El cambio climático también amenaza a Las Tablas de Daimiel

“Tenemos que adaptarnos a lo que se nos viene encima y saber cómo responder ante el cambio climático”. Son palabras del profesor del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha, Rafael Mateo.  Él es uno de los 14 coautores de un artículo sobre el futuro de los humedales ante el cambio climático, publicado  en la revista científica de medio ambiente 'Frontiers in Ecology and the Enviroment’.

“Las acciones locales pueden mejorar la capacidad de resistencia del ecosistema a cambios globales como el cambio climático”, asegura Mateo, quien explica que la idea del trabajo partió de lo que puede pasarle al Parque Nacional de Doñana, en Andalucía, sin un cambio de gestión del agua en su entorno. A partir de ahí se incluyó información comparativa con otros humedales como es el caso de Las Tablas de Daimiel.

Las Tablas comparten buena parte de las amenazas que sufre Doñana, como la entrada excesiva de nutrientes y la pérdida de aportes de agua. “Estos cambios unidos al aumento de la temperatura favorece la aparición de brotes de botulismo aviar en verano”, apunta el artículo.  A todo esto se suma un importante impacto de especies invasoras de peces, como son la carpa, la perca sol y el pez gato, que alteran profundamente el ecosistema de Las Tablas.

Este experto en contaminación y toxicología de fauna silvestre que trabaja en Ciudad Real explica que el objetivo es exponer cómo pueden interactuar diferentes causas o amenazas sobre el futuro de este espacio natural. El artículo es también una advertencia a medio y largo plazo porque “hablamos de ecosistemas muy frágiles”.

Según Rafael Mateo se ponen sobre la mesa algunas pistas  para proteger los humedales ante el aumento de la temperatura que provocará mayor grado de evaporación y más sequía. “Vamos a tener todavía menos agua de la que tenemos y hay que adaptarse para que el humedal no desaparezca”.

El artículo pretende, sobre todo, concienciar acerca de las oportunidades para mejorar acciones de conservación efectivas a escala local que no solo están más claras sino que son “relativamente baratas”, según se recoge en el artículo.

Las Tablas ya no son lo que eran

Rafael Mateo explica que las Tablas de Daimiel llevan siendo sometidas a drenajes destinados a cultivos desde 1900 y que desde 1960 se utiliza el bombeo para riego lo que se ha traducido en la pérdida de un gran sistema de llanuras de inundación. Tuvieron problemas de sequía entre 1980 y 2010. Ese año la zona pudo recuperarse, entre otras cosas, gracias al llenado artificial. De hecho, en la actualidad se trata de un espacio semi-artificial con presas construidas para retener el agua y con canales especiales para captar agua en momentos de sequía.

Las Tablas de Daimiel volvieron a renacer pero la calidad de sus aguas se deterioró de forma “severa”. Se perdieron seis de las nueve especies nativas de peces y, a cambio, inyección de agua en el año 2010 trajo consigo la presencia de otras especies invasoras, especialmente la carpa.  De hecho, uno de los problemas más importantes que describe el científico es la sobreabundancia de esta especie que ha arrasado buena parte de las praderas de plantas sumergidas de las Tablas.

 “La carpa remueve mucho el fondo,  aumenta la turbidez del agua y no permite que sigan creciendo las plantas”, explica. Junto a las carpas la presencia de otras especies como el pez gato o la perca sol han llevado a los responsables del parque nacional a buscar medidas que van desde retirar ejemplares o a poner barreras que impidan su entrada.

Las amenazas del botulismo y la mala depuración

Al problema de los peces se suma la considerable reducción en la diversidad de aguas acuáticas, en particular debido al botulismo. Una intoxicación que provoca su muerte, especialmente en verano con las altas temperaturas. “Se trata de un evento frecuente asociado a la mala calidad del agua”, explica el profesor.

El IREC lleva trabajando algún tiempo en conocer más a fondo esta patología aviar tan frecuente en La Mancha Húmeda. “Se sabía poco de la ecología de esta enfermedad. Empezamos a investigar dónde estaban los brotes y la bacteria que produce la toxina o  cómo se desencadenan esos brotes”. De ahí salió una tesis y después el paso ha sido estudiar las condiciones ambientales que favorecen la presencia de la bacteria. Nos metemos más en aspectos ecológicos. Para el investigador “todo está muy relacionado” y el cambio climático es un factor clave.

Rafael Mateo aboga también por seguir mejorando en el proceso de depuración de las aguas de los municipios o polígonos industriales que se encuentran en plena Mancha Húmeda. Considera clave la puesta en marcha de “tanques de tormentas” que recogen el agua de lluvia para “tratarla poco a poco” porque, “si no se verían obligados a verter de forma directa a lagunas como la de Navaseca, en Daimiel”. Pero “muchas depuradoras todavía no están bien preparadas”, lamenta, con el riesgo que supone la introducción de contaminantes químicos en los humedales.

También influyen las extracciones de agua. Hay una “sobreexplotación de las lagunas” porque ahora hay más regadíos y cultivos que, como el maíz en verano, consumen mucha agua.  “Nos estamos jugando que el humedal termine en condiciones irreversibles: con una calidad de agua baja,  con acumulación de contaminantes en su sedimento y con la pérdida de especies”.

Pone un claro ejemplo, en este caso relacionado con las aves acuáticas y en concreto con aquellos ejemplares que tienen su principal zona de reproducción en Daimiel y que cada vez son más escasos. Se trata de una subespecie del 'escribano palustre' del que apenas quedan ya unos pocos centenares. Entramos en tiempo de descuento, advierte el experto.