Alberto Nájera, científico: “Si hubiéramos hecho caso a bulos y negacionistas, estaríamos en un problema”
“La actividad de los negacionistas españoles se ha multiplicado en Internet” en los últimos tiempos, según la investigación que está llevando a cabo #SaludSinBulos, la iniciativa de la Asociación de Investigadores en eSalud (AIES) y uno de los actuales focos de los negacionistas está en evitar la vacunación infantil.
Fruto de esta investigación está previsto el lanzamiento de un libro, 'Negacionistas contra la salud', con testimonios de numerosos especialistas que, entre otras cosas, ofrecerán pautas para combatir la desinformación.
Uno de estos expertos es Alberto Nájera, físico y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha. Su nombre se une a otros como Gemma del Caño, farmacéutica y divulgadora, José Miguel Mulet, investigador y divulgador científico, Luis Santamaría del Río, teólogo y experto en sectas, Rocío Vidal (la Gata de Schrodinger), periodista científica y youtuber o Guillermo Melgar, farmacéutico (Farmaenfurecida en redes).
Los bulos no eran “tan evidentes” en el ámbito de la salud… hasta que llegó la COVID-19, dice Alberto Nájera. “Había un terreno yermo y la pandemia lo ha abonado. Nos pilló a todos en calzoncillos, sin información. La gente se lanzó a buscarla y estas personas encontraron un nuevo nicho de mercado”.
Ahora los hay de todos los colores. Desde los más habituales que cuestionan las PCR, las medidas preventivas y las vacunas o el propio virus, hasta otros que resultan “sorprendentes”.
En el campo de este científico, “uno de los primeros bulos fue que las antenas de 5G propagaban el virus. Ya solo la frase demuestra un profundo desconocimiento en Física, Fisiología, Biología, Medicina, Epidemiología…” y la cuestión, lamenta, “es que caló en la sociedad hasta el punto de que tuvo que ser desmentido por la Organización Mundial de la Salud porque se llegaron a organizar grupos de personas para quemar antenas”.
Para Alberto Nájera, la ‘palma’ se la llevó el bulo informativo que apuntaba que la COVID-19 “era un complot del Gobierno mejicano (y eso da la pista del alcance de miras) para confinarnos e instalar antenas. A eso añadía que a los fallecidos se les sacaba el líquido sinovial de las rodillas, como elemento fundamental para instalarlas. A mí aquello...Y es que, si se comparte, hay un alto porcentaje que lo cree”.
Cada día nace un nuevo canal negacionista español en Internet, según apunta #SaludSin Bulos. Y aquí entran aquellos que ‘venden’ pseudoterapias o tratamientos milagrosos. “Y en este caso observamos que son muy contradictorios. Por un lado, te dicen que la pandemia no existe. Por otro, te están vendiendo tratamientos”.
“Ahora lo que funcionan son las listas de difusión en Telegram, y piden dinero”
El de los bulos no es un fenómeno nuevo. “Los primeros ya se producían hace 2.000 años. La información siempre ha sido un arma de guerra, un poder que había que controlar”, señala el profesor, pero “su irrupción más salvaje coincide con la llegada de los grandes movimientos populistas en grandes países y con el acceso de la población a las redes sociales. Antes la información pasaba por el periodista, hoy está en manos de cualquier persona con labia”.
Y como en todo, los bulos también han tenido su evolución. “De los textos, a los memes y a los vídeos a través de Tik Tok o Youtube. Ahora mismo lo que más está funcionando son las listas de difusión a través de canales en Telegram”.
Notoriedad, narcisismo o falacia de autoridad, entre las razones de difusores de bulos
¿Qué sentido tiene y quién se beneficia de los bulos? Para Nájera, “hay casos de afán de notoriedad y en algunos casos percibo narcisismo en sus líderes. Algunos no tienen formación en salud y les estamos dando un reconocimiento que no tienen. Estoy pensando, por ejemplo, en cantantes y otros famosos”. Su carisma “convence”, lamenta este científico, “sin que se cuestione su capacidad”.
