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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“La burbuja del alquiler es cada vez más preocupante… la vivienda turística crece por encima de cualquier otra”

Las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de vida y, por ende, nuestra manera de hacer turismo, entendiendo este último concepto como un amplío abanico con el que definimos las variables que determinan nuestros viajes. Estas nuevas experiencias han surgido también con la proliferación de ofertas o la búsqueda del menor costo para poder visitar otras ciudades y sus patrimonios. El centro histórico de muchas de ellas acogen cada día un turismo de masas que ha afectado de manera directa a la proliferación de viviendas de uso turístico, muchas de ellas en una situación irregular.

“El problema es que además se está produciendo una vivienda irregular, de uso turístico, que está completamente fuera del control de las autoridades locales porque no existe una ley nacional, europea o de las comunidades autónomas que pueda controlar los excesos o las irregularidades que se producen en esto”. Así se pronuncia el arquitecto Carlos Hernández Pezzi, quien ocupó la presidencia del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España durante los años 2002 – 2009 y que ha publicado recientemente un libro que aborda la mencionada situación: ‘Turismo: ¿truco o trato? Políticas públicas y urbanas para el turismo de masas’.

Este incremento de viviendas turísticas representa uno de los efectos que está provocando el turismo de masas y los procesos de gentrificación en las ciudades, sobre los que Hernández habló este jueves en la jornada sobre ‘La vivienda de uso turístico’ organizada por la Real Fundación y el Ayuntamiento de Toledo, y que también repasa en esta entrevista en la que explica los retos y desafíos de las ciudades para controlar la subida de precios del alquiler, la escasez de oferta de vivienda social o la apuesta por un modelo sostenible de turismo en las ciudades.

¿Cómo se explica el fenómeno del masivo incremento en los últimos años de viviendas de uso turístico?

El turismo no es lo que era en 2008, ha sufrido una transformación después de la crisis que es impresionante, y es un cambio hacia la masificación, las estructuras turísticas de las ciudades, las grandes oleadas de gente y está alterando completamente todos los sistemas económicos y sociales de las ciudades que tienen más atractivo, por ejemplo en Toledo.

La vivienda turística, cuando es legal, ya que estamos hablando siempre de cuando es legal, cuando está reglada, reconocida y como tal paga sus impuestos, tiene una tendencia a crecer increíble, lo cual está echando a muchos residentes de sus propias viviendas para que pasen a ser viviendas turísticas. Este sería un fenómeno normal, el problema es que además se está produciendo una vivienda irregular, de uso turístico, que está completamente fuera del control de las autoridades locales porque no existe una ley nacional, europea o de las comunidades autónomas que pueda controlar los excesos o las irregularidades que se producen en esto.

Creo que ese es el fenómeno que hay que atajar, es decir, cómo dar ventajas a la gente que quiere alojarse en este tipo de residencia pero sin expulsar a los residentes en un proceso que se llama de gentrificación, que es masivo y que ocurre en todas las ciudades del mundo, que no es un caso solo de las ciudades patrimoniales, turísticas o las que tienen mar, es un fenómeno mundial. Es un fenómeno al que hay hacer frente, hay que trabajar con la realidad y no solo con las prohibiciones, hay que trabajar en serio porque es un fenómenos inexorable.

¿Cuándo podemos encuadrar su aparición?

El turismo se hizo de masas en los años 80 y ya no ha parado de crecer pero la diferencia desde 2008, cuando llega la crisis inmobiliaria y energética y de los mercados de cereales en todo el mundo, es que el capital financiero pasa al turismo como actividad industrial, por lo que se emplean métodos novedosos en la estructura turística que antes era de pequeños operadores, locales, turoperadores… pero no era esta concentración que produce el hecho de que los operadores turísticos ya trabajan en bolsa y utilizan una ingeniería financiera basada en paquetes todo en uno, el low cost, y muchas otras operaciones que hacen que el turismo cotice en bolsa como una empresa más a través de navieras, hoteleras, empresas de transporte, y de todos estos operadores que son los que deciden a qué destinos se van porque es el más rentable o el más atractivo.

