ENTREVISTA

Arturo Menor, académico de cine: “Los que hacemos documentales casi debemos ir llamando a las salas puerta por puerta”

Llegó a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España como miembro numerario en 2019, poco antes de la pandemia que puso al sector patas arriba, dejando a muchos trabajadores sin recursos y con el séptimo arte gravemente herido. Esa crisis, cuenta, está casi superada y las cifras de espectadores ya casi son similares a las de antes de la COVID-19.

Arturo Menor, natural de Talavera de la Reina, ha sido elegido ahora como miembro de la Junta Directiva de la Academia. Ocupará el cargo de vocal en la especialidad de documental por un periodo de cuatro años. Es decir, ha sido el más votado de su oficio como representante de este género en la Junta Directiva.

Biólogo, ecologista, así como productor y realizador de cine de naturaleza, la carrera de Arturo Menor se inició en 2009 con su primer cortometraje titulado 'Amigas del Aire' que recibió importantes reconocimientos. Hasta la fecha ha realizado más de veinte cortometrajes y tres largometrajes: ‘WildMed, el último bosque mediterráneo’, ‘Barbacana, la huella del lobo’ e ‘Iberia, naturaleza infinita’. Esta última película ha estado nominada en las pasadas ediciones de los Premios Goya, los Premios Forqué y los Premios Carmen y ha obtenido, hasta la fecha, 12 premios nacionales e internacionales.

Entró a formar parte de la Academia de cine poco antes de la pandemia. ¿Qué momento atraviesa ahora esta organización?

Fue un crack tremendo, porque se pararon todos los rodajes. Afectó sobre todo a los técnicos de a pie y la gente que trabaja en la realización de las películas en los platós. El resto pudo aguantar más o menos, porque el público pasó de estar en las salas de cine a estar en las plataformas, y seguían comprando contenidos. Pero la gente que trabajaba en los rodajes sufrió muchísimo. Después, muchos cines han desaparecido y otros han aguantado el envite gracias a las ayudas.

¿Y eso se ha recuperado cuatro años después?

Ahora mismo estamos rondando casi las cifras de antes de la pandemia en cuanto a espectadores. Esto era difícil porque la gente se acostumbró a las plataformas, pero el público está volviendo a las salas. Se están produciendo en España más películas que nunca y aunque parezca mentira, se están abriendo nuevos cines en un universo muy heterogéneo, porque no se disfruta de igual manera una película en una televisión, un ordenador o un móvil, que en una sala. Y menos las de cine de naturaleza al que yo me dedico, con grandes paisajes, sonido y ambientación.

Como especialista en el género documental, ¿qué diagnóstico realiza de este tipo de cine en España?

Está en auge total en todos los campos. Hay una parte referente a documentales sobre biografías de grandes personajes de la historia que ahora se está produciendo mucho, con mucho apoyo por parte de Televisión Española. También tiene mucho respaldo el documental de tipo musical, con cadenas que lo impulsan como Movistar. Y también está ocurriendo en mi sector, el documental de naturaleza: solo en España hay 40 productoras especializadas. Es mucho, pero también hay muchas plataformas que demandan mucho contenido y eso hace que se impulse.

¿Pero hay también hay demanda?

Sí, desde la pandemia todas las plataformas de streaming están en auge, han tenido mucho tirón. Y tiene que haber productoras que rellenen ese hueco. En nuestro caso, deberíamos estar al margen porque, como comentaba antes, hacemos cine para ver en salas, pero no podemos obviar la evidencia. Está ahí.

¿No se considera cine, aunque sea por streaming?

Lo es, pero a nivel personal soy un firme defensor del cine en las salas y dentro de la Academia así lo digo siempre. Somos la Academia de Cine, no de televisión. Por ejemplo, de esas 40 productoras de cine sobre naturaleza en España, solamente hay dos que saquen producciones con una amplia distribución en salas de cine. El cine de naturaleza tiene una factura distinta, una producción mucho más compleja y lógicamente es todo mucho más caro.

De cualquier forma, parece entonces que el espectador demanda realidad.

El éxito de los realities viene de ahí. A la gente le gusta ver cosas reales. Estamos ya tan acostumbrados a la ficción, a la irrealidad y a los efectos visuales, que cada gusta más ver cómo vive alguien en otro país, o cómo es la vida de un músico o cómo es la vida en la naturaleza.

¿No es a veces muy difusa la línea entre realidad y ficción?

Muchas veces, Hay mucho falso documental, eso también está de moda. A mí me gusta decir que no hago documentales, que hago cine de naturaleza, historias que yo guionizo y materializo como una película pero que realmente no son documentales. En la Academia tenemos ese problema: ¿dónde está la línea que separa una ficción de un documental?

La mayoría de los documentales los hacen productoras independientes y es muy difícil que una distribuidora los coja. En muchos casos la mayoría recurrimos a la autodistribución

Y bajo ese contexto, ¿qué necesita el género documental, pese a su auge, para obtener un reconocimiento o una distribución más masiva en salas?

Es uno de nuestros problemas en esta especialidad: la dificultad que tenemos los productores de documentales para llevar las películas a salas. Ahora mismo, lógicamente, las salas de cine están copadas por las grandes multinacionales con sus grandes campañas de comunicación. Con eso llenan las carteleras y las salas. La mayoría de los documentales los hacen productoras independientes y es muy difícil que una distribuidora los coja. En muchos casos la mayoría recurrimos a la autodistribución, lo cual hace que el trabajo sea mucho más complejo

Al final, ¿es la productora la que se encarga de todo en esta especialidad cinematográfica?

