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El riesgo cardiovascular en los jóvenes, un problema preocupante: “Vivimos una pandemia de obesidad e inactividad física”

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El riesgo cardiovascular entre los jóvenes se ha convertido en un problema cada vez más preocupante. Tanto es así, que “actualmente vivimos una pandemia de obesidad e inactividad física que está presente desde las edades más tempranas”. Así lo indica un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología del Deporte por Pedro L. Valenzuela y Adrián Castillo García, investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH), junto a otros científicos de la Universidad Europea de Madrid y la Universidad Europea Miguel de Cervantes.

“La mayor parte de la investigación suele centrarse en las personas adultas, pero falta información sobre la población joven”, explica Pedro L. Valenzuela, de ahí la necesidad de analizar qué es lo está pasando en personas menores de 30 años.

Hay una razón, comenta este profesor asociado del Departamento de Biología de Sistemas en la universidad alcalaína, y es que “ya sabemos que los jóvenes cada vez tienen más factores de riesgo de padecer patologías cardiovasculares o cáncer”.

La investigación ha tomado como referencia la amplia base de datos de población trabajadora de una gran empresa de prevención de riesgos laborales. Los participantes (con edades entre 18 y 30 años) fueron reclutados a partir de una cohorte nacional de adultos económicamente activo. Se estudiaron los datos obtenidos de valoraciones médicas rutinarias en 78.421 adultos jóvenes, un 36% de ellos eran mujeres. 

“Miramos los resultados de las analíticas de estas personas, pero también cuáles fueron sus respuestas sobre calidad de sueño, los hábitos relacionados con el tabaco o el alcohol y la actividad física diaria”, explica el científico. 

Hay dos conclusiones claras. Por un lado, que el perfil de riesgo cardiovascular “no saludable” fue prevalente en un 18%. “Solo atendiendo a las analíticas sanguíneas hemos encontrado que dos de cada diez ya tenían alteraciones. Presentaban al menos un factor de riesgo como prediabetes o prehipertensión”.

Eso no es todo. “La segunda conclusión, y es la más importante, es que hemos encontrado que no hay un buen estilo de vida entre los jóvenes y eso puede asociarse al riesgo cardiovascular”, advierte Valenzuela.

Solo un 5% cumplía con todos los factores de un buen estilo de vida. “Quizá sea muy estricto, pero eso supondría dormir bien, no tomar más de una bebida alcohólica al día, no fumar y tener normopeso (el índice de masa corporal óptimo para la salud) o ser físicamente activo”.

La importancia del estilo de vida

¿Cuáles son las razones para que el riesgo vascular entre los jóvenes se esté convirtiendo en problema? El investigador apunta a un fenómeno que ya se produce durante la infancia. “No solo hablamos de jóvenes de más de 18 años, sino de los niños y las niñas. Cada vez hay menos actividad física, más obesidad infantil y hay una alimentación peor basada en alimentos ultra procesados”.

El cambio en los estilos de vida desde la niñez -con menos ocio físico y más vinculado al ordenador o a los dispositivos móviles- está incrementado el riesgo cardiovascular de forma más temprana. “También sabemos que aumenta el riesgo de cáncer de colon y de mama en las personas jóvenes”.

Por otro lado, la movilidad activa es ahora menos frecuente. “Las instituciones deberían fomentar las posibilidades de transporte activo, por ejemplo hacia el trabajo, con carriles bici o fomentar que haya más parques y zonas verdes para la actividad física”, apunta Valenzuela.

La paradoja que revela el estudio es elocuente. La mortalidad por eventos cardiovasculares entre los mayores está experimentando un ligero descenso, mientras que aumenta el riesgo entre la población más joven. “Cada vez tenemos más avances médicos, los mayores están más controlados y la mortalidad es menor. Pero si hablamos de la incidencia en jóvenes ocurre lo contrario ya que cada vez es mayor y se produce antes. Tenemos esa controversia”.

La mortalidad por eventos cardiovasculares entre los mayores está experimentando un ligero descenso, mientras que aumenta el riesgo entre la población más joven

Pedro L. Valenzuela cree que “se mejora en los tratamientos, pero estamos fallando en la prevención”. El estudio apunta que las personas que han formado parte de este estudio y que cumplían con un estilo de vida totalmente óptimo tenían un 38% menos riesgo de desarrollar factores de riesgo cardiovascular en los años posteriores. Algo que está directamente asociado con el índice de masa corporal.

Sin embargo, matiza: “No hemos podido distinguir entre trabajadores jóvenes según las profesiones o según su estatus económico, entre otras cosas. Somos conservadores en este sentido cuando hablamos de resultados”.

Del estudio se desprenden también algunas recomendaciones que pasan por evitar el sobrepeso y también por ser “físicamente activos”. Eso significa, señala Pedro L. Valenzuela, “que lo mínimo supone un mínimo de tres horas a la semana de actividad física moderada o intensa. Además, ahora la Organización Mundial de la Salud recomienda también dos horas a la semana de sesiones de fuerza”.

En todo caso, la investigación pone de manifiesto la importancia de implementar buenas estrategias de prevención tanto a nivel individual como comunitario y desde la más corta edad, con el fin de evitar el desarrollo de patologías. Se trata, en definitiva, de salvar vidas.

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“La mayor parte de la investigación suele centrarse en las personas adultas, pero falta información sobre la población joven”, explica Pedro L. Valenzuela, de ahí la necesidad de analizar qué es lo está pasando en personas menores de 30 años.