¿Cómo ha influido Internet en este proceso?

Las nuevas tecnologías algorítmicas y sobre todo lo que llaman minería de datos y big data, el famoso paradigma por el cual todo el mundo quiere regirse, suministran una información que los propios clientes no tienen de donde van a pasar sus vacaciones. Lo que antes era una decisión meditada, comparada, ahora es una decisión que otros toman por nosotros y lo hacen de manera fiable porque utilizan método matemáticos de última generación. La minería de datos se basa en nuestras redes sociales, nuestras preferencias, encuestas, etc.

Las nuevas tecnologías han pasado al negocio digital del turismo, a través del móvil fundamentalmente porque con los móviles las industrias turísticas 4.0. son las industrias digitales más avanzadas que hay ahora mismo en un sector que está creciendo constantemente y que además ha dado lugar al overtourism (sobreturismo), es decir, cuando los turistas en masa sobrepasan la capacidad de las ciudades para recoger su acogida con cierta hospitalidad, esto es un fenómeno mundial.

¿Ha surgido tan rápido que las administraciones no han tenido tiempo de regular esta actividad?

El turismo ha ido creciendo pero ha habido una cultura dominante por la cual al turismo hay que darle todo, también por el empleo. Nadie se ha paralizado a analizar qué retornos locales hay de las inversiones cuando las molestias son graves, es decir, cuando la vivienda sube de precio en el centro de las ciudades y obliga a la gente a marcharse a la periferia nadie analiza los costes de esas familias que se tienen que ir, ni los costes de transporte, equipamiento ni de perder la calidad de vida.

En ese sentido, las autoridades han aplaudido el modelo turístico sea cual fuera. Lo que no saben es que este modelo turístico puede acabar con muchas ciudades intermedias, medias o pequeñas que basen toda su economía en el turismo de masas que al final, como un depredador, se las coma.

Lo que defiendo en el libro, que está dedicado al fenómeno en general y a Málaga en particular es que hay que hacer un nuevo pacto turístico con los operadores y que las autoridades tienen que manejar una legislación avanzada, y medios tecnológicos y digitales mucho más fuerte de los que tienen. Encomendar a la policía que no haya ruido, contaminación, comportamientos incívicos es el último recurso, antes de eso habría que hacer una labor de educación, de establecer un umbral de acogida turística, sin eso todo lo demás no vale para nada.

¿Es peligroso para la economía de un país o de un municipio esta dependencia?

No es que lo diga yo, lo dice la Organización Mundial de Turismo que ha puesto el dedo en la llaga al decir que el turismo puede matar la gallina de los huevos de oro. Pensamos que podemos controlar el fenómeno pero es incontrolable porque es el único de muchos sectores industriales que sigue en auge y no tiene competencia en la industria, ni el comercio ni en el transporte de pasajeros. Ahora todo está focalizado al turismo. Los sectores de la construcción, que antes tenían cierta autonomía ahora dependen también del turismo.

Estamos en un momento crucial para decidir si aceptamos sin más lo que nos venga hasta que el turismo entre en una fase de degradación o de demasiado consumo, o ponemos algunos límites para que la sostenibilidad del sector se mantenga y podamos seguir aprovechándolo con una convivencia mayor entre población y residentes ocasionales.

Hay casos como el de Málaga que hasta 2003 era una ciudad dormitorio de la Costa del Sol que no tenía atractivo suficiente y ahora resulta que en 15 años encabeza todos las listas mundiales de ciudades apetecibles para ir, a través del turismo cultural, que se ha exacerbado. Ahora hay más de 40 museos, de todos los tipos, buenos, malos y regulares, que además nos cuestan bastante dinero y nadie lo dice. Por ejemplo, casi todos los municipales llegan a un presupuesto de 10 millones de euros, el Museo Picasso 4,7 millones, que es el más visitado de Andalucía. Hay que saber qué renta se produce en la sociedad, si hay empleo digno… de todo es no se habla, la gente está trabajando por 22 euros al día, 600 euros al mes… vamos a la precarización que significa que estamos dejando a una generación joven sin futuro.

