Música y plástica en Fernando Zóbel
Nacido en Manila el 24 de agosto de 1924 en una familia de raigambre hispana, pintor, dibujante, fotógrafo, historiador, experto en caligrafía histórica, bibliófilo, coleccionista, músico aficionado, viajero incansable, mecenas de artistas y creador del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, Fernando Zóbel de Ayala y Montojo, alumno y posteriormente enseñante en la estadounidense Universidad de Harvard, iniciaba en 1959 su estancia en España. Poco después, en la mitad de los años sesenta, llegaba a Cuenca, una ciudad en la que, sin abandonar su esencial condición de ciudadano del mundo y siempre bajo el denominador vital de su pasión por la pintura, iba a aposentarse como un vecino más y a la que, con la apertura del Museo de las Casas Colgadas, iba a transformar en fuente de modernidad artística y estética para un país bien alejado en ese entonces del acontecer creativo internacional.
Un Museo que, además, iba a generar un radical antes y después en la sociedad conquense al convertirse en un motor dinamizador que no sólo iba a acercar a sus habitantes al panorama mundial de la plástica, sino que iba a brindar a cuantos por esos días daban en ella sus primeros pasos por la senda del arte el más amplio y fácil acceso a la contemporaneidad, un doble acto de generosidad que, con previsora clarividencia, iba a extender más allá de su propio fallecimiento, el 2 de junio de 1984 en Roma, al poner tres años antes de ese su óbito la continuidad de la institución por él creada en manos de la Fundación Juan March.
Es por ello más que lógico que Cuenca haya venido celebrando con toda una serie de actos conmemorativos el centenario de su nacimiento con una agenda cuyas últimas convocatorias han sido la presentación del volumen cofirmado por el teórico y crítico de arte Alfonso de la Torre y el compositor y artista visual Joan Gómez Alemany y puesto en las librerías por el sello editorial EdictOràlia Llibres i Publicacions, con la colaboración de la Diputación Provincial de Cuenca a través de la Fundación Antonio Pérez en cuya sede tuvo lugar el acto, y la inauguración en el propio Museo creado por el artista de una muestra sobre las figuras y la obra de los hermanos Jaume y Jordi Blassi, fotógrafos, publicistas y diseñadores tan ligados precisamente a los inicios de esa institución, interesante exposición de la que tengo previsto hablarles en próxima crónica.
Concebido como un diálogo entre sus dos autores, 'Fernando Zóbel. Las razones de la belleza' se abre, tras una nota de su editor, Josep Lluis Galiana explicativa de su proceso de gestación, con un amplio estudio de Gómez Alemany –“Zóbel y De la Torre, paisajes sonoros de una existencia en devenir”– en el que, tras acercarse a la obra zobeliana a través de los diarios y cuadernos de apuntes del pintor como mojones de su viaje en el tiempo, rastrear la mezcla interdisciplinar de las artes que subyace en su hacer. También matizar cómo, y son las propias palabras de Gómez Alemany, Zóbel “bajo la fina y excelente escritura de un artista que con su pintura y trabajo muestra una gran seriedad (e incluso frialdad), en algunos textos suyos revela un chispeante humor”, se adentra ya decididamente en la conexión de la pintura zobeliana con la música afirmando que la abstracción de este artista, por su “invisibilidad” y sutileza, plasmada en un trabajo a la par “tierno y complejo en la sensibilidad (…) bien se relaciona con el arte inmaterial por excelencia: la música” que es una expresión artística que –sigo citando a Gómez Alemany al pie de la letra– “es misteriosa, no se ve, es sublime y ha sido calificada como la más emotiva e irracional de las artes” pero también, sin embargo, “es pura estructura en donde el orden es inherente a su material físico y vibratorio” lo que la relacionaría con la postura ante la labor creativa de Zóbel que en numerosas ocasiones declarara que buscaba “el orden en todo lo que me rodea” y “en el orden, en el sentido más amplio de la palabra, busco la razón de la belleza”. Y ahí tienen ustedes el origen del propio título del libro de Gómez Alemany y De la Torre.
Concebido como un diálogo entre sus dos autores, Fernando Zóbel. Las razones de la belleza se abre, tras una nota de su editor, Josep Lluis Galiana explicativa de su proceso de gestación, con un amplio estudio de Gómez Alemany –“Zóbel y De la Torre, paisajes sonoros de una existencia en devenir”– en el que, tras acercarse a la obra zobeliana a través de los diarios y cuadernos de apuntes del pintor como mojones de su viaje en el tiempo, rastrear la mezcla interdisciplinar de las artes que subyace en su hacer y matizar cómo, y son las propias palabras de Gómez Alemany, Zóbel “bajo la fina y excelente escritura de un artista que con su pintura y trabajo muestra una gran seriedad (e incluso frialdad), en algunos textos suyos revela un chispeante humor”, se adentra ya decididamente en la conexión de la pintura zobeliana con la música afirmando que la abstracción de este artista, por su “invisibilidad” y sutileza, plasmada en un trabajo a la par “tierno y complejo en la sensibilidad (…) bien se relaciona con el arte inmaterial por excelencia: la música” que es una expresión artística que –sigo citando a Gómez Alemany al pie de la letra– “es misteriosa, no se ve, es sublime y ha sido calificada como la más emotiva e irracional de las artes” pero también, sin embargo, “es pura estructura en donde el orden es inherente a su material físico y vibratorio” lo que la relacionaría con la postura ante la labor creativa de Zóbel que en numerosas ocasiones declarara que buscaba “el orden en todo lo que me rodea” y “en el orden, en el sentido más amplio de la palabra, busco la razón de la belleza”. Y ahí tienen ustedes el origen del propio título del libro de Gómez Alemany y De la Torre.
El resto del libro presenta una serie de textos sobre Fernando Zóbel escritos por su segundo autor, el teórico y crítico del arte Alfonso de La Torre, experto en arte español contemporáneo y en el análisis del surgimiento de la abstracción en Europa y sin duda el mayor especialista actual en la obra de este artista, autor además de su Catálogo Razonado presentado en 2023 en el Museo del Prado. Son textos editados a lo largo de las últimas cuatro décadas algunos de los cuales no estaban especialmente disponibles a día de hoy para su lectura y que van desde el publicado en 1998, “Zóbel, secreto espejo de recuerdos” al más reciente, con el que, en 2022, recuperaba su lectura dos años antes en el Museo de Arte Abstracto conquense de algunos fragmentos de los diarios zobelianos referidos al también artista plástico Manolo Millares.
Precede a esos trabajos otro en el que De la Torre – bajo el título de “Fernando Zóbel, el artista que alteró el color de mi mente” y, como el mismo añade “A modo de proemio”– rememora su primer encuentro con el pintor, en 1982 en la madrileña Galería Theo, y recuerda asimismo el artículo que en 1985, uno después de su fallecimiento, escribiera para la Gaceta Conquense –“Cuenca cumple un año sin Zóbel” –, en una recopilación que el propio De la Torre señala que tendría “algo emocionante” al convertirse en una especie de reencontrarse “entre los pliegues del tiempo” con el artista y en cierta forma también “un regreso a mí mismo”.
El libro –formalmente enriquecido con reproducciones de imágenes fotográficas del pintor y reproducciones de algunas de sus obras– se cierra con dos entrevistas sobre Zóbel realizadas al propio De la Torre, la primera firmada en 2019 por el escritor Samir Delgado y la segunda incluida en el anteriormente aludido 'Catálogo Razonado' de la obra zobeliana.
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