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¿Los hongos pueden curar?: “Con la penicilina empezó la edad de los antibióticos”

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Tienen nombres tan sugerentes como melena de león, cola de pavo, chaga, reishi o, más conocido, la seta de cardo. Desde hace miles de años la medicina asiática ha utilizado los hongos como productos terapéuticos, pero… ¿Qué son? ¿Es cierto que curan? ¿Hasta dónde ha llegado la Ciencia para aprovechar sus propiedades?

Carlos Illana, profesor titular del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá (UAH) explica que los hongos son “un grupo enorme”. No son plantas porque no disponen de clorofila y no pueden hacer la fotosíntesis, pero tampoco son animales. “Simplificando mucho podemos decir que forman parte de lo que en Biología se conoce como ‘reino Fungi’ y hay miles de especies”.

Aunque son muy diversos, todos los hongos disponen de una pared celular formada por un compuesto llamado quitina, que se encuentra también en el esqueleto de los artrópodos. “La cáscara de las gambas, por ejemplo, es quitina”. Otra de sus características habituales es la reproducción por esporas de todo tipo.

Sin duda, uno de los hongos más conocidos son las setas. “Vulgarmente hablamos de hongos y setas, pero en realidad las setas son un tipo de hongo como lo pueden ser los mohos, las levaduras o ciertos parásitos de los árboles, de los animales o del hombre que forman las tiñas o infecciones en la piel o el pie de atleta”.

Y es que las esporas de los hongos están siempre y en cualquier lugar. Cuando encuentran el sustrato adecuado, siempre que haya humedad y nutrientes, se desarrollarán a través del micelio, similar a las raíces de las plantas.

Sabemos que los hongos pueden causar enfermedades. Por ejemplo, son el detonante de las infecciones hospitalarias cuando nuestro sistema inmune está debilitado. Por otro lado, hay que tener cuidado con las micotoxinas que producen algunas especies de mohos al vivir sobre alimentos. “En algunos alimentos mal procesados podemos encontrar este tipo de toxinas que si se ingieren pueden tener graves consecuencias”, pero los distintos controles alimentarios detectan su aparición. O si hablamos de setas en particular, hay que tomar precauciones para no ingerir alguna que sea venenosa.

Pese a sus connotaciones negativas, lo cierto es que también sirven para curar. “Los hongos no están formados por células como los humanos sino por una serie de filamentos, llamados hifas, cuyo conjunto forma el micelio. Su capacidad metabólica es enorme. Pueden producir muchas sustancias que el hombre ha utilizado para fines medicinales”, explica este especialista en Botánica.

“El hombre ha usado habitualmente algunos metabolitos secundarios como los antibióticos, que producen los hongos”. En 1928 Alexander Fleming descubrió los efectos del hongo Penicillium sobre las bacterias y en 1941 se trató por primera vez a un ser humano. “Con la penicilina empezó la edad de los antibióticos”.

Las aplicaciones para reducir el colesterol o favorecer el proceso de un trasplante

Otro de los fármacos más usados son las estatinas. “Las primeras se obtuvieron a partir de los hongos y hoy se utilizan para reducir el nivel de colesterol, ya de forma sintética”.

Hay otras aplicaciones como la ciclosporina, un fármaco inmunosupresor derivado del hongo Tolypocladium inflatum. “Si no hubiera ciclosporina no habría trasplantes, porque permite reducir la actividad del sistema inmunitario y evitar que el órgano sea rechazado”.

Existen otros antibióticos o fármacos desarrollados a partir de los hongos, pero Carlos Illana reconoce que “no hay muchos que hayan sido comercializados o bien porque no son rentables para la industria farmacéutica o porque son tóxicos. La mayoría de los que encontramos en las farmacias se han producido a través de las bacterias”.

Sin embargo, la investigación continúa. “En los años 80 se encontró un hongo en la Sierra de Madrid que fue estudiado por laboratorios americanos y se descubrió un compuesto nuevo, la Caspofungina, que se usa en los hospitales para tratar distintas infecciones producidas por hongos patógenos”.

Si vamos mucho más atrás en la historia y nos remontamos a hace 5.300 millones de años, nos encontraremos con el caso del ‘hombre de los hielos’. En 1991 una pareja de montañeros se topó en los Alpes con la momia de Ötzi, del que en los últimos años se han revelado ciertas sorpresas sobre su aspecto. “Entre sus pertenencias se encontró la presencia de un hongo, el yesquero del abedul (Fomitopsis betulina), al que había dado forma y colocado en una correa de cuero. Se sospecha que era una especie de botiquín porque este hongo tiene propiedades antibacterianas”, explica Carlos Illana.

Después, en la antigua China, desde hace miles de años han venido utilizando hongos. En la actualidad algunos se cultivan en España. “Está muy de moda el té kombucha que procede de la fermentación producida por un consorcio de levaduras y bacterias. En una infusión de té, fermenta y produce metabolitos. ¿Tiene realmente propiedades terapéuticas? Eso es otra historia”.

Se conocen en torno a 80.000 especies, pero se estima que podría haber entre 1,5 y cinco millones de especies, teniendo en cuenta la abundancia de hongos microscópicos o los que viven en el interior de las plantas o endófitos. “Es cuestión de continuar investigando y seguir obteniendo metabolitos para comprobar si encontramos nuevas propiedades”.

También advierte de la necesidad de prestar atención a su evolución derivada, por ejemplo, del cambio climático. “Pueden aparecer nuevos hongos y, por lo tanto, nuevas micotoxinas. Otro tanto podemos pensar de los bosques de alcornoques o encinas que están ‘tocados’ en nuestro país, donde se desarrollan distintas especies de hongos parásitos”. 

Tienen nombres tan sugerentes como melena de león, cola de pavo, chaga, reishi o, más conocido, la seta de cardo. Desde hace miles de años la medicina asiática ha utilizado los hongos como productos terapéuticos, pero… ¿Qué son? ¿Es cierto que curan? ¿Hasta dónde ha llegado la Ciencia para aprovechar sus propiedades?

Carlos Illana, profesor titular del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá (UAH) explica que los hongos son “un grupo enorme”. No son plantas porque no disponen de clorofila y no pueden hacer la fotosíntesis, pero tampoco son animales. “Simplificando mucho podemos decir que forman parte de lo que en Biología se conoce como ‘reino Fungi’ y hay miles de especies”.