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Los hallazgos de arqueólogos españoles que demuestran la “ferocidad” de la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia

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El pasado 29 de septiembre se conmemoró el aniversario del fin de la Guerra del Chaco. Este conflicto enfrentó a Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935 por el control del Chaco Boreal, una vasta región semidesértica, con temperaturas que llegan a los 40 grados en invierno y a 50 en verano. Fue una batalla “feroz” cuya estela aún permanece bajo tierra en forma de munición, armas y artillería.

Así lo han certificado Andrés San José Gutiérrez y Jorge Gutiérrez Pociña, de la Universidad de Alcalá (UAH), que lideran al equipo español que ha iniciado una campaña de excavaciones en el Fortín Boquerón, en Paraguay, con la participación de la Secretaría Nacional de Cultura de este país.

El Fortín Boquerón fue uno de los puntos estratégicos durante la Guerra del Chaco. Cuentan los arqueólogos que el paisaje inhóspito y el calor extremo se convirtieron en un “verdadero calvario” para los soldados, que lo bautizaron como “el infierno verde”.

Mientras la sed y la escasez de agua “exacerbaban la lucha diaria por sobrevivir”, la vegetación espinosa, las tormentas de polvo y la amenaza constante de enfermedades tropicales hicieron de este entorno un escenario “por el control del último espacio no explorado en América del Sur”.

De las municiones a los restos de una máscara de gas

Allí han encontrado municiones de la batalla que fueron vendidas a ambos bandos, provenientes de excedentes de la Primera Guerra Mundial y de la producción durante el preludio del conflicto. Incluso han descubierto balas de origen rumano y algunas fabricadas en el siglo XIX, que permanecieron almacenadas en Europa durante décadas antes de ser vendidas en los años previos a la guerra y utilizadas en el Fortín.

Por todo ello, han podido documentar que la batalla fue “feroz”, evidenciado por la constante presencia de restos de municiones en todas las áreas excavadas, tanto en las trincheras como en el patio de armas, e incluso en las zonas de vivienda (principalmente chozas), que “teóricamente deberían haber estado más protegidas del combate”.

El equipo de arqueólogos también ha observado que durante el sitio del Fortín por parte de las tropas paraguayas hubo bombardeos masivos con artillería y morteros, cuyos restos se encuentran dispersos por todas las áreas.

Uno de los hallazgos más interesantes, por su letalidad, ha sido la munición de mortero, así como restos de una máscara de gas. “Aunque las fuentes escritas confirman que nunca se utilizaron ataques químicos en la Guerra del Chaco, ambos bandos compraron o fabricaron máscaras debido al miedo a que se emplearan este tipo de armas”, detallan.

La denominada ‘Batalla de Boquerón’, librada en septiembre de 1932, se convirtió en una de las confrontaciones más significativas de la guerra. Durante más de tres semanas, las tropas paraguayas sitiaron el fortín, que estaba bajo control boliviano, hasta lograr su capitulación. “Esta victoria marcó un punto de inflexión en el conflicto, consolidando la resistencia paraguaya en una guerra que se prolongaría por otros tres años”.

Ahora, el proyecto arqueológico tiene como objetivo explorar en profundidad las áreas clave del Fortín, incluyendo las trincheras, los nidos de ametralladoras y los barracones donde los soldados vivían y combatían.

A través de una combinación de excavación tradicional y tecnología avanzada, como el uso de drones para realizar estudios aéreos, los investigadores esperan mapear y documentar el sitio de la primera gran batalla de la Guerra del Chaco. Esta labor permitirá a los historiadores y al público en general obtener una visión más detallada de las condiciones de vida y combate en el conflicto más sangriento del siglo XX en América Latina.

A nivel local, confían en que genere un impacto positivo en el turismo cultural de la región, la más aislada y poco poblada del Paraguay, y la economía local, a través de la preservación de su propia historia.

Esta batalla guarda ciertos vínculos con la Guerra Civil Española. Parte del armamento utilizado llegó desde Latinoamérica, y en el caso concreto del procedente de la Guerra del Chaco, ayudó a reforzar a ambos bandos en la primera etapa del conflicto español, cuando había escasez de equipo militar.

El armamento que llegó hasta la Guerra Civil Española

Andrés San José Gutiérrez cuenta, además, en relación a esta campaña de excavaciones, que Bolivia fue el país latinoamericano que más armamento tenía para exportar, ya que durante la Guerra del Chaco había invertido en adquirir armas modernas de Alemania, la antiguaChecoslovaquia, Bélgica y Estados Unidos, entre otros.

Paraguay por su parte, tras haber ganado la guerra, también tenía excedentes de armas y municiones. Sin embargo, sus recursos no eran tan grandes como los de Bolivia. aunque capturó mucho armamento abandonado por el ejército boliviano. Paraguay vendió grandes cantidades de municiones sobrantes de fusiles y artillería. Aunque en menor medida que Bolivia, Paraguay también exportó parte de su inventario de artillería ligera y fusiles de infantería.

El tráfico de armas desde Latinoamérica a España se realizó a través de intermediarios, generalmente empresas de armas europeas que actuaban como facilitadores. “Aunque las transacciones no siempre se realizaban de manera oficial, varios envíos lograron llegar a ambos bandos, si bien el ejército nacionalista, liderado por Franco, recibió la mayor parte del armamento latinoamericano gracias a su red de contactos con proveedores de armas internacionales”, precisa el arqueólogo.

“Este tráfico de armas es un ejemplo de cómo los conflictos regionales pueden tener consecuencias globales, ya que el armamento sobrante en un conflicto latinoamericano terminó alimentando un conflicto mucho más grande y devastador en Europa”.

Finalmente, otro paralelismo que establece con la Guerra Civil Española es la comprobación de que los objetos encontrados, aparte del material bélico, son escasos. “Esto recuerda al último periodo de la Guerra Civil, cuando el ejército republicano estaba quedándose sin recursos, y los hallazgos en sus trincheras son cada vez más limitados conforme nos acercamos al final del conflicto”.

El pasado 29 de septiembre se conmemoró el aniversario del fin de la Guerra del Chaco. Este conflicto enfrentó a Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935 por el control del Chaco Boreal, una vasta región semidesértica, con temperaturas que llegan a los 40 grados en invierno y a 50 en verano. Fue una batalla “feroz” cuya estela aún permanece bajo tierra en forma de munición, armas y artillería.

Así lo han certificado Andrés San José Gutiérrez y Jorge Gutiérrez Pociña, de la Universidad de Alcalá (UAH), que lideran al equipo español que ha iniciado una campaña de excavaciones en el Fortín Boquerón, en Paraguay, con la participación de la Secretaría Nacional de Cultura de este país.