La 'Tomasenka', el invento de un agricultor de Guadalajara reconocido por Industria como 'modelo de utilidad pública'

Pilar Virtudes

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A Tomás Santamaría, olivicultor de Guadalajara, la inspiración le llegó mientras estaba dentro del túnel de lavado en su vehículo. Mientras observaba cómo los rotores daban vueltas sobre el capó de su coche, empezó a pensar en una máquina que -con un sistema similar- le permitiera varear y recoger las olivas sin tener que bajarse del tractor.

“Me meto en el túnel de lavado y veo los rotores que lavaban el coche y ahí me vino la inspiración y pensé: Esto, puesto en un cajón, tiraría las olivas dentro y me ahorraría la mano de obra y sobre todo ir en el tractor en lugar de pasando calamidades, que se pasan muchas calamidades”, asegura.

Así nació 'La Tomasenka'. Este agricultor que trabaja entre las localidades de Utande y Valdearenas acaba de conseguir la patente de una máquina inventada, diseñada y construida por él mismo, para coger aceitunas en sus olivares. Son de muy bajo rendimiento, marginales y en los que, según señala, no le es rentable contratar mano de obra para recoger el fruto, ya que los costes son superiores a los rendimientos.

Su máquina, La Tomasenka, es un complemento para el tractor. Se engancha delante -a la pala- o detrás, una estructura metálica de tres paredes que incorpora unos rotores que mueven una especie de latiguillos de plástico y que giran hacia dentro. La máquina entra en el olivo, lo varea y las aceitunas caen en un cajón que lleva debajo, similar a los cajones de los paraguas que suelen usarse para la recolección a gran escala.

'Modelo de utilidad pública' según el Ministerio de Industria

De hecho, este artilugio ha recibido del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo la respuesta a su solicitud – presentada en 2020- que le concede el título de ‘modelo de utilidad pública’, otorgándole un derecho de exclusiva en todo el territorio nacional durante 10 años para su máquina.

La necesidad de contar con una ayuda para recoger la aceituna de los olivos, una tarea que antes realizaba junto a su padre, mano a mano, le llevó a afinar el ingenio. “En estos olivos marginales no puedes contratar una cuadrilla porque la recogida supera los costes, ya que es muy poco lo que se recoge”.

“En el 2019, recogiendo oliva me vio un compañero y me dijo: Tomás, calamidad, qué haces ahí cogiendo olivas a mano, y con los tiempos que corren, te tienes que modernizar que eso no es viable, y me quedé con la copla. O preparaba una paraguas, que se me iba de precio, o abandonaba los olivos”, asegura.

Y así surgió justo antes del confinamiento, la idea que poco a poco fue materializando y que fue dando forma durante los meses de encierro. Al principio pensó encargarle a un herrero la fabricación de La Tomasenka, pero al darse cuenta que podían copiarle la idea, decidió cortar él mismo los hierros y ensamblarlos, construirla y, con ayuda de su primo, registrar la patente.

“Nos pusimos manos a la obra, compré el material, la fabriqué, en el 2020 hice un prototipo que no funcionó, pero no me achanté y tiré para adelante”. Siguió trabajando y, gracias a otro primo que estuvo echándole una mano, “la hicimos viable”, y aquel año ya la probó,  “entre ensayo y error pude coger cuatro olivas antes de la Filomena”.

Siguió trabajando todo ese año en la idea y en 2021 acabó “el formato 2.0 que es extensible, voy mejor por la carretera porque es más pequeño y en el olivar se hace más grande, con rotores, más evolucionada. Ahora ya me siento en el tractor, y cojo las olivas más cómodo”, asegura.

Para recoger los olivares marginales

La Tomaseka “no está pensada para Jaén sino para convertir los olivos marginales que tenemos en Guadalajara, con una producción de entre 5 y 10 kilos por olivo, en rentables y viables, porque el 90% del olivar en mi zona se está abandonando, por el trabajo que supone”.

En los últimos días, ya alguien se ha interesado por fabricar la Tomasenka, “un padre y un hijo la vieron en acción y les encantó y ya se han puesto manos a la obra para fabricarla con mi autorización en la empresa de herrería más grande de Guadalajara” y no descarta el diseño de un prototipo también con ayuda externa.

Tomas Santamaría calcula que construir este máquina costará unos 10.000 euros. Actualmente trabaja en perfeccionarla, “mejorar el funcionamiento de las alas para que se abran y cierren mejor y sin vibrar y los sacudidores, porque no logro dar con unos latiguillos que vareen bien, eso es lo que más me está fallando”.

Este olivicultor ya ha utilizado su máquina en tres campañas, vareando los más de 4.000 olivos que tiene con resultados positivos y cree que puede mejorar la vida de los agricultores de la zona o de otros puntos del país. “Ha sido la pura necesidad, porque o los abandonaba o se me ocurría algo”. 

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