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“¿Quién dice que no se puede comer melón por la noche? Hay que desterrar las monsergas”

  • Reconoce que comemos peor en la época estival y aboga por mantener la cinco comidas diarias aunque sea en menor cantidad y con un cocinado distinto de la tradicional dieta mediterránea

Sí, comemos peor en verano y no solo porque nuestros horarios cambian y obviamos alguna de nuestras comidas habituales “sino porque se reduce la cantidad y la calidad no es la más adecuada. Eso, en principio no, es nada bueno”.

Hablamos con Victorina Aguilar, catedrática de Nutrición y Bromatología, del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Alcalá sobre los buenos hábitos nutricionales en verano y si hay algo de lo que no hay que prescindir es de las cinco colaciones (comidas) diarias aunque, matiza, “es verdad que pueden ser más ligeras. Debemos seguir apostando por la dieta mediterránea y lo que debemos hacer es cambiar la preparación culinaria”. Por ejemplo, sugiere, con más ensaladas y todo tipo de vegetales en crudo, menos guisos o productos a la plancha o al microondas que pueden ser una buena solución para cubrir sin déficits nuestra alimentación estival

Una dieta mediterránea de la que, dice, “todos pregonamos sus bondades, pero no las seguimos. Es uno de los problemas que tenemos y que está ocasionando esa epidemia de síndrome metabólico: la obesidad, la diabetes…Tenemos que recuperarla”

Los cereales integrales, frutas, verduras, el aceite de oliva para aderezar nuestros platos y un consumo moderado de pescado, lácteos, huevos además de tomar carnes rojas de forma ocasional. “En verano somos muy dados a las barbacoas. Hagámoslas de pescado y verduras”.

Además, la experta apunta algunas claves en torno a varios alimentos típicos de los meses veraniegos:

1.-Los helados

Uno de los productos estrella del verano son los helados y aquí hay que distinguir cosas. “Los que compramos no debemos consumirlos más que de tarde en tarde, sobre todo los elaborados a base de cremas lácteas que tienen una alta densidad calórica”, dice la catedrática quien reconoce, sin embargo, que “la industria está haciendo un gran esfuerzo por reducir su contenido en grasas y azúcares, sustituyéndolos por algunas otras sustancias que les den textura y dulzor pero que no aporten calorías”.

En cambio, si se trata de helados elaborados en casa, se pueden consumir con relativa frecuencia. “Hablamos los preparados a base de frutas, yogur, en forma de sorbete…Eso no engorda, sobre todo si se sustituye por alguna de las comidas”.

2.- Refrescos e hidratación, fusión incompatible

Si hay algo fundamental durante todo el año, pero sobre todo en verano, es una buena hidratación. “Lo mejor es el agua, pero la podemos aromatizar con frutas o tomar infusiones frías. Lo que no hay que beber son refrescos por su alto contenido en azúcar. Solo aportan calorías”.

La catedrática se refiere también a los refrescos ‘Cero’ (sin calorías) o los denominados ‘Light’ en los que el azúcar ha sido sustituido por otro tipo de edulcorantes. “No significa que no tengan calorías”, apunta, para referirse a algunos estudios que dicen que “los edulcorantes pueden estar afectando a nuestra microbiota intestinal y que su estado se relaciona con la longevidad. Es muy probable, pero son los primeros estudios al respecto, no hay suficientes evidencias científicas”.

Además, los refrescos tienen ácido fosfórico. Eso “moviliza el calcio del hueso y para personas de cierta edad no es nada saludable” y si queremos aportar agua extra a nuestro organismo nos bastará con las frutas, lácteos y algunas hortalizas.

3.- El melón y las leyendas urbanas

Los mitos en lo que se refiere a la alimentación en verano “han dado para algún que otro libro”, bromea Victorina Aguilar, quien apunta que “hay que evitarlos porque son monsergas sin evidencia científica”.

El melón, la sandía, la manzana verde…, son alimentos por los que apuesta la experta. “¿Quién dice que no se puede tomar melón por la noche? Te dicen que es más indigesto y que producirá efectos negativos como cambiar los ciclos del sueño o engordar. No está demostrado”.

4- La cerveza

Si hablamos de esta bebida, una de las más solicitadas en verano, la catedrática aboga por la moderación en su consumo. “Quizá una o dos cañas al día, pero no de forma habitual porque nos aporta muchas calorías” y sugiere tomar cerveza 0,0. “El aporte calórico del alcohol lo evitamos y como tiene lúpulo que le aporta amargor, nos resultará refrescante y apetecible”.

En su opinión, existe un mal conocimiento sobre la cerveza. “Parece que cuando tenemos sed debemos tomarla porque nos hidrata, pero el alcohol provoca el efecto contrario. Hay que tener cuidado, una cosa es tomarla por placer y otra pretender hidratarnos”.

  • Reconoce que comemos peor en la época estival y aboga por mantener la cinco comidas diarias aunque sea en menor cantidad y con un cocinado distinto de la tradicional dieta mediterránea

Sí, comemos peor en verano y no solo porque nuestros horarios cambian y obviamos alguna de nuestras comidas habituales “sino porque se reduce la cantidad y la calidad no es la más adecuada. Eso, en principio no, es nada bueno”.