Dicen que el desayuno es la comida más importante del día. Y no lo dudo pero, a veces, me dejo de tonterías saludables y me lanzó a la caza de un buen croissant. Para tomarme esta delicia francesa con un té (sí, lo sé, tengo mis rarezas, aunque si lo pides, también lo ponen con café) lo tengo claro: Mamá Framboise es mi lugar. En este espacio de mesas compartidas, el pastelero Alejandro Montes encandila las papilas gustativas de los amantes de este bollo no tan dulce. ¿Y cómo anda de precio? Pues bastante bien, la verdad, como en una cafetería cualquiera, y el croissant no tiene desperdicio. Personalmente, me gusta más el local de Fernando El Santo, donde se dan cita parejas homosexuales vecinas de la zona más liberal de Madrid y abuelas con nietos habitantes del burgués entorno de Génova. Pero si quieres asegurarte un sitio, quizás en Platea, donde han abierto su segunda confitería igual de chic, tendrás más fácil hacerte un hueco pues el espacio es mucho mayor.
Llega la hora del aperitivo… A mí me encanta Lamiak, y como Mamá Framboise también tiene dos sucursales. Una de ellas en la Cava Baja y la otra en la calle de La Rosa, frente a la Filmoteca. Si me piden escoger, me quedó con la de La Rosa, con aires más ‘lavapieseros’ por la cosa de la cercanía. En Lamiak apuestan por originales y sabrosos pintxos a la vascapintxos (por lo menos, que yo sepa, uno de los socios es de Bilbao) a menos de dos euros cada uno, y te sirven el txacolí bien fresquito, por supuesto bien escanciadotxacolí. Y me voy a dar el gusto de decir que muchas chicas visitan el lugar por el buenorro de Juanra, el de Bilbao, que se da un aire a Adrià Collado. ¡Qué no siempre el reclamo es una Barbie!
Para comer, aparecen las palabras mayores: Taberna Pedraza. Si eres un gastrónomo, aquí se demuestra porque rebañarás el plato. Este novísimo espacio, que ya es uno de mis must, está situado en el gastrobarrio de moda, Retiro, en la calle Ibiza.
Carmen y Santiago, sus propietarios, se recorrieron España buscando el mejor producto y averiguando dónde se hacía mejor. Ni corta ni perezosa, Carmen se metió en innumerables cocinas aprender de maestros que ya llevaban años triunfando con sus platos. A la tan manida vuelta a los orígenes de la que tanto hablan muchos (y ni siquiera practican porque no tienen ni idea de lo que es), Taberna Pedraza ha sabido darle todo el sentido. Sus platos saben a lo que tiene que saber: producto reconocible y muy bueno. Tortilla de patata al estilo Betanzos, croquetas de ibérico, morcilla de Olano de Beasain (¡¡¡fabulosa!!!), mejillones tigre (que saben a mejillón y no a un mazacote de bechamel), chistorra de Patxi Larrañaga, embutidos catalanes de Casas, hamburguesa de buey con maduraciones que rozan la locura (pero bien rica), raya gallega frita al estilo malagueño,… ¡España entera está representada! Y no te asustes por el precio: comer bien no tiene que suponerte más de 25-30 euros.
Tras la siesta tienes dos opciones: a tapear (ay, es que los periodistas gastronómicos no paramos de comer, y si no comemos, pensamos constantemente en ello) o a tomar una copa en un ambiente hippycool. Así es la terraza Gymage. Situada en lo alto de un gimnasio en la plaza de la Luna, su entrada en su tanto extraña: hay que pillar un ascensor medio raro, subir a la tercera planta y después un piso andando. Lo que encuentras al final del camino no tiene desperdicio. Una bonita y nívea azotea, con agradable música chill out y con precios ultracontenidos: copas y cócteles a 9 euros, botellas de cava a 15 euros, de vino a menos de 10… El servicio es un poco lento y despistado pero el entorno vale la pena y los precios también. No hay que olvidar que está en el centro de Madrid.
Después, ¡no te olvides de cenar! ¿Quieres platillos, tapas y raciones originales, ricas y a buen precio? ¡Tu sitio es Baco y Beto! Situado en Chueca, en esta pequeña taberna te ofrecen muchos bocados apetecibles como el foie gras mi-cuit, la berenjena a la parmensana, o un queso canario ahumado a la plancha con mojo picón. Y ¡milagro!, una carta de vinos por copas que huye de aburridos Rioja o Rueda para adentrarse en otras denominaciones de origen menos conocidas a muy buen precio. ¡Y tienen buen cava por copas a 3 euros!
Dicen que el desayuno es la comida más importante del día. Y no lo dudo pero, a veces, me dejo de tonterías saludables y me lanzó a la caza de un buen croissant. Para tomarme esta delicia francesa con un té (sí, lo sé, tengo mis rarezas, aunque si lo pides, también lo ponen con café) lo tengo claro: Mamá Framboise es mi lugar. En este espacio de mesas compartidas, el pastelero Alejandro Montes encandila las papilas gustativas de los amantes de este bollo no tan dulce. ¿Y cómo anda de precio? Pues bastante bien, la verdad, como en una cafetería cualquiera, y el croissant no tiene desperdicio. Personalmente, me gusta más el local de Fernando El Santo, donde se dan cita parejas homosexuales vecinas de la zona más liberal de Madrid y abuelas con nietos habitantes del burgués entorno de Génova. Pero si quieres asegurarte un sitio, quizás en Platea, donde han abierto su segunda confitería igual de chic, tendrás más fácil hacerte un hueco pues el espacio es mucho mayor.
Llega la hora del aperitivo… A mí me encanta Lamiak, y como Mamá Framboise también tiene dos sucursales. Una de ellas en la Cava Baja y la otra en la calle de La Rosa, frente a la Filmoteca. Si me piden escoger, me quedó con la de La Rosa, con aires más ‘lavapieseros’ por la cosa de la cercanía. En Lamiak apuestan por originales y sabrosos pintxos a la vascapintxos (por lo menos, que yo sepa, uno de los socios es de Bilbao) a menos de dos euros cada uno, y te sirven el txacolí bien fresquito, por supuesto bien escanciadotxacolí. Y me voy a dar el gusto de decir que muchas chicas visitan el lugar por el buenorro de Juanra, el de Bilbao, que se da un aire a Adrià Collado. ¡Qué no siempre el reclamo es una Barbie!