'El arte que conecta', una iniciativa expositiva que simboliza la vocación nacional del Museo del Prado y de Telefónica, llega este mismo martes a la capital albaceteña con la obra 'San Pedro' de José de Ribera, que permanecerá hasta el 3 de noviembre de 2024 en el Museo de Albacete.
La viceconsejera de Cultura y Deportes, Carmen Teresa Olmedo, ha asistido a la presentación de la obra, en un acto en el que ha estado acompañada de la directora del Museo de Albacete, Blanca Gamo; la directora territorial del Centro Telefónica España, Beatriz Herranz; y el coordinador General de Conservación del Museo Nacional del Prado, Victor Cageao; entre otras autoridades.
Este préstamo es una iniciativa conjunta que conmemora el centenario de la compañía y fomenta la conexión de las personas, acercando obras maestras de la colección del Prado a ciudadanos de toda España, ha informado la Junta en nota de prensa.
En torno a esta iniciativa, el Museo de Albacete, a través del Gobierno de Castilla-La Mancha, ha organizado visitas didácticas y un proyecto de mediación cultural.
Grupos de escolares
Las visitas didácticas se desarrollarán a lo largo de la semana e irán dirigidas a grupos de escolares. Mientras que el proyecto de mediación se basará en visitas de hora y media de duración destinadas a grupos de adultos y a familias. En su seno se explicará el contexto del cuadro y su relación con otras obras del museo.
La viceconsejera de Cultura y Deportes ha agradecido la iniciativa a ambas instituciones y, tras invitar a la ciudadanía a participar de las actividades, ha recordado la importancia de descentralizar la cultura aprovechando todas las posibilidades que ofrecen los museos a lo largo y ancho del Estado.
La obra 'San Pedro' en penitencia es una pintura de José de Ribera, conocido como el Españoleto, creada entre 1630 y 1640 durante el barroco español de estilo tenebrista. La pintura retrata al apóstol San Pedro como un hombre anciano de perfil en un fondo obscuro, con ropas de color más brillante, las manos juntas y apretadas en un gesto de arrepentimiento u oración, mientras que la vista se dirige al cielo en un profundo gesto religioso.