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Alberto Garrido, experto en sostenibilidad agraria: “Tenemos que pensar que en España va a haber menos agua disponible”

Cultivos de regadío

Carmen Bachiller

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Sí, el agua es un recurso escaso y lo será todavía más en apenas dos décadas. La tecnología, la depuración eficiente, la conservación de los recursos en las cuencas hidrográficas o la administración eficaz son algunas de las claves a corto plazo para controlar el dominio público hidráulico y proteger los ecosistemas. 

Son algunos de los elementos que ha puesto sobre la mesa el catedrático de Economía y Política Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid y vicerrector de Calidad y Eficiencia de esta universidad, Alberto Garrido, coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Agua

Ha participado en una jornada telemática organizada por la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha que clausuraba el secretario de Estado de Medio Ambiente Hugo Morán.

Garrido (Albacete, 1964) ha dicho hoy que el agua “nos tiene que preocupar y la sitúa entre las prioridades y los ”riesgos“ a los que se enfrenta la Humanidad. No es algo nuevo. Esa preocupación la sitúa en el tiempo desde el año 2012 por varios motivos.

La Península Ibérica perderá entre un 20 y un 30% del agua de escorrentía y de recursos entre 2040 y 2070 aunque, matiza, puede haber “variabilidad” en cuanto a las proyecciones. No en vano estos son datos de un estudio del CEDEX del año 2017.

Eso ocurrirá, decía, “prácticamente en todas las cuencas” con descensos del recurso agua entre el 5 y el 20% y ha destacado, en concreto la situación en la cuenca del Guadiana, con descenso entre el 12 y el 17% o en el Segura, entre el 12y el 23%.

“El reto de la calidad el agua es una prioridad en Castilla-La Mancha”

“Tenemos que pensar que va a haber menos agua disponible” y a eso se suma el actual mal estado tanto de las aguas superficiales como de las subterráneas. El 44% de este recurso no tiene una calidad óptima. “Es un reto muy importante que hay que abordar”, sostiene el también director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.

“El incremento de la ganadería intensiva en la región, los problemas de contaminación urbana e industrial o los drenajes urbanos, los suelos contaminados y las alteraciones hidromorfológicas” son los retos y presiones en la región

El caso de Castilla-La Mancha es desigual según zonas y “el reto de la calidad es también una prioridad en la región”, ha asegurado.

De hecho, “hay retos y presiones en esta región”. En este sentido ha comentado que cualquier metro cúbico aplicado al regadío es “extremadamente productivo y eso va a aumentar porque conforme aumenta la temperatura el agua es más productiva”.

Ha citado entre esos retos y presiones “el incremento de la ganadería intensiva en la región, los problemas de contaminación urbana e industrial o los drenajes urbanos, los suelos contaminados y las alteraciones hidromorfológicas”.

El “gran nivel” de adaptación de la agricultura regional al calentamiento global

En Castilla-La Mancha la superficie de regadíos ha aumentado en 126.000 hectáreas desde el año 2004. Hoy se llega a las 570.000 hectáreas.

En este sentido ha apuntado “el cambio tecnológico” en los sistemas de riego. Hoy el riego localizado es el predominante en la comunidad autónoma. “También es muy importante que los usos del agua para regadíos en Castilla-La Mancha han disminuido. El aumento de la superficie de regadíos ha ido acompañada de una reducción del volumen total aplicado, así como la reducción de las tasas aplicadas por hectárea”.

El cambio se ha producido también en lo que tiene que ver con el tipo de cultivos de regadío. Se ha dejado atrás el cereal para apostar por los frutales o el viñedo de regadío. “Hay una transformación importantísima en las superficies regadas de la comunidad autónoma”.

A eso se suma el avance de cultivos como el almendro de regadío (140.000 ha) o del pistacho (30.000 ha). “Eso sin duda es reflejo de un gran de nivel de inversión y de adaptación de la agricultura de Castilla-La Mancha al calentamiento global y a la búsqueda de oportunidades económicas”.

“Hay un potencial enorme en la depuración, sobre todo en Madrid”

En cuanto a las estrategias, uno de los caballos de batalla que ha señalado este profesor de Economía Agraria y de los Recursos Naturales es el “papel de la depuración” que tiene, en su opinión, “un potencial enorme, en particular si se aumenta la depuración en Madrid”.

En este punto se refería al estudio realizado por Antonio Bolinches, investigador del Observatorio del Agua de la Fundación Botín y de la Universidad Complutense de Madrid sobre ‘La depuración en Madrid y la calidad de las aguas del Tajo Medio’ en el que “se identifican y cuantifican las presiones, se modeliza su efecto sobre el medio receptor y se definen los cambios que habría que adoptar para conseguir el buen estado del Tajo Medio”.

La principal causa de las altas concentraciones de contaminantes físico-químicos en las aguas superficiales de la región, dice este estudio, “son las presiones urbanas que generan aguas residuales vertidas a los ríos tras ser tratadas”.

De acuerdo a estos datos Garrido ha recordado que “hay una gran concentración contaminantes como el amonio y poco caudal para diluir esa contaminación” aguas abajo del río Tajo a partir de Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina“ que se puede atajar vía depuración en la Comunidad de Madrid.

“Eso se puede aplicar también a otras zonas”, decía el profesor. Y es que, recordaba, “se está haciendo poco en las cuencas ibéricas” en lo que tiene que ver con la aplicación de los caudales ecológicos que marcan las directivas europeas.

 En este punto citaba la investigación realizada por Gabriel Mezger, ingeniero superior de Montes y que advierte de la desigual implementación de los caudales ecológicos en nuestro país. No se cumple con “los cuatro criterios” que marca la normativa española: caudales mínimos, caudales máximos, tasas de cambio y caudales de crecida para asegurar que el río mantiene su estado natural.

Garrido ha abogado, por otro lado, “por descubrir la relación entre las presiones antrópicas (el impacto que el ser humano causa en el medio ambiente) y el estado de los ecosistemas”.

Además, cree que hay que “valorizar recursos, contabilizar presiones, reconocer el valor de agua en sus distintas calidades, situación y momento que varían mucho en el tiempo, estimular la innovación o asegurar el control de los usos del agua. En definitiva, aplicar las directivas europeas de agua”.

También ha reclamado “aumentar” la conciencia, la educación y la innovación en materia del agua, divulgando su valor porque “las demandas de agua seguirán aumentando en nuestra geografía nacional y especialmente en Castilla-La Mancha en el ámbito de la Agricultura porque es un multiplicador de riqueza y oportunidades para los agricultores”. 

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