Corría la primavera del año 1939. La provincia de Cuenca se había mantenido desde el inicio de la guerra civil en la retaguardia republicana. A su término, llegó la represión. También para las mujeres que la sufrieron por una doble razón: la de ser rojas, pero también por el simple hecho de ser mujeres.
'Mujeres y rojas. Conquenses de dudosa moral nacionalcatólica' es un trabajo que intenta abordar en sus 46 páginas la represión franquista “desde una perspectiva de género”, según explica su autora Ana Esteban.
Esta conquense, vocal de 'deportados' de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Cuenca se ha basado tanto en la bibliografía, los consejos de guerra, expedientes penitenciarios o en la información recabada durante años de trabajo por la propia asociación que incluye entrevistas a las víctimas, documentos de los registros civiles o facilitados por las familias de quienes sufrieron la represión.
“Sentí la necesidad de escribir desde el punto de vista de la perspectiva de género porque siempre hablamos de la represión franquista en general, y en particular de los hombres. Quería contar cómo ellas, además, fueron juzgadas desde el punto de vista moral”. Su análisis parte desde la situación de la mujer en la II República, aunque se centra sobre todo en la postguerra.
“En ocasiones, las acusaciones se sustentaron en hechos como haberse vestido de miliciana, haber puesto a sus hijos nombres como Revolución o Pasionaria o vivir con un hombre casado”. A muchas les costó la vida.
“Ese Estado punitivo que recayó sobre todos los rojos del país, castigó a las personas por sus ideas y, en el caso de las mujeres, también por su moralidad. La evaluación de la conducta político social lo deja claro, un expediente tras otro, calificando las conductas 'de dudosa moralidad', 'de pésima moral', 'deficiente conducta moral'…”, relata la autora.
El castigo infringido a las mujeres no ha podido ser documentado en todos los casos. Además, la investigación es todavía escasa en este campo. “Hubo una represión de género de la que no quedó rastro documental, como las violaciones o rapados. Pero a pesar de no poder poner nombres y apellidos a las víctimas, no hemos querido obviarlo. Es uno de los pilares en los que se sustentó el estado de terror impuesto a los vencidos”.
Y a esa la violencia directa se sumó otra indirecta. “Hubo señalamiento social, por ejemplo por el hecho de ser mujer de preso. Hubo depuraciones profesionales... Y tras ello, el hambre y otras penurias”. Ana Esteban explica que el “silencio” todavía se impone en los pueblos. “Cuando preguntas, los más mayores te cuentan: se dice que la fulanita o la menganita..., pero lo hacen de soslayo”.
Hubo una represión de género de la que no quedó rastro documental, como las violaciones o rapados, pero no hemos querido obviarlo. Es uno de los pilares en los que se sustentó el estado de terror impuesto a los vencidos
“Los datos sobre lo que les ocurrió a las mujeres están muy desperdigados. Falta mucho trabajo”, dice Ana Esteban, que también repasa la vida carcelaria, la maternidad o la muerte entre rejas. Incluso la llamada 'política de turismo penitenciario'. La autora explica que afectó tanto a hombres como a mujeres. “Cuando las sentencias eran firmes, el Estado les enviaba a cumplir condena lo más lejos posible de sus lugares de origen. Por eso encontramos a muchas mujeres conquenses en cárceles de Euskadi, de Santander o de Girona. Era otra forma de desestabilizarlas. Perdían a toda la red social exterior que podía apoyarlas”.
Muchas murieron víctimas de las terribles condiciones de las cárceles de postguerra. Como las que perecieron en la cárcel de Saturraran, en Motrico (Gipuzkoa). La prisión funcionó entre 1938 y 1944 y por ella pasaron más de cuatro mil presas republicanas, algunas de ellas procedentes de la provincia de Cuenca. María Barbero Moya (68 años) era de Cardenete, el mismo pueblo en el que vivía Josefa Caballero Chafé, de 38 años. Allí falleció también Pilar Leal Serrano, de Iniesta. Tenía 50 años. Y Gregoria Lorenzo Serrano, de Buendía, a los 44 años, además de Justa Pérez Maeso, de Vega del Codorno, fallecida a los 63 años. Perecieron víctimas de la cárcel y de la represión entre 1940 y 1942.
“Ha sido complicado porque muchos de los nombres están mal transcritos. Eso hiere porque nadie se ha preocupado de corregirlos o de buscar a quién correspondían”.
