Las carreteras de Toledo se encontraron ayer con nuevos carteles: indicaban cómo llegar al Puy du Fou. No es para menos, ya que en uno de los primeros pases del espectáculo el aforo fue total, con invitados que incluían a varios miembros del Gobierno regional, del Ayuntamiento y la Diputación de Toledo, capìtaneados por Emiliano García-Page, Milagros Tolón y Álvaro Gutiérrez, acompañados por la ministra de Turismo en funciones, Reyes Maroto Otras caras conocidas también se dejaron ver, como Pablo Casado y María Dolores Cospedal que acompañaron a Paco Núñez, y chefs como Pepe Rodríguez o Adolfo.
Las gradas, que acogen a unas 4.000 personas, se quedaron en silencio con los primeros acordes de suave guitarra y violines que daban paso al primer personaje, el narrador, un viejo azacán con su asno que entabla un diálogo con María, una muchacha al lado del río. El Tajo es, finalmente, el gran conductor de la historia, protagonista de un espectáculo. “Soy la memoria del anochecer”, explicó. Los espectadores que no hablaban español contaban con una traducción simultánea, gracias a la app del parque temático. María, la niña, toca un ravel en el que entona la 'canción de las lavanderas'.
Con estas notas comienza la historia, que comienza con la conversión del rey visigodo Recaredo al catolicismo, con caballos que galopaban entre el decorado que mostraba un Toledo que iba cambiando según el momento. Eso sí, con la puerta de Alfonso VI como protagonista. Recaredo se convierte en Alfonso VI, no sin antes mostrar a las muchachas en el baño de La Cava, hasta que el Rey Rodrigo decide “tomar” a una de ellas contra su voluntad. Florinda era la hija del conde Don Julián, y fue la obsesión de Don Rodrigo la que acabó con los godos.
Tras la lucha, la ciudad pasa a ser Tulaytulah y el decorado cambia para mostrar una escena con aires árabes, que enmarcan la famosa historia de amor que finalmente con la tragedia da nombre a la famosa piedra del Rey Moro en Toledo. Los bailes en medio del agua recuerdan el papel fundamental que el elemento tiene en la cultura árabe. Pero Tulaytulah se acaba y llegan los “infieles” a las puertas de la ciudad imperial. Alfonso VI se compromete a ser el emperador de las “tres religiones”. “Quiero que viváis en concordia”.
La llegada del rey recuerda otra de las bellas leyendas toledanas, la del Cristo de la Luz que reluce durante siglos desde el concilio de los godos. Los castellanos duran poco en la ciudad durante el espectáculo, ya que deben partir raudos a la famosa batalla de Navas de Tolosa. De este modo, los espectacores pueden ver la proyección de la construcción de la famosa Catedral de Toledo, gracias a un curioso juego de luces con el agua, que también sirve para relatar la entrega de la casulla de la virgen a San Ildefonso. Los órganos de la Catedral emergen desde las aguas y ofrecen un espetáculo de música y fuego.
Pero en el Puy du Fou no olvidan tampoco escenas más tradicionales de la vida toledana, por lo que se puede disfrutar de las lavanderas que bailan en el agua entre los puestos de frutas o de la recolecta de la aceituna. Y mientras las lavanderas bailan, las paredes del monasterio de San Juan se van levantando para recibir a Isabel La Católica y a los prisioneros que llegan a Toledo para ofrecer las cadenas ante su reina. “Unificar los pueblos de la Península. Por fin se ha cumplido mi anhelo”, celebra la famosa reina desde uno de los torreones.
Junto con Isabel la Católica llega Colón, de una manera bastante espectacular con un barco que nace de las aguas, y que entrega la custodia del Corpus Christi. El primer oro que viene desde las colonias en América Latina, explica el navegante genovés. Y tras Isabel, aparece en escenario una de las mujeres toledanas más recordadas, la comunera María Pacheco que reprocha a los bailarines la moda que siguen de Flandes. “Toledo se somete solo a aquellos que la respetan”, recuerda la comunera. Y junto a Carlos V también llegan al escenario las colonias americanas, bailes que incluyen vestimentas con plumas y brillantes colores, y que convierten al decorado en una selva amazónica gracias a los juegos de luces y las proyecciones.
No pueden faltar en el espectáculo también personajes como El Quijote, que habla a los molinos a lo lejos, o Lope de Vega que se sienta a la orilla del Tajo a hablar de Doña Inés. Calderón de la Barca suspira por los sueños también junto al río y se puede ver el trabajo de El Greco proyectado en todos los edificios que conforman el decorado. La figura del griego da paso a los franceses, cuya invasión es derrotada a golpe de flauta, en una suerte de enfrentamiento musical que lo acompaña de vistosas luces rojas y azules. Y el hambre, el hambre después de que las tierras ya no se puedan cultivar. El hambre no se olvida.
Pero tras el hambre vienen los bailes, los alegres bailes de las primeras década del siglo XX, y la llegada del tren a Toledo por obra del mismo Alfonso XIII. Una explosión acaba con esta algarabía para dedicar breves momentos a la Guerra Civil, que se retrata como una lucha entre hermanos con sólo una de las bailarinas como protagonista. Y tal como se habla de la Guerra Civil, pasando por encima de puntillas, se habla de las comunidades autónomas, que llegan a juntarse alrededor del Tajo para el espectáculo final con fuegos artificiales. “Ojalá los niños puedan adivinar encaramados en las encinas las voces de otros niños que cantan y recuerdan abrazando los sueños de luz de Toledo y de España”.