“En Guadalajara no hay ninguna manada de lobos asentada de manera definitiva, hacen falta unos cuantos años para que eso se produzca, la especie lo intenta desde hace años, pero por presión antrópica, no lo consigue. La presencia del lobo en la Sierra Norte por tanto, es testimonial”. Así de tajante se muestra Ángel Manuel Sánchez, director del Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo y Evaluación del Estado de conservación de sus Hábitats Naturales con sede en la Universidad de Alcalá de Henares, ante las noticias que hablan de dos o tres manadas de lobos estables con 20 o 25 animales cada una y que han desatado alarmismo entre los ganaderos y la sociedad.
En declaraciones a Agroalimentaria, Ángel Manuel Sánchez ha afirmado que “en Castilla-La Mancha solo hay presencia de lobo en Guadalajara y no hay ningún grupo familiar estable, con lo cual su presencia es testimonial, de lobos itinerantes o solitarios que pasan de manera muy ocasional desde alguno de los grupos familiares asentados en la provincia de Segovia”.
Sobre las noticias que apuntan a una presencia de entre 60 y 70 lobos en esta zona de la serranía de Guadalajara, agrupados en dos o tres manadas, las considera “fake news porque si en la superficie que ocupa la Sierra Norte tuviéramos esa cantidad de lobos, sería una densidad similar o incluso superior a la de la Sierra de la Culebra que es una de las mayores del mundo, son números medios que no los hay ni en el Norte de Canadá o Alaska”, afirma. Además, apunta que el tamaño medio de las manadas de lobos en España es de 3 a 5 individuos que es, aproximadamente, igual a las de los lobos europeos.
El proyecto que dirige Sánchez está orientado a la formación de voluntarios para el estudio de la situación poblacional y de conservación del lobo en los territorios donde habitó, habita y habitará de nuevo en la Península Ibérica. Concretamente en Castilla-La Mancha están haciendo un estudio poblacional y de calidad de los hábitats. “Pensábamos haber publicado este año un informe en Guadalajara y no hemos podido hacerlo por la pandemia”, pero esperan poder hacerlo para el año próximo y “desmentir todos estos bulos porque esto no hace ningún favor a la especie, al revés”, afirma.
Así espera comprobar la situación de este mamífero. “Ahora mismo no hay ninguna manada estable en Guadalajara. Veremos este año que ha habido un año y medio de parón en el seguimiento exhaustivo por la pandemia, si de manera milagrosa se han reproducido, pero nosotros nos hacemos decenas, cientos de kilómetros con los grupos de trabajo que hay en Guadalajara y nos cuesta mucho encontrar indicios de presencia de la especie”, asegura.
También Ángel Manuel Sánchez pone en duda los datos que cifran en 90 los ataques de lobo con 123 animales muertos que se produjeron en pasado año en Guadalajara, y afirma que estos números están inflados. “Con esto, obviamente, no te digo que puntualmente no pueda producirse algún ataque de lobo al ganado en el corredor que va de Segovia a Guadalajara, pero hemos revisado muchas de las imágenes aparecidas en redes sociales, denunciadas como ataque de lobo en Guadalajara, y muchas de ellas no son tales, en otras, puede que hayan entrado a alimentarse de la carroña (muerte por causas naturales) sin necesidad de haberlas matado ellos”, dice.
“No digo que los lobos no maten ganado ocasionalmente, pero hay que decir claramente que seleccionan positivamente las presas silvestres sobre el ganado, especialmente en hábitats bien conservados, Guadalajara dispone de este tipo de hábitats, y hay muchas publicaciones científicas que lo demuestran”, afirma tajante.
Sánchez señala además que “el lobo lleva intentando asentarse en Guadalajara desde hace años pero no lo consigue. Puede que un año consiga reproducirse, pero con la presión humana que hay sobre la especie, al año siguiente, muchos de estos lobos mueren por causas naturales o no, la presencia en la provincia por tanto es testimonial y así tiene que decirse claramente, sin alarmismos. El lobo en Guadalajara, está en uno de sus límites de área de distribución, la densidad de la especie en esta provincia castellano-manchega por tanto, es ínfima”.
Ayudas a la ganadería
Sobre las ayudas a la ganadería que recientemente la Junta de Comunidades de Castilla-La mancha ha aumentado en su cuantía para compensar los daños por los ataques de lobos, Ángel Manuel Sánchez considera que tanto para el lobo como para otras especies de depredadores “el modelo subvencionista que están implementado es completamente erróneo para la conservación de una especie como el lobo, ya que no solamente no minimiza los ataques, sino que aumenta la picaresca, el victimismo y con ello las reclamaciones. No podemos continuar pagando con dinero público por todo lo relacionado con la conservación de la biodiversidad”.
Cree que “habría que desarrollar un modelo que premiase a los buenos ganaderos y a los no tan buenos, todo lo contrario, un tipo de contrato territorial”. Así señala, por ejemplo, que el ganadero que desarrolle su actividad en territorios donde habiten grandes depredadores que puedan resultarle ocasionalmente problemáticos, “sea premiado por su labor siempre que implemente unas medidas disuasorias, preventivas y continúe con los usos tradicionales de sus ancestros que actualmente se han perdido (guarda del ganado, agrupación de los partos, perros de guarda, etc.), pero no subvencionar y posteriormente indemnizar indiscriminadamente con ayudas, sin ningún tipo de fiscalización, que además llevan aparejados unos compromisos ambientales que no se están cumpliendo”.
Taxativamente afirma además que la convivencia entre el lobo y los ganaderos “no es que sea posible es que los ganaderos si quieren seguir desarrollando sus actividades van a tener que convivir con especies como el lobo y el resto de la biodiversidad. Si no están dispuestos a convivir con ellas tendrán que abandonar sus actividades, no hay otra opción más que esta en el siglo XXI. El enemigo no es lobo, sino los precios de la carne y otros productos, así como la falta de competitividad de un sector, que, en Europa Occidental, al menos, se ha acostumbrado a vivir de las subvenciones. Paradójicamente, los ganaderos que perciben menos subvenciones y mantienen algunos de los usos tradicionales, suelen ser los que menos ”ataques“ sufren y por tanto los que menos se quejan…”.