En otros casos, añade, “hay biólogos y médicos sin carrera profesional reconocida que han visto cómo, en estos foros, se les aplaude cualquier barbaridad”. Aquí el problema está en que el mensaje negacionista venga desde el propio ámbito sanitario.
¿Cómo saber qué información es fiable? Nájera dice no entender por qué “se pone el altavoz” a determinadas personas en contra de la evidencia científica defendida por las organizaciones médicas. “Hablamos entonces de falacia de autoridad”. Es decir, se atribuye a alguien una afirmación que no cuenta, en este caso, con el consenso científico.
Después está también la cuestión económica. “No podemos evaluarlo con certeza, pero en a través de estos canales se están pidiendo donaciones. Se funciona casi como una secta, con fieles devotos”.
No es fácil combatir un mensaje negacionista que, además, muta a placer. “Ellos no hacen revisionismo de lo que dicen. Ahora dicen una cosa y después otra. Lanzan barbaridades que no revisan”, dice Nájera.
De cara al otoño, y con la vacunación infantil en marcha cree que “buscarán jugar con las emociones, con la salud de los niños y es algo que a todos nos toca un poco. Si se autoriza la vacunación de los más pequeños debemos confiar en las autoridades y en la Agencia del Medicamento” porque “si hubiésemos hecho caso a los mensajes negacionistas del principio, a sus bulos, estaríamos en un problema. Es lo que habría que destacar”.
Es muy complicado legislar porque chocamos con la libertad de expresión, pero al menos en situación de pandemia debería haber herramientas para proteger la salud pública
Cuando preguntamos a este científico si cree que se puede legislar para atajar las fake news o los bulos dice que “es muy complicado porque chocamos con la libertad de expresión, pero al menos en situación de pandemia debería haber herramientas para proteger la salud pública y a la gente. Está demostrado que los bulos causan daños sobre la salud porque evitan que se acuda a vacunas o tratamientos”.
El profesor recuerda que se ha llegado al punto de que estos colectivos negacionistas “están amenazando a los científicos y comparten sus perfiles en las redes sociales para que los seguidores los ataquen. A mí me ha pasado y eso sobrepasa la libertad de expresión”.
Después cree que el hecho de que los jueces decidan las medidas a aplicar es, dice, “una aberración”. En su opinión, “deberían tener asesoramiento científico. Sé que la legalidad está por encima, pero en esta situación de pandemia es muy difícil establecer los límites entre salud y derechos fundamentales”.
Tampoco tiene claro si la cuestión de los bulos está realmente en la agenda política. No hay mucho más allá de la iniciativa ‘Ciencia en el Parlamento’, ahora parada, para que el Congreso de los Diputados contase con una oficina independiente de asesoramiento científico, recuerda.
Mejorar la formación en comunicación científica como objetivo
El investigador recuerda que la mayor parte de la población no dispone de herramientas para distinguir los bulos y apela a la “necesidad” de que existan iniciativas como #SaludSinBulos. “Hay que recurrir exclusivamente a las fuentes oficiales”, pero lamenta que, incluso así, “los movimientos negacionistas también lo aprovechen para señalar a estas personas, a las que acusan de estar en el ajo”.
También alude a “la falta de cultura científica de la sociedad. No la estoy culpando, pero falta. No se sabe cómo funciona la ciencia: no hay respuestas al cien por cien y en tiempos cortos. Necesita tiempo”, explica. Por eso, cree que los negacionistas han conseguido ocupar buena parte del espacio de “las respuestas rápidas y certeras que exigían tanto los ciudadanos como los medios de comunicación. Es justo lo que no tenemos en la Ciencia”.
Alberto Nájera cree que este periodo de pandemia “han sido meses de oro para la divulgación científica, en prime time, y a diario. Eso no se había visto. Al final se han quedado los que mejor comunicaban”. De hecho, uno de los objetivos a corto plazo para este científico es mejorar la formación en comunicación científica en el ámbito de las universidades.
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