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La IA pone a prueba la capacidad legislativa mundial: “El mayor peligro es que se intente modular el pensamiento humano”

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‘Casarse’ con un holograma para combatir la soledad no deseada o hasta enviudar de forma virtual. Son noticias recientes recogidas en distintos medios de comunicación. Pueden ser más o menos sensacionalistas pero lo cierto es que ya no forman parte de aquello que conocíamos como ciencia ficción.

La Inteligencia Artificial (IA) -en muy diversas aplicaciones- ha llegado para quedarse y cambiar el paradigma. Lo está haciendo. A pasos agigantados. Hasta el punto de que la Unión Europea acaba de aprobar la primera regulación mundial. De momento es apenas una aproximación y su implementación definitiva no se espera al menos hasta finales de 2026. Un plazo lento para el ritmo vertiginoso de la tecnología.

La popularidad de ChatGPT, desarrollado por OpenAI, es innegable y hay quien piensa que es el precedente de la llegada de la Inteligencia Artificial General (IAG), aquella que supere a la inteligencia humana. Da vértigo. Algunos expertos sostienen que si eso llega “matará”, literalmente, al ser humano. Sin paños calientes.

En una entrevista, el director del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Alcalá (UAH), Luis Usero Aragonés nos habla de estas y otras cuestiones y advierte de los riegos. También subraya las ventajas de la IA para ayudar a resolver problemas que los humanos no somos capaces de atajar y de los que quizá dependa nuestra supervivencia como especie. 

¿En qué escenario estamos respecto a la IA?

El escenario es tan cambiante… Cada día tenemos una herramienta nueva. En la primera revolución industrial se tardó 50 años, en la segunda 25 años y ahora las tenemos cada mes. Da vértigo entre comillas. Ni la legislación es capaz de adaptarse a los cambios, ni tampoco los ciudadanos.

Una de las formas de medir lo buena o mala que es una tecnología es el tiempo que tarda en llegar al millón de usuarios. ChatGPT ha llegado a los 100 millones en dos meses. Los cambios son tan vertiginosos que lo que pueda decir hoy, es posible que no tenga interés dentro de una semana.

En el ámbito académico, ¿cómo está impactando la IA?

Igual que en el ámbito social la IA es el tema de moda, esta es una cuestión específica dentro de la Informática y es verdad que, tal y como evoluciona, está ‘devorando’ muchas cosas.

No solo es que vaya afectar a los periodistas, por ejemplo. Es que puede cambiar los lenguajes de programación. Afectará profundamente a muchos oficios. Uno de ellos es el relacionado con la programación, el diseño gráfico o incluso la fotografía. No lo hace de forma perfecta, pero ahorra mucho tiempo de trabajo.

En cuanto a la formación universitaria, hay que cambiar la manera de evaluar y de hacer los trabajos. ChatGPT ya se lo hace y con pequeños cambios es imposible saber que se ha copiado porque esta herramienta no copia, sino que parafrasea.

¿Ha cambiado también la forma y la temática a impartir en las universidades?

Sí. Ahora ya cada dos años nos vemos obligados a cambiar. Las Matemáticas no cambian, pero sí todo lo concerniente a la Informática. Y después a los docentes con 60 años la tecnología les pasa por encima. Es que no da tiempo.

En el sector se habla de una auténtica pelea entre navegadores como Google, Bing, Mozilla u Opera en la carrera para ser el primero en implementar su particular ChatGPT para no ser sustituidos…

Google ganó la batalla hace décadas y ha sido el navegador por antonomasia. El 90% de la gente lo usa, pero ya muchos le preguntan directamente a ChatGPT. Se lo ofrece en un lenguaje natural y el resultado será mucho más aproximado que tener 50 entradas diferentes sobre tu pregunta.

El modelo está cambiando. Ahora están muy de moda los cursos de Prompt. Ya no tienes que saber buscar sino saber preguntar. Si lo dominas será más fácil extraer información.

 Es un cambio de paradigma porque abandonamos los navegadores para irnos a los modelos LLM (Large Language Models) como Gemini -la inteligencia artificial de Google-  o ChatGPT. Aquel navegador que logre integrar el LLM en su sistema será el que triunfe. Vamos a eso. La población verá las ventajas de consultar a un LLM y se irá enganchando paulatinamente.

El consumo energético (o de otros recursos) de la IA no es algo trivial. ChatGPT gasta en 100 consultas lo mismo que una familia en electricidad en un mes

¿Está más cerca la llamada Inteligencia Artificial General (IAG), esa que superará a la inteligencia humana?

En los años 60 del siglo XX se hablaba de Inteligencia Artificial Débil o Estrecha y de Inteligencia Artificial Fuerte.

La primera trabajaba específicamente programas por ejemplo para jugar al Ajedrez o jugar al Go. Hablamos de un tipo de inteligencia diseñada para una labor en concreto. Estas herramientas de IA débil, si las dedicamos a otra labor, pierden la capacidad de hacer la labor anterior. Ahora mismo se camina hacia la Inteligencia Artificial General. Lo está haciendo OpenAI.