Sí, tienes producir, dirigir y distribuir. Prácticamente debes ir llamado a la puerta cine por cine para hacerte un hueco. Y en muchos casos ni siquiera es el hueco que tú desearías, porque el mejor, el de la franja de las 20.00 o las 22.00 horas se reserva a las grandes producciones. A nosotros nos dejan a las 12.00 o a las 16.00. Pero a pesar de todo, la gente va a verlas.  

Aunque hay salas independientes, también será difícil encontrar esos huecos porque muchas salas se agrupan en conglomerados empresariales...

Pero lo importante es que las salas independientes siguen existiendo y sobreviviendo. Algunas. Los cines deberían estar compensados económicamente de alguna forma por exhibir este tipo de cine y por apoyar producciones en España. Puede que el público sea minoritario, pero nuestra labor va más allá del mero entretenimiento, cumple una función educativa, cultural y didáctica y eso siempre hay que tenerlo en cuenta.

De hecho, ¿es el compromiso social el que mueve a productores de documentales o al final siempre es un negocio?

En la Academia hay muchos productores a los que les mueve el compromiso social. Casi ninguna ve tener una productora de documentales como un negocio. En muchos casos, ni siquiera hay un afán mercantilista. Tiene que haber negocio, claro, y por eso invertimos, pero lo que nos mueve es dar a conocer las cuestiones de la naturaleza que tratamos en nuestros documentales.  

Actualmente, ¿no hay ninguna línea de ayudas para productoras de cine documental?

Específicas para ello, no. Las hay a nivel de cine europeo. Y con los fondos Next Generation, las salas han recibido algunas ayudas también pero no hay una concreta para distribuir documentales en España. También hay ayudas al cine independiente que pueden cubrir una parte de los costes de producción, pero a pesar de todo, estamos limitadísimos y tenemos que correr con la mayor parte de los gastos.

En su caso concreto, ¿cómo ha elegido los temas de sus documentales?

Siempre elijo un problema de conservación de la naturaleza en España, porque es en el medio natural ibérico en lo que estoy especializado. En ‘WildMed, el último bosque mediterráneo’ quise hablar del problema de la enfermedad de la “seca” por un hongo invasor que puede hacer desaparecer gran parte del arbolado de Sierra Morena en los próximos 50 años. Eso se une a otros problemas como el cambio climático. Es un problema no solo ambiental, sino también social, porque en Sierra Morena no hay otra forma de explotación del territorio, que no sea agrosilvopastoral. No hay suelo fértil para la agricultura y los habitantes de la zona terminarán por abandonarla.

Después, en ‘Barbacana, la huella del lobo’ se adentró en un problema espinoso y polémico en España.

Es una película hecha con ganaderos y para ganaderos. Habla sobre el lobo pero está más enfocada y trabajada en un argumentario que sirva para confrontar ideas. Yo soy biólogo y tengo un punto de vista más académico, pero cuando llegas al campo y hablas con los ganaderos, algo cambia. Siempre dicen que es un conflicto que tiene solución. Pero todos los conflictos la tienen. Quienes tienen que aportarla son los propios ganaderos. Yo quiero que haya ganaderos de extensivo en España pero también que haya lobos, porque son necesarios para el funcionamiento de los ecosistemas.

¿Esa búsqueda de consenso la imprimió también en 'Iberia, naturaleza infinita', que aborda otro problema candente?

El documental es sobre la electrocución de aves en tendidos eléctricos. Llevo muchísimos años haciendo revisión de líneas eléctricas y su incidencia sobre las aves. Efectivamente es un problema grave porque mueren especies en peligro de extinción como el águila real o el águila imperial. Pero lejos de corregirse, las muertes se han subido un 200%, según SEO/BirdLife. Quería poner de manifiesto ese problema, sobre todo porque los tendidos eléctricos son necesarios para nuestra vida, pero este problema también tienen solución mediante correcciones que pueden y deben abordarse.

El desierto ha puesto ya un pie en España. Son problemas graves. No podemos quedarnos cruzados de brazos

¿Cuál será su próximo proyecto?

Ahora estoy trabajando en algo totalmente diferente. Me compré una casa, un lagar, en el Parque Natural Sierra Norte de Sevilla y como voy a estar un año castigado haciendo seguimiento de la obra, se me ocurrió la idea de hacer una serie documental de ocho capítulos sobre el proceso de rehabilitación para hacerla ecológica. Se llamará 'Ecocasa: de lagar a hogar'. Ahora mismo está en proceso de ruina pero queremos restaurarla con materiales ecológicos, de kilómetro cero, como la cal y la madera. Y también con hormigón, cemento y ladrillos que tengan una huella de carbono muy inferior a la habitual.

De nuevo el documental comprometido, entonces.

Me gustaría que sirviera de ejemplo y fuera inspiradora para otras personas cuando decidan, por ejemplo, emprender una reforma de este tipo. Que vean que hay alternativas que son respetuosas con el medio ambiente.

¿Cómo combate el hecho de que en España veamos tan claramente las consecuencias del cambio climático pero al mismo se propague su negacionismo?

De manera incansable y batalladora. Me moriré defendiendo los postulados de la ciencia. Esto no es una secta. Hay un panel internacional de científicos, que son quienes hacen las mediciones del cambio climáticos y hacen los informes. Es real y existe. Si la especie humana se extingue, no habrá ningún problema. La vida resurgirá en la Tierra. Pero nosotros somos los principales causantes. Y España está en primera línea, vamos a ser de los países más afectados. El desierto ha puesto ya un pie en España. Son problemas graves. No podemos quedarnos cruzados de brazos, tenemos que legar a las futuras generaciones un planeta en condiciones para vivir.