Mora avanza en la recuperación de zonas contaminadas con alpechín con el proyecto Life-Regrow
El Ayuntamiento de Mora va a demostrar que es posible recuperar las balsas contaminadas con alpechín y recuperar la biodiversidad a través del proyecto Life-Regrow, que está desarrollando junto con la Universidad Miguel Hernández, la Universidad de Almería, la Asociación Española de Municipios del Olivo y la Empresa Gestión de Residuos Manchegos. El programa cuenta con un presupuesto de 1.480.627 euros cofinanciado en un 60% por la Unión Europea.
Este proyecto, que se encuentra ya en su segunda fase y que terminará en el 2021, tiene como objetivo regenerar una zona rural contaminada con balsas de agua residuales de las almazaras, mediante la aplicación de diferentes estrategias de recuperación para descontaminar la zona y rehabilitar todo el área, hasta llegar a crear un ecoparque con un aula didáctica destinada principalmente a los escolares, para que conozcan el antes y el después.
Según María José López, Investigadora de la Universidad de Almería en este proyecto, en estas balsas, muy numerosas en todas las comarcas olivareras, “se acumulaban los residuos que luego se evaporaban y quedaba el sedimento. Muchas de ellas no estaban impermeabilizadas, con los consiguientes riegos de contaminación para los acuíferos y los suelos”.
El objetivo final de este proyecto es establecer un modelo que se va a replican en otros lugares con el mismo problema, diseñar una aplicación para incorporar todos los datos que se obtengan de modo que, en función del tipo de balsas y donde estén ubicadas, se puedan tomar decisiones para descontaminar. Para ponerlo en marcha, “nos gustaría que se implicasen tanto ayuntamientos como cooperativas de zonas olivareras”, señala.
Estos resultados se expondrán no sólo en otras zonas españolas sino también a otros países donde también tienen este problema de contaminación como Grecia, Italia y otros sitios del Mediterráneo.
El proyecto consta de tres fases y en estos momentos está en el ecuador. En una primera fase, se determinaron “cuáles eran las características de los sedimentos que ocupan unas cinco hectáreas y ver hasta donde llegaba la contaminación por debajo del suelo”.
La segunda, que es la que se está llevando cabo actualmente, consiste en realizar ensayos para determinar qué estrategia es la más eficiente para esta descontaminación y proporcionar así un catálogo de soluciones fáciles de aplicar para la regeneración del suelo. Se desarrollaron diversas estrategias entre las que está la de biorremedación o uso de los microorganismos naturales (hongos y bacterias) para descomponer sustancias; la fitorremediación, es decir, utilizar plantas para lograr la descontaminación; el compostaje y el vermicompostaje (utilización de algunas especies de lombrices de tierra para transformar desechos orgánicos en compost).
Hay dos parcelas para cada uno de los ensayos que se están llevando a cabo con las distintas técnicas. En algunas de ellas se adicionaron los microrganismo que aceleran el proceso de descontaminación, “esos microrganismo fueron obtenidos aislándolos a partir del propio material de las balsas y se fue incrementando su número y vemos que se acelera el proceso de descontaminación”, señala.
“Hemos ido obtenido datos de cómo se transforma el material y el tipo de procesos que ocurren con el compostaje y vermicompotaje y vemos que se obtiene un material que puede servir para la agricultura o para restauración de suelo”, asegura.
Una vez valorados todos los resultados de este laboratorio al aire libre, se trasfiere a la siguiente balsa, en la que se trabaja a gran escala el modelo más eficiente que se ha obtenido en los ensayos.
Tras estos ensayos, María José López afirma que “una de las conclusiones es que hay dos tratamientos que son adecuados para tratar el material: el arado, que es airear la tierra con un arado e ir incorporando microrganismos y materia orgánica; y el compostaje, otro de los tratamientos que funciona muy bien”. Hasta el momento se han restaurado más de 2400 metros cuadrados de balsas y se han obtenido más de 40 toneladas de fertilizantes compost y vermicompost a partir de los residuos.
Posteriormente, una vez que el material ha sido descontaminado, comienza la siembra de plantas para la recuperación de la biodiversidad en la zona.
Estas balsas se quedarán como unidad didáctica, ya que todo el complejo va a formar parte del ecoparque, que contará con una unidad didáctica, “un camino para que vengan los escolares y el público en general para enseñarles cual es el problema y cómo se puede solucionar”.
Para ello, una vez tratada toda la zona que antes de los trabajos parecía un “paisaje lunar”, señala Raúl del Moral de la Universidad Miguel Hernández, se va a replantar y hacer una labor de paisajismo a cargo del Ayuntamiento de Mora y cuyos trabajos darán comienzo a mediados del 2020. El proyecto tiene que estar terminado en el primer semestre de 2021 y, entonces, cualquiera podrá ver lo que era y lo que es: “Entras por la puerta y ves una balsa de acumulo de alpechín, al lado otro con líquido y burbujas de biogás, y vas transitando hacia la zona de demostración, para luego ver ya la restauración. Podrás ver el antes y el después”, asegura. Una vez recuperada la zona se creará también una laguna para albergar a las aves acuáticas que pasan por la zona en tránsito y un bosque con distintas variedades de olivo.
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