La Viceconsejería de Cultura y Deportes ha iniciado expediente para la declaración como Parque Arqueológico el yacimiento arqueológico del Cerro de las Cabezas de Valdepeñas, según publica este lunes el Diario Oficial de Castilla-La Mancha (DOCM).
Se trata de una de las ciudades íberas mejor conservadas en la Península, ya que no ha tenido una ocupación posterior al siglo tercero después de Cristo. Además tanto la estructura urbana como las distintas fortificaciones y los materiales arqueológicos exhumados hablan de la floreciente ciudad que controlaba el paso entre la actual área manchega y el valle del Guadalquivir, a través de Sierra Morena.
La teniente de alcalde de Cultura, Vanessa Irla, ha recordado el esfuerzo que desde el Consistorio se ha venido realizando para lograr esta declaración llevando a cabo también diversas actuaciones en materia de excavación y consolidación, con proyectos en colaboración con la Junta de Comunidades y cursos promovidos por la Asociación Cultural Orisos y la Universidad Autónoma de Madrid. “Se trata de un proyecto en el que hemos estado trabajado desde el ayuntamiento en los últimos años y que próximamente será una realidad, algo que será muy importante como motor turístico para nuestra localidad porque formaremos parte de ese catálogo de parques arqueológicos, no solo de Castilla-La Mancha sino de todo el país”, manifestaba Irla.
Con el Cerro de las Cabezas, la Red de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha contará con siete parques, formando parte de la misma Recópolis, Alarcos, Carranque, El Tolmo de Minateda, Segóbriga y Libisosa, este último declarado Parque Arqueológico el pasado octubre.
Un “referente”
El Cerro de las Cabezas de Valdepeñas presenta una secuencia cronológica que abarca desde el siglo VII a. de C. hasta el siglo III a. de C. y es un punto de referencia en la cultura ibérica, por la monumentalidad de sus sistemas defensivos, la excelente conservación de sus restos y por ser una de las pocas ciudades ibéricas conservadas en su integridad en la Península. Fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica el 21 de abril de 1998.
Este yacimiento es un “referente” dentro de la arqueología del mundo ibérico peninsular, y es, en la actualidad, el espacio que está aportando todos los datos sobre urbanismo y sistemas defensivos de los siglos V-III a.C.
Como restos más destacados, se encuentran dos santuarios, uno de entrada, de clara influencia del mundo fenicio y púnico, y otro de connotaciones indoeuropeas; varios almacenes comunitarios, hornos de pan y alfareros; y un sistema defensivo con una extensión de 1.600 metros lineales, torres y bastiones cada 35 metros.