Vemos ejemplos como el de Venecia, ciudades como Madrid o Barcelona en España, ¿qué otras ciudades están afectadas por este turismo de masas en el país?

Todas las ciudades están afectadas. Te podría Logroño o Vitoria, pero he estado en Baeza y Úbeda en diciembre y creo que el fin de semana de la Inmaculada fue apoteósico o catastrófico, según se mire, porque no se podía ni caminar. Quiero decir que las ciudades que tienen más atractivo serán las más castigadas. Amsterdam, Madrid, París, Venecia… nadie está a salvo, todas las ciudades sufren el fenómeno de desertización del centro, franquicias de los comercios, expulsión de los residentes, invasión de masas.

Ese tipo de turismo, como el que viene a Málaga en cruceros, no deja rentabilidad porque ya vienen con todo el paquete. Alomejor dejan en agua en una terraza pero no gastan lo suficiente para que haya una repercusión en la ciudad. Eso está afectando en todas parte, en Santander, en la cornisa cantábrica o gallega. Todas las ciudades que tienen atractivo patrimonial se han convertido en destinos y hay unas ofertas específicas para ellas al precio que se puede pagar, en ellas se incluye Toledo que siempre ha sido una ciudad turística, patrimonial y además histórica, cumple todos los condicionantes, es una ciudad con un futuro increíble pero que tiene que cuidar su patrimonio porque es la fuente de la cual más adelante puede surgir cuando vengan otros momentos calidad económica.

¿Una ciudad como Toledo está preparada para acoger a más de 3 millones de turistas al año?

Ninguna lo está pero el hecho es que vienen, y están y se van tan contentos. El problema es que el fenómeno turístico ya no se puede analizar tan simplistamente como hasta ahora. Las ciudades tienen que saber en qué medida las inversiones que hacen producen mejoras en la población o molestias. En el caso de Málaga se ha tenido que imponer un control porque las calles se han ocupado por terrazas, por masas de gente que están constantemente atravesándolas y no dejan acceder a los vecinos y estos se van. Si no tienen donde comprar el pan y donde sentarse acaban marchándose a otro sitio.

Es un fenómeno que tienen muchas cosas muy buenas pero después de haberse denominado al turismo como el comunismo del siglo XX porque ponía en relación diferentes culturas y permitía el intercambio de productos de saberes y experiencias… ahora es una experiencia muy pobre que deja muy poca rentabilidad y produce muchas molestias. Los niños por ejemplo ya no tienen sus espacios, los mejores espacios de la ciudad han pasado a ser turísticos.

Nadie comenta desde las esferas políticas que hay mucho turismo que no paga impuestos porque lo pagan empresas que están radicadas en paraísos fiscales. Hay gente que ha puesto de moda en el turismo las bitcoins -monedas virtuales-, que ahora se han demostrado que son especulativas porque se han llevado el dinero de muchísima gente que veía ahí una manera de producir dinero fácil. Si los grandes grupos mundiales, que no son más de 15, no declaran sus impuestos, ¿dónde queda el beneficio? queda en las Islas Caimán. También en Luxemburgo, en Irlanda, Gibraltar, Andorra.

¿Sería conveniente regularizar el precio del alquiler como una de las medidas para los problemas que genera en este ámbito el turismo de masas?

Hay una tendencia en los países más avanzados a dar por lo menos una regulación orientativa de los precios del alquiler porque sin eso es imposible que los precios se autorregulen, se disparan porque la demanda no para de crecer. Esa burbuja, la del alquiler, es cada vez más preocupante, cuando hemos vivido la burbuja inmobiliaria la oferta y la demanda crecían a la vez pero, en el caso del turismo, la vivienda turística crece por encima de cualquier otra.

