la situación sanitaria, lo que fuera necesario para no volver a vivir esa situación”, manifiesta este joven que ya el pasado mes de julio tuvo que llevar a su padre “a toda prisa al centro de salud de Los Navalmorales tras sufrir una reacción alérgica por la picadura de una abeja”. “Llegó saturando 90 de oxigeno llegó al centro de salud. Si hubiéramos esperado a la llegada de los servicios sanitarios podríamos estar hablando de otra desgracia”.
El pueblo, en el que la población se multiplica en el verano, fines de semana o festivos por personas que tienen allí su segunda residencia, ha quedado “muy dolido y muy unido” con lo sucedido este pasado mes de agosto. Por todo ello, piden que “no se vuelva a repetir lo sucedido, la impotencia de saber que vas a perder la vida si te pasa algo grave porque los servicios de emergencia no van a llegar a tiempo”. Así, tras haber conseguido la instalación de desfibriladores en el municipio, que costeará el Ayuntamiento de Los Navalucillos, y realizar el curso de formación varios vecinos para poder utilizarlo, costeado por ellos mismos, reclaman también mejoras de los accesos en carretera a la pedanía, sobre los que denuncian con varias imágenes su situación.
El alcalde de Los Navalucillos: “No es la primera vez que advertimos de la indefensión en la que se encuentran estos vecinos”
Tras estos sucesos, el alcalde de Los Navalucillos y diputado provincial del PP, José Ángel Pérez Yepes, ha mostrado esta semana su “total apoyo” a los vecinos de la pedanía de Valdeazores y les ha trasladado sus condolencias ante las desgracias que han tenido que vivir recientemente.
“No es la primera vez que advertimos de la indefensión en la que se encuentran estos vecinos”, dice el alcaldes, que pide a la Junta que “tome medidas urgentes al respecto, que pasan no solo por mejorar los servicios de emergencia, sino también las comunicaciones por carretera. Para que nunca más una familia tenga que pasar por la tristeza y la impotencia de ver que un familiar pierde la vida ante sus ojos sin recibir asistencia sanitaria”.
Pérez Yepes ha alertado de que este problema “se repite también en las pedanías de Robledo del Buey y Los Alares”, ambas pertenecientes a Los Navalucillos, por lo que ha reclamado que se pongan en marcha medidas “cuanto antes para buscar una solución a un problema ya insostenible”.