Cuatro exposiciones conquenses con Zóbel al fondo
Ya en el tramo final de la conmemoración del centenario del nacimiento del pintor y mecenas hispano-filipino Fernando Zóbel, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca –que él creara y cuya gestión, con especial clarividencia, decidió, 14 años antes de su fallecimiento, que fuera gestionado en adelante por la Fundación Juan March donándola su colección de pintura, escultura, dibujo y obra gráfica, así como su biblioteca personal y un conjunto de sus diarios y más de ciento treinta cuadernos de apuntes– alberga, en acertado diálogo con las obras de la propia colección zobeliana, cuatro muestras temporales que desde su diferenciada singularidad vienen, sin embargo, a ofertar una visión complementaria de la propia historia de la instalación museística conquense.
Un museo que trasciende sus muros y un creador polifacético
Desde el pasado octubre ya se venían mostrando al público dos de esas muestras. Una era y es la que da a sus visitantes la posibilidad de visionar la obra de los hermanos gemelos catalanes Jordi y Jaume Blassi (Barcelona, 1948) cuya relación con Zóbel, iniciada en los años sesenta del pasado siglo casi al tiempo mismo de la apertura del museo de las Casas Colgadas, iba a dar como resultado toda una serie de realizaciones de diseño, fotografía y edición –libros de artista, carpetas de gráfica, logotipos, fotografías, carteles y postales de las obras de la colección– muchos de los cuales figuran junto a ejemplos de sus posteriores trayectorias en la exposición, realizaciones que testimonian la atrevida apuesta del fundador del museo en el gris, alicorto y aislado panorama de la plástica española de aquel tiempo tanto al optar por la expresión plástica más radicalmente avanzada como por su decidida intención de que la institución –creada no por institución alguna, sino por artistas– transcendiera sus muros y se difundiese dentro y fuera de España a través de los medios.
Una muestra que, por cierto, une a ese su señalado interés histórico-artístico una especialmente acertada presentación museística de su oferta.
La otra es la que, bajo el acertado epígrafe de 'Retrato de un pintor con ideas', recorre a través de las 40 obras que la conforman la polifacética trayectoria de Antonio Lorenzo (Madrid 1922-2009), gran amigo del propio Zóbel y uno de los creadores plásticos participantes en lo que el comisario de exposiciones de la March Manuel Fontán del Junco ha calificado de “complicidad artística e intelectual” de los creadores plásticos cercanos en su desarrollo inicial al espíritu inspirador de la creación del espacio expositivo conquense que, por supuesto, cuenta con obra suya en su colección permanente.
Hábilmente concebida por su equipo curacional (el ya citado Manuel Fontán, Celina Quintas, Marta Suárez-Infiesta con el crítico Alfonso de la Torre como comisario invitado y Olivia Stamper como asistente del proyecto) a modo de una pequeña antológica, la exposición consigue, pese al reducido número de piezas que la componen –reunidas con la colaboración del nieto del artista Federico Lasauca y del resto de la familia del pintor y algunas de las cuales no se habían expuesto hasta la fecha– dar una visión más que didáctica de la evolución expresiva de este creador en recorrido complementado con muestras de la correspondencia que Lorenzo mantuvo con Fernando Zóbel y con archivos sonoros que testimonian la pasión que sentía por la música, a su juicio “el gran arte”.
Un grupo de artistas y un museo
A estas exposiciones se han venido a unir ahora otras dos. Una de ellas, titulada 'Archivo Portera', exhibe una selección de las películas rodadas en formato super-8 por el neurólogo y académico, reconocido por su impulso a los estudios neurológicos en España, Alberto Portera (Caspe, Zaragoza, 1928-Madrid, 2019) que, además de esa carrera médica que tras especializarse en Estados Unidos en neurología y psiquiatría le llevó a ejercer como investigador y docente en centros hospitalarios como, por ejemplo, el madrileño Doce de Octubre, fue un apasionado del arte y el cine y mantuvo estrecha amistad con los artistas del grupo generado en torno al museo creado por Zóbel.
Son filmaciones que muestran a sus amigos artistas e intelectuales entre los que, entre otros, están Manolo Millares, Bonifacio Alfonso, Antonio Saura, José Guerrero y el danés Asger Jorn, películas que, salvo alguna excepción, habían permanecido inéditas hasta ahora. Les acompañan algunas obras de su propia colección y varios escritos y documentos.
En la otra muestra –'Francisco Gómez. Cuenca 1966'– sus visitantes pueden contemplar las imágenes fotográficas de un reportaje –cuyo texto firmaba el crítico albaceteño Juan Ramírez de Lucas– publicado en enero de 1967 por la revista Arquitectura sobre precisamente el Museo de Arte Abstracto conquense inaugurado tan solo seis meses antes. Esas imágenes eran obra de Francisco Gómez (Pamplona, 1918-Madrid, 1998), un fotógrafo que comenzó a trabajar con su cámara en los años cincuenta y que formaba parte, como se señala en la documentación publicada con ocasión de la propia exposición, “a una generación que reivindicó una nueva visión subjetiva y poética de la fotografía”, y que ejercía su oficio “con una mirada innovadora y honesta, que supo ver el potencial poético de lo cotidiano retratando paredes desconchadas u objetos abandonados” en una visión personal que aplicó a la fotografía de arquitectura.
Ese reportaje que llevó a cabo del museo conquense es un testimonio único del primer cuelgue de su colección, el realizado por sus propios fundadores, Fernando Zóbel y con él Gustavo Torner y Gerardo Rueda. La exposición está organizada en colaboración con la Fundación Foto Colectania de Barcelona que es la propietaria y gestiona el archivo del artista. Junto a las otras tres muestras reseñadas viene a proporcionar a los visitantes del museo conquense un complementario, pedagógico y al tiempo atractivo acercamiento al ambiente en el que esta institución inició su fecunda trayectoria.
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