Titiriguada no es el primer ni tampoco el segundo festival que deja de celebrarse en Guadalajara desde que gobierna la coalición entre PP y Vox en la capital. La carta que envió el director Alberto San Andrés para comunicar que no habría edición en 2024 del Festival Internacional de Títeres y Artes Vivas de Guadalajara –a pesar de tener ya una programación contemplada–, recordaba a las valoraciones de los responsables de eventos como el Festival de Cine Lento o el Festival de Cine Comprometido de Guadalajara.
“Yo les pedía reunión y no me contestaban. Me hubiera gustado sentarme con ellos, de persona a persona, con sentido común y hablar de lo que era mejor para la ciudad”, reflexiona San Andrés, que ha sido el responsable del evento desde sus comienzos. Y, de hecho, no es la primera vez que Titiriguada deja de celebrarse, por lo que se considera una “decisión política”. El festival volvió al panorama cultural en 2021 tras dejar de celebrarse en 2012. Entonces reflexionaba San Andrés con este medio: “Yo me había cansado ya de intentar contacto con los políticos del PP. Fue un agotamiento, un desgaste y ya no iba a luchar más”, recalca.
En el comunicado que ha enviado esta misma semana, San Andrés resaltaba que la edición no podía celebrarse, porque la licitación que publicó el ayuntamiento recortaba a la mitad el presupuesto para la celebración de Titiriguada, pasando de 50.000 euros a 25.000 euros. “Una miseria, total y absolutamente”, resalta el director del festival. Se recortaba el presupuesto, pero se mantienen las mismas condiciones que antes: ofrecer 15 espectáculos, incluyendo la participación de cinco compañías extranjeras. Algo que desde la dirección del festival tacharon de “inviable”.
“El resultado final es que el concurso ha quedado desierto, ya que la única oferta, presentada por Titiriguada, no cumple con los requisitos exigidos. Con tan bajo presupuesto, con tan poco margen de maniobra y con la falta de comunicación, ha sido imposible por parte de los organizadores del festival de llegar a una solución que salve el festival. Por todo lo anterior, Guadalajara se queda, de nuevo, sin Titiriguada”, lamentaba la dirección en el comunicado.
Es complicado hablar de una política de actuación en cultura, porque este año ha sido uno de los peores de la historia.
“Especialmente, si ves otros festivales de teatro de calles o de títeres que posiblemente superen este presupuesto por el triple”, explica San Andrés. Como no ha podido reunirse, ni recibir ninguna respuesta por parte del Ayuntamiento, reflexiona que “puede ser que no les pareciese suficiente, o que no entrase en su política de actuación”.
“Aunque es complicado hablar de una política de actuación en cultura, porque este año, yo creo, ha sido uno de los peores de la historia. Tengo 46 años y no recuerdo tantos recortes, cancelaciones ni tantas huidas del panorama cultural. Es triste y deprimente lo que está sucediendo”, asegura Alberto San Andrés. Añade que es una “suerte” que no trabaje de ello –es agricultor–, debido a lo que considera una total “cultura de la cancelación”. “Esto no me lo invento. La predominancia parece que es la de cancelar”, resalta.
“No sé si es que estamos volviendo a la censura cultural”
El Festival de Cine Lento, con una trayectoria de más de una década, se celebrará en 2024 en Cabanillas del Campo, no en la capital. Lo mismo ocurre con el FESCIGU, el festival de Cine comprometido, que incluso ha sido evento preseleccionador de los Premios Goya y que este año tendrá como sede Azuqueca de Henares. “Esto parece un momento histórico de la cultura de la cancelación, de eventos que han sido luchados y conquistados con esfuerzo y sobre todo, con voluntariado, muchísimo voluntariado. Y así, claro, se están muriendo. Se está acabando la gestión de quienes estaban preocupados por la relevancia de la cultura en la capital. No sé si estamos volviendo a la censura cultural”, reflexiona San Andrés.