No sabemos si eso va a suceder. Estamos expectantes porque crear una herramienta capaz de decirte cómo puedes preparar una comida, diseñar un lenguaje de programación y al mismo tiempo cómo jugar al ajedrez, es muy complejo.

La inteligencia artificial general se está empezando a explorar. No creo que se consiga en un quinquenio. No sé si me equivocaré.

A eso se suma el alto coste en recursos que necesita el despliegue de la IA…

Los niveles de computación son ya muy elevados, pero esta no es una cuestión trivial. Para que nos hagamos una idea, un día de consultas en ChatGPT consume unos 55.000 Kwh más que 200 familias en todo un mes. El consumo energético o de agua pura para refrigerar servidores  es brutal y en el caso de la Inteligencia Artificial General eso se multiplicaría por diez o por cien.

A veces ChatGPT no funciona en España por la tarde, cuando en EEUU es por la mañana. No da más de sí. Es algo a evaluar. Y solo tiene información actualizada hasta 2021. No se le puede meter más. La base de datos ya es gigantesca, pero es una base de datos. Si se quiere trabajar en tiempo real… El consumo es brutal.

Tenemos ya la primera base para regular la Inteligencia Artificial en el mundo. Dicen que será garantista por ejemplo en relación a la protección de los derechos humanos, al mismo tiempo que permitirá el desarrollo de las tecnologías. ¿Cuál es su impresión?

La legislación por desgracia va muy por detrás de la tecnología. Y luego está el problema de siempre: estuve en China en pre-pandemia y hay una cámara en cada calle. Ya se puede hacer una trazabilidad del movimiento de las personas, pero es que la IA dispone de muchos más elementos para trabajar de los que podemos disponer en Europa y aquí avanzarán todavía más.

Se necesitaría crear un organismo mundial que legisle para todos los países. Si a una tecnológica no le dejas investigar en Europa, se irá a China o a Estados Unidos

Si legislamos aquí, pero en EEUU o en China no se hace de forma similar… Es parecido a lo que se hizo con la energía nuclear. Se creó una organización mundial para legislar todos igual.

Esto es lo mismo. Se necesitaría crear un organismo mundial que legisle para todos los países. Si a una tecnológica no le dejas investigar en Europa, se irá a China o a Estados Unidos. En Europa los derechos de privacidad son mayores, se protege más al ciudadano pero eso es algo que no existe en esos grandes países.

Eso no es nada sencillo, sobre todo si tenemos en cuenta los precedentes solo cuando hablamos de derechos humanos…

¡Claro! Ahora mismo el reconocimiento facial, por ejemplo, está paralizado. ¿A quién pones para que lo controle? Es un problema. Somos humanos y éticamente tenemos la laxitud que queramos tener.

¿Es fundamental establecer parámetros éticos entonces en todo el planeta?

Hay un precedente en el programa ‘Brain’ de Obama para trazar un mapa de la actividad del cerebro humano. El ideólogo del proyecto fue el español Rafael Yuste. Actualmente está en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y un estudioso del cerebro. Junto con Yuval Harari y otras personalidades hablan de ampliar los derechos humanos para que las herramientas de inteligencia artificial no sean capaces de acceder al pensamiento humano y modularlo.

¿La IA ahora tiene más riesgos o más ventajas? ¿O hay que hablar de equilibro entre ambas?

Hay que verlo desde las dos perspectivas. Los humanos tenemos problemas como especie que son muy importantes. Por ejemplo, el calentamiento global. No sabemos cómo atajarlo. Hay gente que cree en eso y otros no. La inteligencia artificial puede ser interesante para resolverlo. Tiene capacidades que nosotros.

Para mí lo más peligroso de la IA es que se intente modular a las personas. Todos conocemos el caso Cambridge Analytica. La llegada al poder de Bolsonaro o de Trump, el Brexit… Todo ello se ha orientado a través de herramientas de inteligencia artificial. Se ha usado una ‘dieta informativa’ con los ciudadanos para sesgar su forma de pensar. Es uno de los mayores peligros. El que tenga más dinero podrá modularlo para obtener el poder. 

‘Casarse’ con un holograma para combatir la soledad no deseada o hasta enviudar de forma virtual. Son noticias recientes recogidas en distintos medios de comunicación. Pueden ser más o menos sensacionalistas pero lo cierto es que ya no forman parte de aquello que conocíamos como ciencia ficción.

La Inteligencia Artificial (IA) -en muy diversas aplicaciones- ha llegado para quedarse y cambiar el paradigma. Lo está haciendo. A pasos agigantados. Hasta el punto de que la Unión Europea acaba de aprobar la primera regulación mundial. De momento es apenas una aproximación y su implementación definitiva no se espera al menos hasta finales de 2026. Un plazo lento para el ritmo vertiginoso de la tecnología.