Muchas de estas mujeres fueron llevadas a las cárceles siendo ancianas, adolescentes e incluso niñas. Y en muchos casos, relata la autora, fueron “presas por desgracia”. Es decir, fueron procesadas en ausencia (y en el lugar) de los hombres de la familia a quienes buscaban las autoridades. Algunas dieron a luz en prisión e incluso vieron morir a sus hijos entre los muros de la cárcel.
El texto también pone nombre y apellidos a las mujeres que fueron fusiladas en cumplimiento de diversas sentencias del régimen. La autora quiere contar quiénes eran, cómo y por qué fueron castigadas. Como en el caso Felisa Campos Corpa, vecina de Barajas de Melo que fue acusada de ayudar a simular el entierro de un sacerdote, llevando un gorro rojo y montada en un burro. Su sentencia: una condena de 12 años de prisión por mofarse del clericalismo.
O Isabel del Burgo Cortes, procesada en el año 1944 y condenada a 10 años de prisión por injurias al Francisco Franco. Fue denunciada por una vecina por cantar “coplillas” contra el dictador. Las penas fueron mucho más elevadas, como la de Isabel Cava Pérez, de Vega del Codorno, condenada a 30 años por “adhesión a la rebelión”. Los informes dicen de ella que “incendió en sus familiares los credos disolventes”.
La publicación busca salirse del relato oficial buscando esas otras miradas que se pierden. “Este es un excelente trabajo de síntesis sobre todas las formas represivas que el franquismo y sus curas y monjas ejercieron contra la mujer, recién convertida en ciudadana de pleno derecho en la Segunda República”, explican desde la asociación. “Desde los rapados y violaciones, a la propaganda más burda e infantiloide de en casa y con la pata quebrada de la Sección Femenina de Falange. Y así décadas...”.
Siete fanzines publicados desde 2020
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cuenca comenzó la publicación de fanzines como parte de sus actividad de divulgación de la memoria histórica en septiembre de 2020, en plena pandemia de la COVID-19. El primero llevó por título 'Boxear en el Infierno'. Desde entonces ya se han publicado siete fanzines que están a la venta.
'Tarancón en la Memoria de las Brigadas Internacionales' está prácticamente agotado. Después vinieron Traficantes de Sueños en Madrid y Tienda de las Palabras en Tarancón. El Polvorín de Tarancón, De Cuenca a Mauthausen 1 y 2, La ¿Justicia? de Franco, partido de Tarancón y la Razón Anticlerical, partidos de Huete y Tarancón.
Estas publicaciones están disponibles en la Biblioteca del Pabellón de la República de la Universitat de Barcelona, en la Biblioteca Mauthausen en Austria, en la Tamiment Library de Nueva York, en las bibliotecas de Tarancón y Pozorrubio de Santiago (Cuenca), en la biblioteca del Ateneo Popular de Alcorcón y en la del Centro Social Ocupado 'La Animosa de Hortaleza'.
Ahora trabajan ya en futuras publicaciones sobre la Transición, en colaboración con el Colectivo de Olvidados por la Transición, sobre los conquenses en la resistencia francesa contra los nazis, sobre el Hospital Militar de Uclés y sobre la represión al Magisterio en la provincia de Cuenca.
“No está nada mal para dos profesores de enseñanza no reglada, una camarera, un técnico de mantenimiento, un logopeda y antropólogo y un profesor de Ciencias de la Educación”, señalan desde la asociación conquense.
“La inmensa mayoría de nuestras publicaciones se alejan del corsé, formal e ideológico, de la academia. Trabajos bien documentados y rigurosos, pero no neutrales. Al fin y al cabo, esa hipotética neutralidad nos lleva a ese apoliticismo tan de Franco, en el que solo sus sardinas se arriman al ascua. Y claro, neutrales como tantos 'cronistas' de nuestros pueblos. Va a ser que no”, reivindican al presentar las publicaciones.
Y es que ARMH Cuenca se financia con la venta de sus publicaciones. “Así pagamos las placas que erigimos, las exposiciones que hacemos. Todo. El 10% se dedica a un fondo solidario y le donamos el dinero a una causa que nos parezca justa”.
(*) La imagen correspondiente a las mujeres rapadas durante el franquismo ha sido sustituida tras el apunte de un lector y el posterior reconocimiento del error, a la hora de facilitar el documento, por parte de la ARMH de Cuenca