Este Día de la Región, Unión de Uniones decidió llevar a cabo una concentración en la capital conquense con los agricultores afectados por distintos daños que achacan a la fauna silvestre. Se trata, afirman, de un “grave problema” que no se ha solucionado y exigen soluciones bien para controlar la situación de la fauna, bien para recibir pagos en indemnizaciones. “Queremos reivindicar que la situación es simple: los agricultores viven de la cosecha”, explica el presidente regional, Andrés García.
La organización asegura que presentó hace dos meses un listado de 13 medidas a nivel regional ante la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural para que fueran estudiadas, pero que no han recibido “ninguna respuesta”. En la convocatoria de dicha manifestación afirmaban también que los agricultores que “cada día han de lamentarse por el grave perjuicio económico que provocan en sus producciones y en sus plantaciones la fauna silvestre” tampoco han recibido ninguna respuesta.
Desde la Consejería de Agricultura defienden la puesta en marcha de una orden que permite cazar conejos y jabalíes todo el año para poner freno a estos daños, una iniciativa que se toma por primera vez. Ha sido una decisión que la Administración también ha tomado, explican, ya que promueve la caza social propia del medio rural, además de cuidar los cultivos de los agricultores. Sin embargo, puntualizan que no es un problema sólo de la región, sino de España, pero que “dentro de la legalidad” están tomando todas las medidas posibles. Como otro tipo de medida señalan a los seguros agrarios, cuyo gasto, conceden, no siempre pueden ser enfrentados por los agricultores.
La Administración “se lava las manos”
El colectivo rechaza que las decisiones del Gobierno de Castilla-La Mancha sean “suficientes” para atajar el problema, al igual que las referidas al Ejecutivo nacional en los taludes de vías férreas y carreteras bajo su responsabilidad. “O se pagan los daños de caza o que la Administración mantenga los niveles que hay que tener”, sentencia García, que recuerda que especies como los conejos pueden llegar a arrasar con cosechas enteras y achaca la situación a que hay cotos de caza que no “matan lo suficiente”. “Si tiene que haber siete conejos, que haya siete, no 70 ni 700”, sentencia.
La conclusión es que la Administración “se lava las manos”, afirma Andrés García, quien también recuerda que incluso conseguir una solicitud para cazar no siempre es algo seguro. Por eso, alega, “no puede ser que el agricultor sea el que costee los daños de los animales en el campo”, explica. Y es que, en el caso de una primavera muy lluviosa, tras los daños de los conejos no es posible “tirar más deprisa” para poder contar con recoger algo y en la provincia de Toledo, por ejemplo, ya se han tenido que cerrar algunas personas, asegura.
No sólo es un problema con el cereal, sino que también con la vid o la oliva, en cuyo caso es mucho más problemático porque se secan y mueren. “Se ponen protectores que se tienen que arreglar varias veces al año pero el conejo igualmente se busca las mañas para comer”, afirma. Por eso, aboga que los animales no salgan de los parques naturales o de las zonas protegidas y recuerda que las consecuencias pueden llegar incluso al aumento de la despoblación rural. “Al final queda menos gente en el campo, porque no podemos cosechar, porque los animales se lo comen”.
Un problema desde los años 80
Sin embargo, desde Ecologistas en Acción rechazan que la solución a este problema sea la caza. Carlos Villeta, coordinador regional, explica que existe un problema general en el ecosistema que está “alterado” que ha llevado a que haya poblaciones de conejos, por ejemplo, tan altas. Poblaciones que los predadores no son capaces de controlar en lo que debería ser un equilibrio dinámico y natural. “No es cuestión de cazar más o menos, esta no es la solución definitiva”, sentencia.
Villeta señala a distintas razones para explicar las causas de esta situación. Entre ellas, la aparición de más infraestructuras valladas, como puede ser alrededor del AVE o de los ferrocarriles, donde no entran ni cazadores ni predadores pero si conejos y es donde pueden criar. Pero también afirma que desde los años 80' ha habido “varias” oleadas de enfermedades diseminadas de forma artificial, como la fiebre hermorrágico-vírica que provocó una bajada en la población de conejos.
Para contrarrestar esta situación se intentó repoblar la especia y también llevar a cabo un control de predadores, principalmente zorros, a través de medios legales, como las trampas, o ilegales, como el veneno. Estas medidas también afectaron a otras especies como el águila ibérica o el milano real. “Se sigue dando permisos para control de predadores y a la vez hay una población muy alta de conejos. Creemos que es una presión muy fuerte de cazadores”, afirma el ecologista.
Por eso, abogan por la desaparición de los programas de control de predadores y que “no se den más permisos”. Asegura que la administración es “consciente” de la situación pero que hace “lo que le piden los cazadores”. Villeta explica que se deben tomar medidas concretas y un sistema “más científico” que la caza, para que no sea “a diestro y siniestro” sino que se aplique a los sitios en los que hay una sobrepoblación demostrada.