No hay vivienda para jóvenes, los viejos no pueden pagar las subidas de los alquileres gracias a la Ley de Arrendamientos Urbanos que hizo el PP y a todas sus secuelas que ahora se han visto paradas en el decreto -en referencia al Real Decreto-Ley de medidas urgentes sobre Vivienda- que ha tumbado la oposición porque le parecía insuficiente. Mientras tanto los precios siguen subiendo y subiendo.

¿Estamos inmersos en una burbuja turística?

Es una burbuja desigual en diferentes sitios y barrios. Lo que hay es una tendencia a monopolizar el espacio urbano con residencia turística y mientras que eso siga así y no haya precios orientativos la gente hará lo que más rentable sea que es vivienda turística y apartamentos regulares e irregulares a tope. Esa tendencia se puede controlar pero no viendo quien están declarados y quienes no con la Policía Local. Tiene que ser una estructura firme de búsqueda de precios orientativos del alquiler, oferta pública para la gente que no pueda pagarlo y vivienda social de alquiler, que es una cosa que no hemos hecho nunca y que cuando hemos podido se las hemos vendido a los fondos buitre.

¿Por qué no hay vivienda pública de alquiler? Pues porque no tenemos patrimonio público de vivienda porque se lo hemos vendido a la empresa del hijo de Ana Botella. Hay un director general de Vivienda procesado porque avaló que se vendiera a fondos buitre el patrimonio pública, son cosas muy serias y muy jodidas. Si eso se traslada a nivel local a los ayuntamientos pues tienen poccos medios para controlarlos sin regulación estatal.

Es como los patinetes. Aparte de que impiden que la gente vaya hablando o caminando y que solo transportan de un sitio a otro, el problema es que es un negocio que acaba con el transporte público y privado, con poder caminar… Ahora resulta que el Ministerio de Fomento va a estudiar la regulación, pero tiene que estudiar la regulación de los VTC, Cabify, Uber, regulaciones que hace 10 años no estaban en auge. Si no les pone un remedio los ayuntamientos están indefensos para hacerlo uno a uno.

¿Qué ‘trucos o tratos’ propone en su libro para la gestiónpública de estos fenómenos?

No puedes abrir las puertas directamente al negocio turístico sin hacer pactos iniciales a nivel europeo, estatal o de las comunidades autónomas de hasta donde puede llegar. Un pacto que incluya la legalidad, sino estamos construyendo ciudades desiguales donde unos no pagan nada y otros pagan todo. Los ciudadanos lo somos porque estamos viviendo en un sitio radicado fiscalmente, si hay otros que no pagan o declaran en paraísos fiscales, no tienen control de las autoridades, pues ya hay una desigualdad latente.

Al turismo hay que darle todas las facilidades que creen trasfondo social, es decir, empleo de calidad, guías que pongan en valor patrimonio local, que los jóvenes pueden estudiar gracias al efecto que crea el turismo, lo que no puede ser es que todos trabajen de camareros porque te están pagando una basura. El principal problema es cómo aplicar las antiguas política socialdemócratas o progresistas a unas ciudades cada vez más precarias donde la gente no tiene posibilidad de conseguir empleo estable o emanciparse. ¿Cómo se van a casar o a emprender un negocio si se lo lleva todo Amazon? Por ejemplo, Airbnb tiene 21 trabajadores en España y declara en Irlanda, no declara nada para los millones de pisos que tienen.

Estamos hablando de un proceso que es tan rápido que si no hay reacción nos comerá. Está basado en sistemas científicos, matemáticas pura, análisis del mercado y una optimización de costos bestial, que significa acabar con todos los intermediarios. Ya no hay agencias de viajes, turoperadores regionales, todos depende de una esfera de concentración bursátil, es oligopolio.