Marrupe, el pueblo de Toledo en el que el éxodo rural se ha llevado también a los conejos
Menos de 100 habitantes, 730 hectáreas de encinas y alcornoques y ningún conejo de monte. Es la situación de Marrupe, pueblo toledano situado en la Sierra de San Vicente, y de la que también participan otros municipios del entorno e incluso de zonas limítrofes de Extremadura.
Esta localidad acoge este sábado unas jornadas en el marco del proyecto LIFE Iberconejo, en las que biólogos, propietarios de terrenos, la asociación de caza, agricultores, ganaderos y vecinos, analizarán las razones de la desaparición del conejo de monte y las medidas para el fomento las poblaciones de este roedor, que supone un impulso a la actividad socioeconómica y la conectividad de los territorios de lince ibérico.
La realidad de estas zonas tradicionalmente ricas en conejos se opone a las de otros términos municipales, en comarcas de La Mancha, donde la proliferación del conejo está acabando con cosechas enteras y que ha llevado a los agricultores a manifestarse y a pedir soluciones para terminar con los daños a las producciones agrarias.
Las razones de estas dos situaciones encontradas, según Almudena Zaragoza, organizadora de estas jornadas, bióloga y vecina de Marrupe, no son fáciles de explicar. En unas zonas desparecen por el “abandono de los usos tradicionales” y en otras “que suele coincidir con zonas de agricultura, proliferan porque no hay prácticamente depredadores como por ejemplo las aves rapaces, y ocurre porque las aves rapaces también tienen sus propios problemas, en realidad es un desequilibrio que hay en el ecosistema, en unas zonas donde no debería prolifera demasiado y en otras zonas que había, desaparecen”, señala.
Así las cosas, por ejemplo, “en zonas como pueden ser los montes mediterráneos de dehesa típicos extremeños, como en la Sierra de san Vicente que es un bosque de encinas y alcornoques donde normalmente la actividad principal era la caza menor, ha desaparecido masivamente. El motivo en parte ha sido las leyes de protección de esas fincas que ha impedido que los propietarios ejerzan el mantenimiento de la propia vegetación como el desbroce o incluso les ha impedido plantar algunos tipos de herbáceos, que es lo que muchas veces demandan los propietarios, que se les permita hacer una gestión en los territorios. Lo que ha pasado es que la desaparición de estos usos tradicionales ha provocado la desaparición también de las especies asociadas”, asegura.
“Las zonas donde prolifera excesivamente son zonas de cultivos, normalmente sin vegetación, e incluso zonas de graveras, por ejemplo, en la zona de Toledo, más alejada de Talavera, que es una zona árida, de cultivos, ahí se han visto explosiones de población. Zonas áridas, donde se multiplica excesivamente, zonas donde ha podido encontrar refugios y alimentos que al final coincide con zonas de producción agrícola donde pueden causar más daños que en el propio monte, donde no causa daño, sino que genera beneficios”, señala esta bióloga que también será la encargada de presentar la jornada.
Proyecto Life Iberconejo
En las jornadas van a estar representados tanto el proyecto Life, a través del biólogo Fernando Silvestres, como el propietario de la finca El Castañar de Toledo, que alberga actividad ganadera, ecoturismo y que tiene linces que han entrado de manera natural y que además está haciendo fomento de las poblaciones de conejo, y participa en varios proyectos Life. “Como propietario su experiencia seria valiosa para los propietarios de otras fincas” que han visto como los conejos han desaparecido.
El objetivo de este encuentro es “juntar la conservación con la experiencia de un propietario que esta participando en estos proyectos”, con los vecinos del pueblo, la asociación de caza y conocer sus demandas y con otros propietarios de fincas.
Según Zaragoza, uno de los problemas es “que en general no hay feedback entre los propietarios y la administración y realmente la comunicación es tediosa, poca se llega a dar realmente con la persona que lleva el tema, la burocracia es excesiva y esto lleva al abandono del monte y la desesperación de los propietarios”.
Por ello, una de las partes de este proyecto Life es mejorar el “feedback entre la administración y los propietarios para que las demandas de la población rural se tengan en cuenta y se lleven a cabo”.
Y es que, según recuerda la organización de esta jornada, el conejo de monte es una especie clave para la supervivencia de muchas otras que dependen de él, como por ejemplo el lince ibérico o el águila imperial, ambas endémicas de la península y en peligro de extinción. Además, es un ingeniero de ecosistemas, se ha descubierto que es un activo dispersor de semillas de herbáceas, arbustos y árboles. Con su aporte de biomasa, abona los terrenos y sus madrigueras ahuecan los sustratos, favoreciendo la siembra y el refugio de otras especies. La actividad socioeconómica de las zonas rurales también depende del conejo.
Esta especie, en el año 2019, fue declarada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como en peligro de extinción. El motivo ha sido la disminución de un 70 % de su población en las últimas décadas. Como causa se apunta a un conjunto de factores que incluyen enfermedades, como la fiebre hemorrágica o la mixomatosis y el abandono de los usos tradicionales como la siembra de ciertas especies de herbáceas o la adecuada gestión de las masas forestales.
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