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El castillo de Hellín, de la excavación arqueológica al laboratorio para conocer su historia

Barrio del Castillo, en Hellín

José Iván Suárez

7 de julio de 2024 10:17 h

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Una vieja leyenda cuenta que una noche oscura, los antiguos habitantes del castillo de Hellín quisieron recuperar el dominio de la fortaleza, en manos de los cristianos. Según este relato, los moradores fueron advertidos del peligro que sobre ellos se cernía mediante una extraña luminaria que surgió en el monte. Cuentan que los moriscos desistieron de su intento y sus habitantes, reconociendo el milagro, buscaron el origen de este hecho. Fue así como apareció la hermosa imagen y allí se levantó el templo de la Virgen del Rosario.  

Siglos y siglos después, este santuario en honor a la patrona de la ciudad se alza en las faldas de la montaña, junto a desvencijados restos de las murallas del antiguo castillo de origen islámico. En lo más alto del monte, un equipo de arqueólogos acaba de terminar una nueva campaña de excavación para determinar la verdadera historia de un castillo, más allá del polvo que acumulan las leyendas, más cerca de las certezas a las que contribuye la Ciencia.

“La arqueología tiene que documentar todas las fases históricas y comenzamos a comprender cuál es la imagen real del castillo”, explica José María Moreno Narganes. El profesional codirige desde hace un par de años este proyecto junto a Pablo Cánovas, Victoria Amorós y Sonia Gutiérrez. A pie de excavación, Moreno Narganes muestra los avances de este mes de trabajo de campo que ahora se extenderá al laboratorio.  

“Hemos encontrado gran cantidad de fauna asociada a la ocupación islámica, que conjuntamente con la arqueobotánica (semillas, carbones, etc) nos permite acercarnos al paisaje natural del entorno del castillo”, detalla el arqueólogo. La información que aportarán estas diminutas pistas ayudará a comprender la vida en este recinto de 5.000 metros cuadrados, con más de 900 años de historia y que fue creciendo al tiempo que la ciudad de Hellín se transformaba. Una fortificación compleja incrustada hoy día en un barrio histórico sobre el que vienen realizándose algunas intervenciones sociales y culturales en los últimos años.

En esta tercera campaña de investigación arqueológica, el esfuerzo se ha centrado en conocer la configuración del castillo, su evolución y su composición urbana y, así, poder planificar las actuaciones más adecuadas para su futura recuperación. El Ayuntamiento de Hellín ha financiado unos trabajos que ahora deben vascular hacia la elaboración del Plan Director. Durante este verano, se ha realizado una cata en el casco histórico y se ha ampliado el sondeo en la plataforma superior. Fruto de estas labores han aparecido diferentes muros que “nos hablan del uso del castillo tras el periodo medieval y un suelo de cal que muestra la existencia de espacios abiertos al exterior de la muralla interna”, afirma Moreno Narganes.  

Este es el terreno que pisaron los habitantes originarios de la fortaleza. Para llegar hasta él, el equipo ha tenido que descender más de tres metros y medio. Esta dura faena se va a ampliar con los análisis que se llevarán a cabo en los próximos meses respecto a los materiales constructivos utilizados o el tipo de mortero empleado en los muros. A lo que se añade el hallazgo de una vajilla importante del periodo medieval y moderno.

Además, se están purgando los planos antiguos y se va a realizar una nueva perimetración de todo el área que albergaba el castillo. De momento, el tajo para los profesionales aún es mucho en Hellín. Pronto se darán a conocer estos resultados en una charla informativa. Entre tanto, hace unas semanas se celebró una jornada de puertas abiertas para conocer los trabajos arqueológicos y asistieron más de 120 personas. Y es que la historia de la ciudad sigue despertando mucho interés y deparando más de una sorpresa.  

Los documentos ayudan a resolver las dudas. José María Moreno Narganes cuenta que, recientemente, el historiador albaceteño Aurelio Pretel les ha facilitado un texto de 1450 donde se describe la entrega del castillo de Hellín al Marqués de Villena y donde se cita específicamente la existencia de una doble muralla con un espacio más protegido al interior. Un sistema defensivo que pudo identificarse en la pasada excavación y que revela que la fortaleza estuvo en uso más tiempo del pensado. Solo cien años después, el castillo sufría un marcado abandono. Y añade algo más el arqueólogo: “Lo último que hemos encontrado es un documento de la cesión de Felipe II de 40.000 maravedíes para la reparación de la fortaleza”.  

Las piezas encontradas, los documentos rescatados y la escucha de los propios habitantes de Hellín son la fuente principal de información para seguir comprendiendo la evolución del castillo, una fortaleza de gran importancia en su época y que el devenir histórico terminó transformando. Tanto es así que hoy, curiosamente, parte de una torre es un palomar donde anidan las aves.

Hace unos días, José María Moreno Narganes estuvo hablando con el acequiero jubilado de Hellín sobre los tres caños de agua y cómo funcionaba la ciudad. Los conocimientos populares completan esta visión global del pasado. Los historiadores, aquellos rigurosos que miran más allá de la leyenda, siguen atentos a todos los indicios para reconstruir el relato de nuestras raíces. En el castillo de Hellín, la narración todavía no ha terminado. 

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