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¿Por qué enganchan las pseudociencias?: “La Ciencia en las aulas no se explica bien, es muy abstracta y conceptual”

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A veces los humanos buscamos el efecto placebo para nuestro cerebro cuando no podemos entender algunas cosas, cuando no hay una explicación evidente y contrastada o cuando no existen soluciones. Nos empeñamos en dar por válidas cuestiones que otros repiten, sin pruebas. Necesitamos creerlas. En un mundo de sobreinformación, accesible a través de la tecnología, el campo está abonado para los bulos, los falsos mitos y las pseudociencias. 

Charlamos con el físico y director del Grupo 'Investiga, Construye, Crea' de la Universidad de Alcalá (UAH), Germán Ros. Este especialista en didáctica e innovación docente reconoce la dificultad de combatir las pseudociencias por su capacidad para llegar (y convencer) a la opinión pública con explicaciones simples de cuestiones complejas, aunque sean falsas.

¿A qué podemos llamar hoy pseudociencias?

Se definen como afirmaciones, creencias o prácticas que se suelen presentar como científicas, pero en realidad no siguen ninguna evidencia empírica ni tienen rigor.

¿Qué ejemplo podemos poner sobre lo que es una pseudociencia?

Ejemplos hay muchos. Uno de los más clásicos es el de la Astrología, la creencia en que tu fecha de nacimiento puede influir en el futuro o en el destino. No hay que confundirlo con la Astronomía, la Ciencia que estudia el posicionamiento de los astros.

Siempre pongo el ejemplo del horóscopo, con sus 12 signos que hemos heredado de los griegos. La realidad es que hay 13 signos del Zodíaco. A los que conocemos hay que añadir la constelación de Ofiuco. Lleva el nombre de un médico griego muy famoso porque decían que era capaz de resucitar a los muertos con el veneno de serpiente.

Hace 2.000 años no se consideraba una constelación del Zodiaco, pero ahora sí lo es. Lo sabemos por el movimiento de precesión del eje de rotación de la Tierra - recorre una constelación más, la decimotercera- y eso trastoca todas las fechas y no tenemos en realidad el signo que creemos.

Pero no es el único ejemplo…

Hay otro paradigmático que es la homeopatía. Se está luchando mucho para desmentirla. Utilizan mucho lo que llaman ‘principio activo’ que diluyen en agua, por ejemplo. Haría falta un bote del tamaño del sistema solar para que quedase un átomo de lo que se supone que cura.

¿Cómo y por qué surgen las pseudociencias?

Es algo que se estudia desde la Psicología y surgen sobre todo por dos causas. Una tiene que ver con nuestra propia ignorancia porque, claro, todas las civilizaciones han tenido sus propias leyendas y mitos, fruto de la necesidad que tenemos de buscar explicación a las cosas. Si no hay Ciencia recurrimos a otras cosas y desde luego es más fácil buscar explicaciones simples, como hacen las pseudociencias.

En segundo lugar, está ese anhelo que tenemos de la vida eterna en el que se basan las religiones. El mero deseo de curarnos de un cáncer puede propiciar que recurramos a la homeopatía o a otras terapias alternativas buscando esperanzas, en lugar de recurrir a la terapia tradicional que es más honesta y te dice realmente si hay o no posibilidades. Siempre hay gente que se aprovecha de eso para sacar dinero u otras cosas.

En un mundo con personas más formadas, y con más acceso a la información… ¿Cómo es posible que pervivan las pseudociencias?

En algunos casos han sido arrinconadas o desechadas, como la alquimia. En otros tiempos se creía en la transmutación de cualquier sustancia en oro: el sueño de cualquiera. Hubo grandes científicos que le dedicaron mucho tiempo a eso.

Lo más importante es enseñar Ciencia a través de la Educación Primaria y Secundaria. Ahora las Ciencias no se explican bien. Se hace de forma muy abstracta y conceptual, poco aterrizada en problemas reales, con una didáctica y metodologías poco modernas

 

Los bulos ayudan y es verdad que algunas pseudociencias se van adaptando o que surgen otras nuevas. No es fácil erradicarlas con los actuales movimientos de polarización o el papel que juegan las redes sociales.

También falta conocimiento en lo que llamamos ‘la naturaleza de la Ciencia’, es decir, hay que explicar más cómo funciona. Por eso a veces se desconfía de ella.

¿De quién es la culpa?

Quizá la culpa haya que repartirla. Los científicos, seguramente, que no la explicamos suficiente a pesar de los fuertes esfuerzos de divulgación de los últimos años. Ahora a todos los proyectos científicos se les exige divulgación, pero a veces es muy técnica y teórica.

Lo más importante es enseñar Ciencia a través de la Educación Primaria y Secundaria. Ahora las Ciencias no se explican bien. En las aulas se hace de forma muy abstracta y conceptual, está poco aterrizada en problemas reales, con una didáctica y metodologías poco modernas. Se plantean ejercicios tipo muy aburridos de resolver y poco conectados con la realidad científica.

A veces escuchamos que los científicos no se ponen de acuerdo sobre determinadas cuestiones. ¿Eso dificulta la confianza en la Ciencia?

Lo importante es asumir el consenso científico. La verdad en Ciencia es cambiante porque va evolucionando y por eso lo importante es el consenso que adquiere la comunidad científica en conjunto sobre una cuestión determinada.

