- Las elecciones autonómicas le dieron a Emiliano García-Page vía libre para una legislatura cómoda y muy atípica en el convulso escenario estatal
- Podemos no solo dejó de ser decisivo en el Gobierno regional sino que perdió toda su representación, provocando la dimisión de toda su dirección
Fueron muchos los factores que confluyeron el pasado 26 de mayo para darle a Emiliano García-Page su primera mayoría absoluta como presidente de Castilla-La Mancha. No es que fuera extraño en esta comunidad autónoma, de carácter bipartidista entre PP y PSOE hasta el año 2015, sino porque el resultado fue totalmente atípico dentro del contexto estatal de pactos. El propio García-Page tuvo que hacerlo así con Podemos toda la legislatura anterior, primero en un acuerdo de programa y luego en un gobierno de coalición. De ahí la singularidad de unos resultados electorales que le pusieron a los niveles de las legislaturas del también socialista José Bono, incluso con Ciudadanos entrando en las Cortes de Castilla-La Mancha. En su caso, fue una mayoría absoluta conseguida sin el tradicional bipartidismo.
En las elecciones autonómicas del pasado mes de mayo, aparte de Castilla-La Mancha, solamente en Extremadura el PSOE se hizo con otra mayoría absoluta similar. Dos regiones donde prácticamente han funcionado las mismas fórmulas, salvando algunas diferencias de discurso y carácter demográfico. En el caso castellanomanchego, los socialistas, pese a mantener un discurso conservador como suele ser habitual, aglutinaron a buena parte del electorado de izquierdas ante el desencanto con Podemos, pero también del centro-derecha: PP y de Podemos.
El PSOE consiguió 75.000 votos más recopilados en todas las provincias, pero de esa cantidad más de 30.000 se correspondieron a Toledo, por donde concurría García-Page. Debido al sistema electoral, ese gran aumento tan solo se tradujo en un escaño más por esta circunscripción pero fue un indicativo para comprender el aumento en las otras cuatro provincias. La subida de sus porcentajes y votos procedió de trasvases de varios frentes políticos. No se hizo con los 100.000 votos que perdió el PP, pero sí con buena parte de ellos.
Podemos, a la inversa
El caso de Podemos fue el contrario. El que fuera su socio de gobierno desde agosto de 2017, perdió unos 25.000 votos quedándose sin representación parlamentaria: aproximadamente la mitad se transformaron en papeleta socialista. Previamente, el partido de Pablo Iglesias había perdido también su representación por Castilla-La Mancha en el Congreso tras las elecciones generales de abril. La situación provocó la dimisión en bloque de la dirección de Podemos en la región y el nombramiento de una gestora que todavía hoy se mantiene.
Por el contrario, Ciudadanos sí que consiguió entrar por la puerta grande, con cuatro diputados, en las Cortes castellanomanchegas. Pero la situación de mayoría absoluta del PSOE ha difuminado su relevancia, puesto que no son necesarios estos escaños para que el partido del Gobierno saque adelante sus leyes y propuestas.
Precisamente, uno de los mensajes que Emiliano García-Page más repitió al inicio de la legislatura fue que su intención de conseguir pactos a todos los niveles pese a la mayoría absoluta. Eso, en el primer periodo de sesiones de la legislatura, se ha conseguido en unos casos y en otros no, como ha sucedido con el Estatuto de las Mujeres Rurales o la nueva Ley de Economía Circular: no han tenido consenso absoluto pero tampoco votos en contra.
Ciudadanos, influido por los pactos locales con el PSOE
La posición de Ciudadanos en el Parlamento también se ha visto influida por los pactos post electorales en ayuntamientos a los que llegó con el PSOE en virtud de los resultados de las elecciones municipales. La formación naranja gobierna con los socialistas en Guadalajara, Ciudad Real, Albacete y otros municipios de la región. Se trata igualmente de un caso ‘sui generis’ que se pactó a nivel regional y que ha dificultado el papel de oposición de este partido.
Los pactos PSOE-Ciudadanos junto con los resultados electorales han hecho que el PP se quede prácticamente sin poder en esta comunidad autónoma. Era la primera vez que Francisco Núñez, presidente de los ‘populares’ castellanomanchegos y sucesor de María Dolores de Cospedal, se presentaba a los comicios. Su debut no fue bueno y su papel ahora en la oposición se basa en fortalecer el discurso contra García-Page pero también contra Ciudadanos por sus acuerdos con los socialistas.
¿Cuál es el escenario futuro? Fuentes del Gobierno regional apuntan que la mayoría absoluta permiten mantener buenas expectativas. “Hay una estabilidad que nos está permitiendo sacar adelante nuestro proyecto, los presupuestos regionales a tiempo y una producción legislativa a velocidad de crucero y pisando el acelerador”. Es decir, optimismo a raudales en aras de esa mayoría absoluta, aunque con el objetivo de “seguir buscando el consenso”, especialmente en aquellas cuestiones de especial interés como el agua o la financiación autonómica.