Comisiones Obreras ha realizado un estudio en alrededor de 300 empresas de Castilla-La Mancha para tener una idea “lo más objetiva posible” del estado de salud del sistema preventivo en las empresas castellanomanchegas. El diagnóstico: “muy débil”. “No han sido empresas escogidas al azar, sino para llegar al universo más grande posible”, explicó Paco de la Rosa, secretario general del sindicato, que explicó que la idea no es alarmar, sino advertir de la función “fundamental” de la prevención laboral. No se incluyó a los trabajadores sanitarios.
“Cuando hablamos de prevención de riesgos, debemos trabajar de la mano de delegados y comités e intentar que todo cambie. Los datos que arroja el estudio no son precisamente el modelo a seguir”, aseguró de la Rosa. Además, el sindicalista advirtió que, durante la desescalada, los trabajadores tienen el derecho a que su reincorporación a su puesto de trabajo se realice en condiciones de salud y seguridad. “La enfermedad puede tener consecuencias nefastas. Por eso, demagogias las justas”, explicó, a la vez que celebraba que la infección por COVID-19 se considere como accidente laboral. “Es como debería haber sido desde el principio”.
La secretaria de Salud Laboral del sindicato, Raquel Payo, ha señalado que en las 300 empresas se aglutinan 160.000 trabajadores de la región. Entre los datos recogidos por el estudio, se señala que un 37% de ellos se vio afectados en una situación en materia de empleo, mientras que en el restante 63% no hubo cambios en la plantilla. En este sentido, destacó la posibilidad de trabajar a distancia como una de las medidas que tomaron las empresas.
Por otra parte, sólo el 13% de las empresas encuestadas optó por el premiso retribuido anunciado antes de Semana Santa, mientras que un 87% decidió adaptar sus medidas organizativas. Sin embargo, también advirtió que las medidas organizativas para la empresa quedaron en “segundo plano”, respecto a la protección individual de los y las trabajadores. “Menos de un 20% optó por esta medida, que hubiera sido deseable. La protección individual debe ser la última posibilidad para evitar el riesgo”.
La conclusión es que el sistema preventivo es muy débil. “Con demasiada frecuencia asistimos a una empresa donde hay un alto cumplimiento formal de la normal, pero no tanto real. Entendemos que el trabajo de los servicios de prevención es fundamiental, y debiera haber sido de la mano de los comités de seguridad y salud”, afirmó Payo. En este sentido, señaló que el 10% de los delegados entrevistados desconocía las modalidades preventivas de la empresa, algo que “nos preocupa sobremanera”.
Por otro lado, ha recordado la “alta externalización de la gestión” de los servicios preventivos“, ya que en el 93% de las empresas se prefiere la gestión preventiva a través de servicios ajenos. En esta línea, más de la mitad de los encuestados ha considerado que el servicio de prevención era inexistente o que hubiera sido difícil contactar con ellos. Por eso, consideran que es ”fundamental“ que los comités de empresa trabajen en los planes de contingencia para volver a la actividad con nuevas medidas organizativas.
“El sistema es muy débil y hay que reforzarlo. Queremos apostillar que es muy importante que sigamos el ejemplo de las empresas que lo están haciendo bien”, recalcó de la Rosa. De hecho, explicó que en el caso del personal sanitario “tiene que ver con esta situación preventiva y cómo se ha llevado el tránisto”.