“No creo en la cultura gratuita. El público tiene que valorar el sacrificio del artista”

Manuel Galiana (Madrid, 1941) es una de las grandes figuras de la escena española. Sus comienzos en el célebre programa ‘Estudio 1’ en los años 60 le catapultaron a un reconocimiento que no ha dejado de consolidar durante los 50 años que lleva subido a las tablas. Enamorado del teatro, cree que “es una pena que el cine no le haya aprovechado”. En una entrevista para eldiarioclm.es, conversamos con el actor sobre el panorama de la cultura en España y su trayectoria profesional en teatro y televisión; y de su reciente nombramiento como patrono de la Fundación Siglo Futuro de Guadalajara. La obra ‘Nostalgia al agua’, del director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero ha sido su último trabajo. Ahora tiene previsto estrenar ‘La herida’ en Estudio 2 en los próximos meses, además del recital de copla ‘Y, sin embargo, te quiero’, con versos de Rafael de León y la guitarra de Guillermo Fernández.

¿Qué función debe desempeñar la cultura en una sociedad democrática avanzada?

Una función primordial. La cultura es la bandera de una nación y un país debe exhibirla como su máximo logro. La sociedad no es todavía muy culta ni educada. España tiene un gran bagaje cultural que ha de cuidar y queda mucho por hacer. Hay muchos desmayos de la política con respecto a la cultura. No he tenido la oportunidad de hablar con ningún político que me explique por qué no se puede hacer más por la cultura, por prestigio y por economía. La cultura mueve mucho dinero. La excusa que dan siempre es la falta de dinero. Es una pena. Un país tan rico en folclore y que cuenta con artistas de primer orden no puede permitirse no tener un Teatro Nacional de Danza. Hubo un impulso de crear teatros por todo el país, pero no fueron conscientes de que había que dotarlos de actividad.

¿Qué opina de la política cultural de base de acceso gratuito que defienden los nuevos partidos?

Abogo por la excelencia y que el público exija calidad para ver las mejores representaciones, porque lo pagamos con nuestros impuestos. La cultura debe pagarse. No puede ser que se ofrezca cultura popular gratuita, porque cualquier manifestación artística implica un gran sacrificio por parte de los artistas y eso es algo que las personas tienen que valorar.

Su andadura en la interpretación comenzó en el Aula de Teatro del profesor Antonio Ayora en Instituto San Isidro, ¿cree que está valorado el teatro como disciplina artística en la enseñanza actual?

No. Existen colegios que comienzan a hacer esa labor educativa con sus alumnos, pero no es una realidad generalizada. El teatro es bueno para la educación de los jóvenes. Siempre digo que es el mejor deporte, porque les permite aprender el lenguaje, el sentido de equipo, a expresarse en público y es divertido. Formo parte del jurado de teatro escolar y juvenil que patrocina Coca Cola y cada año se presentan 200 actuaciones realizadas por colegios de toda España. Es emocionante ver la alegría de esos pequeños. El teatro debería ser obligatorio en todos los centros.

Usted es un actor polifacético, ha trabajado en teatro, cine y televisión, ¿Cuál es el género que más le ha seducido en su dilatada carrera profesional? ¿Por qué?

Mi novia es la interpretación, pero mi gran amor ha sido el teatro durante estos 50 años de carrera. Me planteé primero hacer cine, pero después de formarme en la Escuela de Cine y obtener un premio extraordinario de fin de carrera, nadie del mundo del cine me reclamó y empezaron a llamarme del teatro y la televisión. Nunca he perdido la ilusión por mi oficio y mantengo esa ilusión de hacer cine. Sin embargo donde más me divierto es encima de un escenario, porque cuando lo pisas entras en un sueño, del que te despiertas con el aplauso del público. Soy afortunado. No pasé por ningún calvario en mis comienzos. Y no he parado de trabajar hasta hoy.

En alguna entrevista ha confesado que “estar transmitiendo algo me hace seguir en el escenario”, ¿Qué mensaje intenta transmitir a su público?

Los actores somos trabajadores sociales que comunicamos situaciones y problemas que vive el público. Somos transmisores de las penas, las alegrías, las pasiones humanas, desde la más sublime a la más mezquina, y el espectador se conmueve y siente, porque es un mensaje con el que se identifica. Por poner un ejemplo, en la obra Doña Rosita la soltera se pone de manifiesto la nostalgia y el sentimiento de fracaso de una mujer que queda atrapada en el tiempo.

Uno de los clásicos a los que ha interpretado ha sido Buero Vallejo, en 'La llegada de los Dioses y Misión al pueblo desierto', ¿qué significó Buero Vallejo para la dramaturgia española de posguerra?

Una gloria. Al teatro de Buero se le ha reconocido a posteriori como uno de los grandes logros de la dramaturgia contemporánea. Buero siempre denunciaba situaciones y hablaba de la condición humana dentro de su difícil contexto. Entendió perfectamente que el desastre que había significado la guerra había que superarlo. Tuve el honor de conocerle en mis inicios y recuerdo que siempre tuvo palabras amables como “no te comas los finales”. Era un hombre lúcido y maravilloso.