Ese consenso es que debemos asumir como válido y no tiene ninguna duda, por ejemplo, sobre el cambio climático, las vacunas o sobre el hecho de que la Tierra es redonda y no plana.  

Hoy se utiliza la expresión ‘evidencia científica’ cuando se quiere dar por válido un hecho o descubrimiento. ¿La ciencia empírica ha dado un paso atrás?

Creo que no. Lo que hay es una evolución. En el siglo XVI la Ciencia no estaba considerada como tal porque se mezclaba con la Filosofía o la Religión. Hasta Newton dedicó más parte de su vida a estudiar la Religión o pseudociencias como la numerología, que a la propia Ciencia.

La verdad en Ciencia es cambiante porque va evolucionando y por eso lo importante es el consenso que adquiere la comunidad científica en conjunto sobre una cuestión determinada

La profesionalización de la Ciencia no llegó hasta los siglos XVIII y XIX. Hoy está muy asentada y funciona muy bien. Lo comprobamos con la pandemia de Covid-19. No hay un salto atrás, lo que ocurre es que con las redes sociales se están fomentando las informaciones falsas y polarizadas.

¿Es posible fomentar el espíritu crítico en una sociedad polarizada y con bulos o medias verdades difundidas en medios de comunicación y redes sociales?

No, no es fácil, pero insisto en que hay que dar un paso adelante en el ámbito educativo y apostar por una formación científica más válida. Yo ahora me dedico a la didáctica de las Ciencias que lleva años trabajando en hacerlo mejor, pero no se ha conseguido llevarla a las aulas.

Podemos terminar encerrados en un bucle en las redes sociales, con gente que solo opina lo mismo que tú. Acabas creyendo que esa es la realidad, aunque solo sea la de un pequeño núcleo de gente. Eso genera polarización

Hay que ayudar a la gente para que sepa encontrar las fuentes más fiables y que no se crea lo primero que le llega. Y hay que fomentar el escepticismo en ese sentido, teniendo en cuenta que todos tenemos sesgos. Por ejemplo, el sesgo de confirmación hace que solo queramos ver la información que refuerza nuestras creencias.

Podemos terminar encerrados en un bucle en las redes sociales, con gente que solo opina lo mismo que tú. Acabas creyendo que esa es la realidad, aunque solo sea la de un pequeño núcleo de gente. Eso genera polarización.

¿Son peligrosas entonces las pseudociencias?

Sí, suele decirse que lo mejor es que cada uno piense lo que quiera y ya está. No es tan simple. Según una encuesta de la Fundación española de Ciencia y Tecnología sobre la percepción social de la Ciencia, entre el 15 y el 20% de la población cree en la astrología y el horóscopo. Casi el 30% en la suerte, los fenómenos paranormales o las posibilidades de predecir el futuro y un 20% en curanderos o sanadores.

Hay que ayudar a la gente para que sepa encontrar las fuentes más fiables y que no se crea lo primero que le llega. Y hay que fomentar el escepticismo en ese sentido, teniendo en cuenta que todos tenemos sesgos.

Es peligroso para la salud y para el bolsillo. Pongo el ejemplo del actor Peter Sellers conocido por su personaje del inspector Clouseau en ‘La pantera rosa’ que se puso en manos de un cirujano psíquico - alguien que se supone que opera sin bisturí- para sus problemas cardíacos. Kevin Sorbo, conocido por su papel en ‘Hercules’ sufrió un aneurisma tras tratarse con un quiropráctico e incluso Steve Jobs se trató de cáncer por métodos alternativos.

Hay canales o programas de televisión legales donde se hacen predicciones del futuro. ¿Por qué se permite si está claro que es falso? ¿Por qué es legal la homeopatía si es una estafa?

¿La comunidad científica lo está denunciando?

Sí, hay movimientos. La comunidad científica lo hace también a través de las redes sociales. El actual Gobierno, en la anterior legislatura, puso en marcha una iniciativa contra la homeopatía que está en un cajón. Hay muchos intereses.

¿Cómo se puede distinguir una pseudociencia de algo que no lo es?

Hay criterios, pero es verdad que no es tan fácil distinguirla por parte del público en general. Ni siquiera es sencillo definir qué es la Ciencia y los filósofos llevan siglos discutiéndolo.

Pero tenemos elementos. Por ejemplo, hablamos de ‘Ciencia falsable’. Ha de ser puesta a prueba. Si falla o puede ser refutada, ya sabemos que es una teoría que ha de ser mejorada. Ante todo la actitud debe ser escéptica y buscar las fuentes más fiables.

A veces los humanos buscamos el efecto placebo para nuestro cerebro cuando no podemos entender algunas cosas, cuando no hay una explicación evidente y contrastada o cuando no existen soluciones. Nos empeñamos en dar por válidas cuestiones que otros repiten, sin pruebas. Necesitamos creerlas. En un mundo de sobreinformación, accesible a través de la tecnología, el campo está abonado para los bulos, los falsos mitos y las pseudociencias. 

Charlamos con el físico y director del Grupo 'Investiga, Construye, Crea' de la Universidad de Alcalá (UAH), Germán Ros. Este especialista en didáctica e innovación docente reconoce la dificultad de combatir las pseudociencias por su capacidad para llegar (y convencer) a la opinión pública con explicaciones simples de cuestiones complejas, aunque sean falsas.