En busca de los esclavos y “resilientes” de la milenaria villa romana de Noheda, más allá de los ricos que la pagaron
Fue un lugar para ricos. Un hogar monumental y soñado. Ideal para “vivir y morir”. Un locus amoenus en uno de los territorios más prósperos del Imperio Romano. El sitio en el que vivió un acaudalado señor con su familia y sus allegados es hoy en día el yacimiento arqueológico de Noheda, una villa romana de los siglos I a.C. al VI d.C. construida en una ligera pendiente sobre un asentamiento ibérico anterior, a 20 kilómetros de Cuenca y que recibe el nombre de la pedanía que lo acoge.
Ahora, un nuevo proyecto de investigación quiere ir más allá de la riqueza de sus dueños y busca la estela de los esclavos, trabajadores y proveedores que permitieron que se mantuviera en pie, y también de aquellas personas que lo habitaron posteriormente como “resilientes” del medio rural hasta la Alta Edad Media.
El principal foco de atracción es su mosaico figurativo, ubicado en el triclinium (comedor o sala de recepciones para invitados más selectos), único en el mundo por sus dimensiones. Es de los más grandes localizados en un espacio triapsidado. Y también por su complejidad, con más de 160 figuras, algunas a escala natural que a su vez tienen seis paneles, cada uno con su propio estilo narrativo.
El yacimiento también es conocido internacionalmente por el edificio suntuario que representa un complejo rural tardorromano. Aunque su identificación data de 1574 y en 1889 ya lo nombran varios viajeros españoles, hasta 2005 no comenzaron las excavaciones arqueológicas. Y lo hicieron con urgencia tras mucho tiempo perdido.
Después del lapso de 2011, cuando el Gobierno del PP “cercenó” el yacimiento y se tuvo que echar mano de voluntarios y voluntarias para sacarlo adelante, posteriormente se han hecho campañas arqueológicas todos los años, unidas a proyectos de investigación que complementan todos los hallazgos, financiados principalmente por el Ejecutivo castellanomanchego, la Diputación provincial y la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
En la actualidad, el paso que se quiere dar en el yacimiento arqueológico conquense es de una gran trascedencia histórica y social. Aparte de las excavaciones, el equipo liderado por el director científico del yacimiento, arqueólogo y profesor, Miguel Ángel Valero, estudia el polen del área de excavaciones. Quieren saber si había un mayor cultivo de trigo, de cebada o de vino y el tipo de monte que existía en el entorno.
En 2018 ya se publicó un artículo donde se recomponía el paisaje existente cuando la villa romana estaba habitada, pero ahora buscan datos más “exhaustivos”. Por ejemplo, estudios de los huesos de animales encontrados y de los morteros, las piedras y los mármoles. “Con todo ello podemos documentar qué comían, cómo los preparaban, cuánto costó hacer la villa y de dónde llegaron los materiales”, explica Valero.
Hasta que llegaron otras personas para “sobrevivir”
Es decir, un estudio transversal, como todos los que se realizan en el yacimiento, para conocer la forma de vida no solo del dominus, de su dueño y de la gente pudiente, sino también de los trabajadores y/o esclavos que vivieron allí. “Y también queremos saber qué pasó cuando el propietario se fue y llegaron otras personas, los resilientes que se adaptaron al terreno y se mantuvieron ahí sobreviviendo”, dice.
Cuando hablamos de la villa romana de Noheda, hay que tener en cuenta que está construida a su vez sobre otros asentamientos, en varios estratos de tiempo. Existe un yacimiento ibérico original del siglo IV a.C. es decir, antes de la época romana. Luego se quedó deshabitado, y entre siglo I a.C y el II D. C. se construyó una villa imperial. Después se produjo un nuevo abandono, y finalmente acogió una tercera villa tardorromana a partir de mediados del siglo III y hasta el siglo IV d.C, que es la villa monumental que hoy puede verse.
“El sitio donde está reúne unas condiciones fantásticas para el desarrollo agrícola y ganadero y ha sido aprovechado como tal a lo largo de la historia. De hecho, la primera villa sirvió de cantera para montar la siguiente. Después de la fase monumental, en el siglo VI d.C., buena parte de los trabajadores y esclavos se quedaron allí y adaptaron su forma de vida, ya austera y autárquica. Se adaptaron a las nuevas necesidades y explotaron el terreno, ya no como gran latifundio sino como pequeños asentamientos vinculados a una unidad familiar y a un terreno con su ganadería y agricultura: el modelo que impera en Europa en la Alta Edad Media”, precisa el arqueólogo.