En el caso de Titiriguada, su director lamenta que se pierda un evento con trayectoria y que era “muy querido” en la capital. “Cuidábamos a quién invitábamos y a quien no, porque queríamos crear un ambiente diferente, con cariño, especial y familiar. Todos tenemos familia y son ellas parte del festival. Titiriguada era algo diferente, con una magia que siempre sucedía”, resalta. Además, este año los jardines del Palacio del Infantado, donde se celebraban actuaciones, ya iban a estar “al 100%”, sin obras.
De “censura cultural” también habló el PSOE, tras conocerse la decisión del festival de no celebrarse. La portavoz municipal, Lucía de Luz, afirmaba en un comunicado que esta decisión del Ayuntamiento era una “censura cultural” y una “decepción”, fruto del “sectarismo”. Además, culpaban a la alcaldesa de la ciudad, Ana Guarinos, de acabar con “toda la actividad cultural”. “Primero fue el FESCIGU, ahora el Titiriguada e incluso el Concurso de Fotografía de Ferias”, relataba la socialista en dicho comunicado.
Desde Aike Guadalajara, Susana Martínez describía en este artículo de opinión la situación cultural de la capital: “Se acerca un otoño donde empezaremos a notar estas perdidas, donde echaremos en falta las tardes viendo una infinidad de cortos; los encuentros en el hall del Buero Vallejo, con más actividad que nunca durante una semana; la siempre llena de talento gala del Cine Lento; los coloquios después de las proyecciones; las sesiones para público infantil; la exposición con una estupenda colección de imágenes de las Ferias de cada año o juntarnos en los Jardines del Infantado alrededor de los títeres, esos actores tan pequeños y particulares capaces de crear momentos increíbles, de deleitar con sus hilos a públicos de todas las edades”.
Pero San Andrés asegura que va a seguir luchando, porque además ve con preocupación que esto impide que se creen nuevos eventos culturales, que se trabaje en un relevo en la gestión. “Lo que vemos es que se cancela y que lo que queda es la nada”, zanja. Pero eso no quiere decir que no esté “dándole vueltas” a una manera alternativa de celebrar el festival.
Por lo pronto, sí se realizará la segunda edición de Titiriviaje, una suerte de hermano pequeño del festival que pasa por pueblos de la provincia. Este año, estará en Sigüenza, Trillo, Yebes o El Casar, gracias a que los ayuntamientos sí muestran interés. “Pero claro, Titiriguada es de Guadalajara. Entonces creo que hay que lucharlo y estamos estudiando ciertas fórmulas para hacer una propuesta en serio y ver el interés real que exista”, señala.
Un festival para la provincia
El director de Titiriguada agradece el apoyo que ha sentido tanto el público como de las compañías que, en principio, iban a actuar en el festival. “El festival estaba ya todo hecho, el trabajo de todo un año. No solo no lo voy a cobrar, sino que me va a costar dinero”, recalca. Pero todas las compañías artísticas le han expresado su apoyo y su respeto por la decisión de no seguir adelante. “Es que creo que todo el mundo en su sano juicio hubiese hecho lo mismo”, destaca.
El festival no solo traía compañías de teatro de toda España, sino que “hacía provincia”, porque colaboraban elaboradores de chorizos de Atienza, de pasta de espelta de Sigüenza o de mermeladas de Cogolludo. “Lo que estamos haciendo es hacer provincia, hacer ciudad, levantar la marca Guadalajara y no sé cuántos festivales hacen lo mismo”, destaca.
Pero lo que sí tiene claro es que la “titirifamilia”, los “titiriobreros” y “titiriobreras” seguirán al pie del cañón, a la espera de poder celebrar de nuevo su querido festival. “La llama de Titiriguada no se apagó en ocho años. Siempre estuvo en las bocas de las personas que asistieron, que se sintieron removidos y hablaban del artista, del evento, del espectáculo. Eso solo pasa cuando el trabajo está bien hecho”, concluye.