Conociendo a Buero: del estudiante al marxista y Premio Cervantes

“Me llamo Antonio Buero Vallejo. Nací en Guadalajara el 29 de septiembre de 1916. De muchacho creí descubrir los valores de la juventud; ahora, como es natural, me pasmo de lo tonto que era entonces y encuentro que los de la madurez son los más auténticos”. Son las palabras del dramaturgo, premio Cervantes en 1986, que guiarán al visitante por la exposición ‘Buero, Guadalajara siempre al fondo’ que acoge el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara hasta el 23 de diciembre.

Rafael de Lucas, director del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara ‘presume’ de Buero Vallejo, de su relación con Guadalajara, de la influencia que tendría en el futuro escritor. Durante el recorrido por una exposición dividida en cuatro partes conoceremos al Buero que de niño jugaba en las calles de Guadalajara, que pasó tardes de juegos en la Academia de Ingenieros donde trabajaba su padre. Nos descubrirá el paisaje urbano de la Guadalajara de la época a través de varias instantáneas, los amigos, profesores y la familia que moldearon parte de su personalidad.

También sabremos del Buero ‘comprometido’ de su acercamiento al marxismo, sus inquietudes sociales y políticas que le llevaron a formar parte de las Milicias Antifascistas Alcarreñas y que tendrían consecuencias: una condena a muerte finalmente conmutada por pena de cárcel. Su hermano Francisco también sería “depurado” por el incipiente régimen franquista.

Por eso, comenta Rafael de Lucas, resulta “alucinante” que en los años 60, durante el régimen de Franco, Buero Vallejo fuese uno de los personajes de la cultura del país elegidos por el régimen para grabar una serie de documentos sonoros. “Lo tenemos en una de las vitrinas. Es un audio en el que Buero narra su vida. Muchos lo identificaron como ‘rojo’ pero en sus escritos autobiográficos no duda en agradecer las enseñanzas de un cura”. De Lucas lamenta que “se echara tierra” durante muchos años sobre un dramaturgo que formó parte del movimiento literario conocido como ‘Generación del 36’.

La muestra que concluye con la imagen del Buero dramaturgo, de su trayectoria literaria que él mismo definiría como “áspero oficio” por las dificultades para escribir “con honestidad”. En una de las vitrinas puede contemplarse un fragmento del discurso que pronunció al recibir el Cervantes. “(…)me conforta suponer que, si se me ha concedido porque deleité algo, también se me habrá otorgado porque algo inquieté(…)”.

“Hemos demostrado que siempre quiso a Guadalajara”

El balance de la exposición hasta ahora es “muy positivo”, según Rafael de Lucas. Queda por delante casi un mes hasta que cierre sus puertas el próximo 23 de diciembre. “Hemos dado con una clave que era desentrañar esa relación que parecía que no era buena entre la ciudad y Buero y viceversa. Demostrar que siempre quiso a Guadalajara y que la tuvo siempre ahí al fondo, como el título de la exposición”.

El director del Archivo Histórico Provincial resalta la importancia de esos primeros años vividos en Guadalajara. “Hasta los diez se forma en su casa, cuando entra al instituto. Aprende con su padre Francisco, militar, con su madre y con algún profesor de apoyo. Su padre era un hombre muy culto aunque Buero no fue un alumno especialmente brillante”, explica. Como alumno “progresa adecuadamente” y en su evolución, asegura, no se convertirá en un joven estrictamente ‘de letras’ porque “tenía una gran cultura científica, probablemente debido a la influencia de su padre”.

De Buero Vallejo se conocía sobre todo su teatro, pero esta exposición ha sacado a la luz una serie de documentos más personales, bien manuscritos, bien de carácter oficial como su expediente académico y que “vienen a demostrar que Guadalajara fue el principio de lo que llegaría a ser”. Se trata de material procedente de fuentes muy diversas: el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Instituto Histórico Brianda de Mendoza, el Archivo Virtual Miguel de Cervantes, el Archivo Histórico Nacional… “Teníamos más material del que podíamos exponer” y muchos de los documentos son originales.

La esposa de Buero, Victoria y su hijo, Carlos han podido incluso conocer gracias a la exposición una parte “inédita” del dramaturgo, como algunos dibujos que publicó en revistas como ‘La Voz de la Sanidad’ en plena Guerra Civil, planos de la casa donde vivió o una foto en la que aparece bailando sevillanas con una de las mujeres que formaban parte del Grupo Teatral Antorcha, uno de los exponentes culturales de Guadalajara entre 1954 y 2004. “Se desmitifica un poco a ese Buero adusto y aburrido”. Todo un personaje “sorprendente y muy poliédrico” por descubrir.