Por lo tanto, sí, Noheda fue una villa de ricos porque “la monumentalidad es lo que llama la atención”, la excepcionalidad de sus esculturas y mosaicos. Pero Miguel Ángel Valero recuerda que los ricos eran el 0,01 por ciento de la población y que el resto fueron personas pobres que “cambiaron la historia”.
De hecho, cuando se habla de esta época tardorromana, no hay “grandes alcurnias, ni épicas gestas, ni fantásticas batallas”, sino que fue una época de pandemias, como sucedió con las las pestes de Justiniano, y de pateras en el Mediterráneo, repletas de personas que huían por cuestiones religiosas: “No hay mucha diferencia con lo que vemos hoy en día. Y hubo gentes resilientes que se adaptaron, que cambiaron e hicieron la historia”.
Es cierto que la villa romana de Noheda tuvo un dueño muy rico, pero por ese mismo motivo también tuvo “trabajando y/o esclavizada” a mucha gente, al tratarse de una urbes in rure (ciudad en el campo) en una zona que abarca casi diez campos de fútbol. “Por eso estudiamos las maravillas y la magnificencia de la arquitectura, pero también a ese 99,9 por ciento de la población que son los grandes olvidados y que no solo vivieron ahí, sino que son los que realmente lo construyeron”, dice el director.
Esto es un como un libro, cada estrato que levantamos es una hoja que arrancamos: o la leemos bien o no estamos leyendo el libro completo sino solamente las últimas páginas
“Si queremos conocer una sociedad, cómo vivía, qué hacía, hay que hacerlo en todos los estratos sociales. Yo sé que Noheda es un revulsivo monumental, pero gracias a ello podemos conocer de verdad la historia con mayúsculas, la que está hecha por todos”, afirma el director científico del yacimiento.
Su equipo puede permitirse hilar tan fino en sus investigaciones. El yacimiento tiene una desventaja que ha sabido convertir en privilegio, que es el inicio tardío de las excavaciones. Mientras que en otras zonas excavadas en toda España se retiraron de forma muy rápida los diferentes estratos temporales en busca de los mosaicos, en Noheda se ha contado con tecnologías más avanzada que han permitido documentar todo lo retirado hasta llegar a la monumentalidad.
“Esto es un como un libro: cada estrato que levantamos es una hoja que arrancamos: o la leemos bien o no estamos leyendo el libro completo sino solamente las últimas páginas”, avisa Miguel Ángel Valero.
Así trabajan también en la campaña actual, que abarca el mes de julio y que se centra en el salón cruciforme de grandes dimensiones que alberga la villa. Los trabajos se centran en dos puntos cruciales: los pies y la cabecera. Esta última es un octógono monumental de 25 metros cuadrados, con un estibarium: el sitio donde se sentaba el propietario: “Queremos excavarlo para ver la morfología y la reutilización del espacio”.
En el extremo opuesto, los arqueólogos intentan sacar a la luz el acceso al salón. Hay que tener en cuenta que este espacio cruciforme es de 900 metros cuadrados. Se trata de uno de los salones más grandes conocidos de todo el Imperio Romano: “Tenemos la suerte de que gracias a una cata de valoración disponemos de más de dos metros de altura conservada, con muros de 1,25 metros de ancho. Esto quiere decir que este año no se acabarán estos espacios, porque en cada campaña surgen nuevos interrogantes a los que intentamos dar respuesta”.
Actualmente también está culminando la fase de protección, exhibición y musealización del balneum, las termas romanas, que también ocupan 900 metros cuadrados y que son de las más grandes conocidas en el Imperio.
Se está colocando la techumbre del edificio y toda la museografía con reconstrucciones en 3D y métodos volumétricos. Este último mecanismo consiste en reconstruir los volúmenes originales con mallas de fibras de acero, generando un muro transparente, que por el día apenas se ve, pero por la noche se ilumina. Es reversible y además sirve para proteger el balneum y sus mosaicos de las inclemencias del tiempo. El aspecto ya es impactante incluso sin estar terminado.
Finalmente, en el Centro de Interpretación que gestiona el Ayuntamiento de Noheda se han instalado paneles con reproducciones de los mosaicos y algunas otras de las esculturas. En este yacimiento se han encontrado más medio millar, que se encuentran en el Museo Arqueológico de Cuenca.
Porque el yacimiento de Noheda es el conjunto escultórico más grande de toda Hispania (España y Portugal) y ahora quiere seguir ahondando en el pasado de los que la habitaron hasta el final, para que la historia sea completa y su monumentalidad deje hueco también a las pequeñas historias. “Tenemos una cantidad inmensa de datos pero, como somos muy curiosos, seguimos teniendo más preguntas que respuestas. Es la arqueología”, concluye Miguel Ángel Valero.
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