¿Qué vinculación tiene con La Alcarria y con la localidad de Hita?

De simpatía. Me gusta la Alcarria. Es una tierra llena de verdad, de encanto, de misterio y siempre que he viajado allí he encontrado el cariño y la cordialidad de sus gentes. Me nombraron Arcipreste de Hita en 2014 y desde entonces me encomiendan la puesta en escena de la representación que hacen en el Festival cada año. Es un honor. Hita es un pueblo precioso. Guadalajara es una tierra bonita, llena de folclore, paisajes y muy desconocida, porque, de otro modo, la gente se entusiasmaría.

La Fundación Siglo Futuro lleva promoviendo la cultura en Guadalajara desde hace 25 años. ¿Cómo surge la idea de nombrarle Patrono de Honor?

Estoy informado de su actividad y colaboro con Siglo Futuro desde hace años. Tiene una labor extraordinaria. Hacen muchos actos importantes e invitan a gente interesante. Siglo Futuro es uno de los encantos de Guadalajara. Un tesoro que la sociedad debe aprovechar. Cuando interpreté ‘Nostalgia al Agua’ en el Teatro Moderno en enero, Juan Garrido me propuso como Patrono de la Fundación y contesté que no sabía si acumulaba méritos, pero me agradó la idea y acepté. Es importante que se cultive el teatro en las fundaciones y asociaciones culturales. El teatro es entretenimiento y educación. Seré patrono de teatro y les asesoraré en las propuestas que desarrollen.

Ha tenido la oportunidad de interpretar en el Festival de Almagro con la obra Mujeres Cervantinas junto a las actrices Marina Rodríguez Cusí y Marisa Blanes. ¿Qué supone Almagro para un actor en su carrera?

Almagro es la gran fiesta del teatro. Recuerdo que la última vez que estuve allí no dormí en toda la noche, después de actuar. Te reúnes con tus compañeros, hablas y disfrutas del ambiente que se da en la plaza. He tenido la oportunidad de trabajar en cinco escenarios del festival. Es una experiencia bonita para un actor.

En alguna entrevista ha asegurado que “es una pena que el cine no le haya aprovechado”, ¿A qué se refería?

Quería decir que no me han ofrecido hacer películas. Aunque conservo un recuerdo dulce de las tres películas de Garci que interpreté entre las que se encontraba Luz de Domingo, el último trabajo cinematográfico de Alfredo Landa. No pierdo la ilusión de que suene el teléfono y me propongan hacer una película.

‘Estudio 1’ marcó una época en la televisión de los 60 en España, ¿tendría cabida hoy en día un formato similar?

Creo que no, porque el lenguaje televisivo ha cambiado en estos años y la gente no se acostumbraría a ese formato. La etapa de Estudio 1 fue buena, pero hay que dejarla en su época. Ahora las circunstancias son distintas y existen teatros en todos los pueblos del país. El teatro es un milagro que tiene lugar en un teatro.

En televisión ha participado en algunas series como ‘Cuéntame cómo pasó’, ‘Historias para no dormir’, ‘Aquí no hay quien viva’... ¿Cuál ha sido su mejor experiencia televisiva?

Sin duda, Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador. También destaco la serie Vive Cantando. Es de las pocas series que han transmitido valores al espectador como el amor, la familia y la amistad. Me gusta la televisión y me siento cómodo. Me ha dado mucha popularidad y la gente me reconoce por mis personajes televisivos.

¿Cómo es la vivencia de trabajar junto a grandes actores? ¿Cuál es su referente en teatro?

Trabajar con los buenos es satisfactorio y fácil. Mis maestros me aconsejaban que trabajara siempre con compañeros por lo menos igual de buenos que yo. Chaplin y Marlon Brando son dos modelos, porque considero que en estos dos actores está todo lo se necesita saber para interpretar. Además, admiro a José María Rodero. Hicimos en equipo el ‘Veneno del Teatro’, un texto de Rodolfo Sirera que fue un éxito. Al día siguiente se agotaron las entradas. Desde entonces, conectamos y queríamos trabajar juntos. Lo conseguimos también con otras obras como ‘Calígula’ y ‘el Concierto de San Ovidio’ de Buero Vallejo en televisión.

En 1998 le concedieron el Premio Nacional de Teatro por su trayectoria artística. ¿Qué se siente?

Tranquilidad de pensar que tu trayectoria no ha sido baldía. Es un reconocimiento oficial a tu esfuerzo. Te identifican como un valor de la cultura.

En la actualidad da clases de interpretación a jóvenes en el teatro Estudio2, ¿Ser buen dramaturgo es algo innato o se adquiere?

El arte es pasión. Si no le pones pasión e impulso a aquello que haces, no llegas lejos. Para ser buen dramaturgo hay que romper muchas cuartillas y escribir a diario. El oficio de intérprete se aprende y uno de los aspectos más importantes es expresarse con claridad, una cualidad que no abunda en los actores de ahora. En cambio, tú ves una secuencia de una película de Berlanga en la que intervienen muchos personajes y se les entiende a todos. Es un trabajo continuo en el que todos los actores somos iguales, desde el protagonista al papel secundario.