Jesús Toledo y Julián Asenjo, Garagewine, siempre van un paso más allá. Si por algo se identifica el trabajo que hacen en su bodega de Quintar de la Orden es por recuperar las variedades autóctonas, las viñas olvidadas que se salvaron 'por los pelos.' primero de la filoxera y después del arranque. Ahora están metidos de lleno en un proyecto para elaborar un vino espumoso con la variedad Brujidera y para ello han firmado un convenio con el Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (IRIAF).
Las uvas proceden de 1.850 cepas de Brujidera de una viña plantada en 1986 que estos dos primos han recuperado y están trabajando. Jesús Toledo está convencido de que aquí puede salir un magnífico vino. “Tenía la firme convicción de que este vino tiene unos parámetros de acidez, en torno a 6 y pico casi 7 gramos de ácido tartárico y yo estaba convencido de que haciendo una vendimia temprana de podía hacer un vino espectacular”, señala.
Por ello, el pasado 4 de agosto recogieron estas uvas muy tempranas y pidieron ayuda al IRIAF para abordar la segunda fase de este proyecto del que quieren que salga el primer espumoso de esta variedad. “El IRIAF nos va a aportar la segunda línea de trabajo, que es hacer una siembra de levaduras para crear la burbuja, un licor de expedición y luego un degüelle y licor de tiraje”, señala.
Desde el principio, vieron las potencialidades de esta viña. “Es una uva que cuando la cogimos el 4 de agosto vimos que se podía hacer un 'blanc de noirs', un vino blanco de tinta, espumoso. Llevábamos varios años intentándolo, pero este año lo hemos cogido en el momento óptimo a conciencia”, señala.
La variedad Brujidera (también conocida como moravia dulce, crujidera, brujidero o trujidero) es el buque insignia de su bodega ya que su tinto de esta variedad es su vino más conocido, pero continuamente están experimentando con otras uvas en muchos casos casi desaparecidas, “queremos continuar con nuestro negocio de varietales autóctonas hacer cosas diferentes con nuestras uvas”, señala.
Esta es una variedad curiosa, “una uva diferente que se llama así porque tiene la piel muy dura y al masticarla trasmite un sonido como crujir y de ahí su nombre, es una uva a la que tengo mucho cariño”, dice.
Uvas para el cambio climático
Precisamente acaban de plantas una nueva viña Brujidera junto con otras variedades dentro de un proyecto experimental de recuperación de variedades que están desarrollando junto con el IVICAM (Centro de Investigación de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha), entre ellas además de la Brujidera, Moscatel serrano, Malvar y Tinto Fragoso.
Además, “en esta finca experimental vamos a poner tres variedades que son las que mejor se van a aclimatar al cambio climático que ya es una realidad, que son Garnacha, Majuelo y Monastrell”, asegura Jesús Toledo.
El afán de búsqueda y de experimentación no para en estos dos jóvenes viticultores y bodegueros. Entre las cosas que han hecho recientemente es intentar hacer un vino de hielo en plena Mancha. “Hemos hecho muy pocas botellas, 77 botellas, experimentando un airén botritizado, un airén con uvas pasas, vendimiadas en diciembre. La airén es una uva muy frágil, piel fina y en seguida empieza a hacer podredumbre y dijimos ‘vamos a hacer como una simulación de vino de hielo’”. Como resultado, asegura que “ha salido un vino superraro y diferente que está muy bueno para acompañar con pates y vinos supercurados”.