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‘Star Wars: Los últimos Jedi’, de Rian Johnson. ¿Es tan mala como dicen?

“Desastre total”, “basura absoluta”, “una parodia” y otros calificativos mucho menos amables acompañan a esta nueva entrega de la saga galáctica que, para muchos, significa la muerte de ‘Star Wars’. ‘Los últimos Jedi’ será también para muchos fans la última vez que irán a ver una película de la franquicia, tras lo que consideran una traición imperdonable. Con el corazón roto, iracundos y decepcionados, han encabezado en masa una lapidación descarnada contra Disney y Rian Johnson, encargado de pilotar este nuevo y esperado capítulo. Johnson, conocido director de ‘Looper’ y ‘Brick’, ha recibido más palos que una estera y probablemente no encuentre una cueva lo suficientemente profunda en la galaxia para esconderse y escapar de las críticas. La cuestión es: ¿merece semejante escarnio?

La calidad de la película no es lo importante aquí, sino el nivel de satisfacción de los fans, más peligrosos que una horda de ‘sarlaccs’. Es decir: si no das al público lo que se espera, te comerán vivo. Básicamente, es lo que ha sucedido con ‘Los últimos Jedi’. Y Johnson no solo no ha dado el menú que los fans esperaban; ha tenido la osadía de rociar con gasolina la biblia cósmica creada por Dios Padre Lucas y luego le ha prendido fuego. Disney entregó los mandos a Johnson y le dio carta blanca para llevar la nave allá donde considerara oportuno. Y, a juzgar por el recibimiento, el cineasta ha conducido la saga a un agujero negro.

Todas las expectativas que J.J. Abrams sembró en la entrega previa quedan en este episodio en la más absoluta nada. Y es solo el principio: grandes e icónicos personajes que son una parodia de sí mismos y cuya presencia queda reducida a una anécdota, patrones que se repiten con descaro, un tiempo extraordinario de metraje (es la película más larga de todas, con 152 minutos) gastado en tramas secundarias superfluas y prescindibles, estrategias de combate increíbles en el peor sentido de la palabra, amén de fallos de raccord y continuidad. Algunas líneas de diálogo dan vergüenza ajena, al igual que otras tantas escenas y situaciones ridículas. Una de las más imperdonables es un pretendido homenaje a Carrie Fisher en el que Johnson convierte a Leia en una especie de Virgen María espacial.

Una buena tijera habría librado a este filme de muchos de sus males, pero ¿es todo perdición y despropósito? Yo diría que no. El sentido del espectáculo y el entretenimiento sigue siendo enorme. Como película de aventuras cumple. Como película de aventuras cumple, las batallas espaciales siguen haciendo que el espectador se agarre a la butaca. Destaca el preciosismo de la estética del planeta salado Crait, esa llanura blanca veteada en rojo sangre, y un momento álgido como pocos en la toda la saga, con Kylo y Rey como protagonistas. En mi opinión, es lo mejor de la película: la perturbadora relación que se fragua entre los dos jóvenes protagonistas/antagonistas, tan sutil como impredecible. Johnson hace creíble que las tornas cambien en cualquier momento, en direcciones insospechadas, y eso no es fácil de conseguir.

También aprecio el esfuerzo que el cineasta hace por innovar, introduciendo nuevos usos nunca antes vistos de la Fuerza y presentando vueltas de tuerca en el paradigma Jedi, aunque a la vista de su acogida, no lo hace en la dirección adecuada. Es de agradecer, además, su respeto por el trabajo de Carrie Fisher, a la que no ha sustituido en ningún momento por un alter ego digital, pese a su inesperada muerte. Y, sin duda, uno de los grandes méritos de ‘Los últimos Jedi’ ha sido incluir personajes femeninos que, por primera vez en la saga, se hacen notar de manera equitativa en los diferentes bandos y escalafones.

En lo cuestionable, la introducción de animalitos adorables, una condición sine qua non de la factoría Disney destinada a hacer las delicias de los más pequeños. Laura Dern se queda descafeinada y Benicio del Toro al final supone una novedad sugerente que, esperemos, dé mucho más juego en lo venidero.

¿Es la peor entrega de Star Wars? Yo diría que no, aunque sí se queda a miles de pársec de distancia de ‘El Imperio contraataca’, al que Johnson aspiró a emular. Permanece, no obstante, la esperanza de que en el siguiente episodio J.J. Abrams se dedique a ‘desfacer entuertos’ y enmiende los despropósitos legados por su predecesor. Y una última recomendación: que, pese a todo lo dicho aquí, cada uno juzgue por sí mismo. Que la Fuerza os acompañe.

“Desastre total”, “basura absoluta”, “una parodia” y otros calificativos mucho menos amables acompañan a esta nueva entrega de la saga galáctica que, para muchos, significa la muerte de ‘Star Wars’. ‘Los últimos Jedi’ será también para muchos fans la última vez que irán a ver una película de la franquicia, tras lo que consideran una traición imperdonable. Con el corazón roto, iracundos y decepcionados, han encabezado en masa una lapidación descarnada contra Disney y Rian Johnson, encargado de pilotar este nuevo y esperado capítulo. Johnson, conocido director de ‘Looper’ y ‘Brick’, ha recibido más palos que una estera y probablemente no encuentre una cueva lo suficientemente profunda en la galaxia para esconderse y escapar de las críticas. La cuestión es: ¿merece semejante escarnio?

La calidad de la película no es lo importante aquí, sino el nivel de satisfacción de los fans, más peligrosos que una horda de ‘sarlaccs’. Es decir: si no das al público lo que se espera, te comerán vivo. Básicamente, es lo que ha sucedido con ‘Los últimos Jedi’. Y Johnson no solo no ha dado el menú que los fans esperaban; ha tenido la osadía de rociar con gasolina la biblia cósmica creada por Dios Padre Lucas y luego le ha prendido fuego. Disney entregó los mandos a Johnson y le dio carta blanca para llevar la nave allá donde considerara oportuno. Y, a juzgar por el recibimiento, el cineasta ha conducido la saga a un agujero negro.